Libia podría pasar de paria a socio de Estados Unidos y Europa tras la decisión de Trípoli de renunciar a las armas de destrucción masiva. Detrás del cambio está la industria armamentista, ansiosa por venderle equipos convencionales.
Estados Unidos ya alivió las sanciones a las compañías petroleras estadounidenses que inviertan en proyectos en Libia, y anunció que planea levantar las sanciones económicas y militares contra ese país árabe africano, además de eliminarlo de la lista de estados terroristas.
Mientras, Gran Bretaña e Italia urgieron a la Unión Europea a levantar las antiguas sanciones militares a Libia para responder recíprocamente a la publicitada renuncia de su presidente Muammar Gadafi al desarrollo de armas de destrucción masiva, el pasado diciembre, y venderle aviones de combate, buques rápido de patrulla, misiles convencionales y tanques.
Los planes recibieron duras críticas.
Libia debería ser compensada por abandonar los programas de armas de destrucción masiva, pero otras armas y ayuda militar no son una compensación adecuada, opinó Frida Berrigan, investigadora asociada del Centro de Recursos sobre Comercio de Armas, un proyecto del Instituto de Política Mundial de la New School University, de Nueva York.
¿Pueden los países convertirse de estados paria en socios valiosos de la noche a la mañana? A juzgar por la política de exportación de armas de Estados Unidos, la respuesta es sí, reflexionó Berrigan, en declaraciones a IPS.
Desde 1990, Estados Unidos ha exportado más de 152.000 millones de dólares en armas, y entre sus principales clientes figuran países involucrados en guerras internas o externas, países donde el poder político se ejerce por la fuerza, o donde los derechos humanos no son protegidos, comentó la académica.
La guerra contra el terrorismo aceleró esta tendencia, agregó, y destacó que países como Uzbekistán, Tajikistán y Azerbaiján, sancionados por razones de derechos humanos, se han beneficiado de un aumento en la venta de armas y de ayuda militar.
Los planes de Gran Bretaña y Estados Unidos para levantar las sanciones económicas (y militares) contra Libia serían algo similar, dijo Barrigan.
El lunes 1, la Unión Europea (UE) invitó formalmente a Libia a unirse a un grupo de países que buscan crear una zona de libre comercio para fines de esta década, que abarcaría Europa occidental, Medio Oriente y el norte de Africa.
El presidente español José María Aznar y el primer ministro italiano Silvio Berlusconi se convirtieron, en septiembre y febrero últimos respectivamente, en los primeros mandatarios occidentales en reunirse con Gadafi en Trípoli, como primeras señales de la reinserción de Libia en la comunidad internacional. Ambos países negocian acuerdos de armas con Libia.
El primer ministro británico, Tony Blair, también tiene proyectada una visita a Libia, vinculada con posibles ventas de armas y ayuda militar a ese gobierno.
Procuramos poner fin al embargo de armas de la UE en cuanto se logre un acuerdo dentro del bloque, declaró a la prensa el canciller británico Jack Straw.
Estados Unidos impuso su embargo militar y económico a Libia en 1981, tras acusarla de fomentar el terrorismo internacional. Libia es también uno de los siete países incluidos en la lista de estados terroristas del Departamento de Estado (cancillería) estadounidense.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) impuso sanciones a Libia en 1992 a causa del atentado en diciembre de 1988 contra un avión de PanAmerican que volaba sobre Lockerbie, Escocia. El ataque causó la muerte de 270 pasajeros y decenas de personas que estaban en tierra, y el gobierno libio fue acusado de complicidad.
El Consejo de Seguridad de la ONU levantó las sanciones en diciembre de 2003, luego de la decisión de Trípoli de pagar unos 2.700 millones de dólares a las familias de las víctimas del atentado.
Pero Libia eludió el embargo comprando armas en el mercado negro, principalmente a traficantes de Europa oriental y las antiguas repúblicas soviéticas, afirmó Michael Khatana, de Research and Projections Global Inc., una compañía del estado estadounidense de Connecticut que rastrea ventas de armas y recoge datos militares mundiales.
Ahora, Libia necesita desesperadamente nuevos equipos para modernizar sus fuerzas armadas, equipadas principalmente con armas de la era soviética, dijo Khatana a IPS. Entre las armas que precisa Trípoli, agregó, se cuentan nuevos aviones y helicópteros de combate, vehículos de transporte militar, misiles y tanques.
El mercado libio está maduro para ser cosechado, especialmente por la Unión Europea y Estados Unidos, resaltó.
Con una población de 5,7 millones de habitantes, Libia gasta más de 1.500 millones de dólares al año en artículos militares.
La nueva apertura hacia Libia pone en evidencia lo vacío del discurso de Estados Unidos y Gran Bretaña sobre la democracia en Medio Oriente, y revela los verdaderos motivos de la política exterior de Washington en la región, sostuvo As'ad AbuKhalil, profesor de política de la Universidad del Estado de California.
Lo que Estados Unidos reclama no es democracia ni respeto a los derechos humanos, sino sometimiento a sus dictados, dijo a IPS.