MEDIO ORIENTE: La paz desaparece de la hoja de ruta

En algo coinciden palestinos e israelíes: el asesinato por Israel de Ahmed Yassin, fundador y líder espiritual del grupo radical palestino Hamas, causará una escalada de violencia que borrará de la ”hoja de ruta” el camino hacia la paz.

Israel está a la espera de las represalias ya anunciadas de Hamas (Movimiento de Resistencia Islámico) y otros grupos extremistas musulmanes por la ejecución extrajudicial de Yassin, el pasado lunes. Las fuerzas de seguridad israelíes están en alerta máxima, y la población civil evita concurrir a lugares públicos.

Aun antes de esa ejecución, en el marco de la política israelí de ”asesinatos selectivos”, Hamas era la más implacable y eficaz de las organizaciones palestinas que realizan ataques terroristas contra objetivos civiles israelíes.

Ahora, bajo su nuevo líder Abdel Aziz Rantisi, Hamas no sólo buscará venganza, sino que intentará probar que sigue en funcionamiento y es capaz de llevar a cabo su campaña de represalias, tanto contra objetivos civiles como gubernamentales, en una escala mucho mayor que la de grupos radicales menores.

El Frente Popular para la Liberación de Palestina mató en 2001 al ministro israelí de Turismo, Rehavam Ze'evi, en venganza por el asesinato de su líder, Abu Alí Mustafá. Es lógico pensar que Hamas tratará de llevar sus represalias más allá.
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Sin embargo, no es posible afirmar que la previsible renovación del ciclo de ataques palestinos y contrarrepresalias israelíes se deberá exclusivamente al asesinato de Yassin, en primer lugar porque ese ciclo no estaba interrumpido.

Israel está ahora mejor preparado para hacer frente a los atentados que al comienzo de la segunda ”intifada” (insurrección palestina contra la ocupación israelí), en septiembre de 2000. El ejército israelí ocupa la mayor parte de las localidades y aldeas de Cisjordania, y ha impuesto una serie de medidas restrictivas para minimizar la posibilidad de ataques.

No obstante, esas medidas no son herméticas, y el gobierno de Ariel Sharon sabe que el asesinato de una figura palestina de alto perfil como Yassin tendrá su costo.

Pero para la gobernante derecha israelí, ese costo de corto plazo se justifica frente a los beneficios de largo plazo de una persecución agresiva de los líderes y comandantes de las organizaciones radicales palestinas.

Las críticas a esta política son contrarrestadas por la disminución de la frecuencia de los atentados contra ciudadanos israelíes en los últimos dos años.

”Israel ha demostrado que una estrategia antiterrorista basada en parte en ataques directos contra líderes extremistas islámicos puede ser relativamente exitosa”, escribió Gerald Steinberg, analista estratégico de la Universidad Bar Ilan, de Israel.

”Aunque los atentados suicidas no han cesado, el número de víctimas (por año) ha disminuido. Enfoque similares se han adoptado en Estados Unidos y otros países”, agregó el analista.

Desde los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, Israel ha intentado vincular su propia lucha contra la resistencia palestina con la ”guerra contra el terrorismo” declarada por el presidente estadounidense George W. Bush, estrecho aliado de Sharon.

Ese vínculo es obvio pese a la condena al asesinato de Yassin de casi toda la comunidad internacional, con la notable excepción de Estados Unidos.

Hamas está incluida en la lista de grupos terroristas de varias organizaciones y agrupaciones internacionales, entre ellas la Unión Europea. Yassin era el líder indiscutido de una organización que mató a cientos de civiles, por lo tanto es improbable que Israel enfrente consecuencias diplomáticas graves por su ejecución extrajudicial.

Steinberg y otros analistas vinculan el asesinato de Yassin con la intención declarada de Sharon de retirar toda presencia israelí de la franja de Gaza, ya que Hamas había interpretado ese anuncio de Sharon como una victoria propia.

Según esta línea de pensamiento, una embestida a Hamas previa a la retirada de Gaza demostraría que la ”capacidad disuasiva” de Israel está intacta, e impediría a ese grupo palestino vanagloriarse del repliegue israelí.

A juzgar por el ánimo dominante en los territorios palestinos, esa visión es ilusoria. Los numerosos seguidores de Hamas admiran a esa organización por su disposición al ”martirio”, es decir, el suicidio en atentados contra objetivos israelíes.

Sin importar cuán duro sea el ataque de Israel a Hamas, el grupo sobrevivirá, e incluso puede prosperar, y cualquier repliegue israelí realizado de manera unilateral —no como resultado de negociaciones de paz— será considerado por muchos palestinos como una victoria de los extremistas.

Es difícil adivinar qué factor llevó al gobierno de Sharon a determinar que éste era el momento adecuado para matar a Yassin. La perspectiva de una retirada de Gaza, los últimos atentados terroristas, un mensaje de advertencia al presidente palestino Yasser Arafat: ninguno de estos argumentos convence por sí solo.

Encuestas de opinión revelaron que, tras años de apoyo firme, el respaldo del público palestino a los atentados contra civiles israelíes había disminuido en los últimos tiempos. Muy probablemente, el asesinato de Yassin revertirá esa tendencia.

Una cosa es segura: la ejecución extrajudicial del líder de Hamas agravará el conflicto palestino-israelí y apagará las escasas señales positivas de los últimos tiempos. Y la ”hoja de ruta”, el plan de paz de Estados Unidos, Rusia, la Unión Europa y las Naciones Unidas para Medio Oriente, no es más que un papel amarillento y resquebrajado, arrumbado en algún cajón.

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