Veinte expertos en política exterior recomendaron al presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y a su contrincante para las elecciones de noviembre, John Kerry, a anunciar al mundo que Washington no se retirará de Iraq en el mediano plazo.
Los expertos, integrantes de un comité especial del académico Consejo de Relaciones Exteriores, también aconsejaron al gobierno no cejar en su política iraquí, pero advirtió que, al mismo tiempo, deberá ofrecer un papel principal a la ONU en la transición.
No anunciar una política de permanencia sería equivalente al fracaso, declaró el ex secretario (ministro) de Defensa James Schlesinger, del gobernante Partido Republicano, copresidente del Grupo de Trabajo Independiente sobre el Iraq de Posguerra del Consejo de Relaciones Exteriores.
El primer criterio es no cejar, dijo el otro copresidente del grupo de trabajo, el embajador retirado Thomas Pickering, del Partido Demócrata. Sin embargo, Washington debe promover un papel importante para la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en el proceso de transición, agregó.
De ese modo, según Pickering, el proceso sería más creíble y aceptado por la mayoría de los actores iraquíes, si no por todos.
Los desafíos que afrontan Washington y sus aliados de la coalición ocupante en Iraq son más políticos que militares, según el informe de 50 páginas divulgado este martes por el Consejo de Relaciones Exteriores.
Si Estados Unidos y la ONU logran implementar un proceso legítimo, los desafíos militares serán más manejables, pero, por el contrario, si no atendemos la política, ninguna media militar será capaz de calmar el malestar, indica el documento.
El estudio fue publicado un día después de la firma en Bagdad de la constitución provisoria por parte de los 25 miembros del Consejo de Gobierno designado por Washington.
Se trata de un acontecimiento clave en el marco de los planes del gobierno de George W. Bush para entregar el 30 de junio la soberanía del país árabe a una administración nacional aún no determinada.
La firma se retrasó tres días por las reservas manifiestas por media docena de integrantes del Consejo de Gobierno Iraquí, influidos por el líder del Islam chiita, ayatolá Alí al-Sistani.
El inesperado atraso en la firma de la carta política fue una de las tantas dificultades que Estados Unidos y sus aliados en la Autoridad Provisional de la Coalición (máxima instancia civil de la ocupación) deben afrontar por parte de varias comunidades étnicas y religiosas.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) y analistas sugieren que una guerra civil en Iraq es aún una posibilidad, mientras se procura una transición exitosa a alguna clase de régimen democrático.
Pero el comandante de las fuerzas militares en Medio Oriente, general John Abizaid, dijo la semana pasada ante el Congreso legislativo que consideraba una guerra civil posible, aunque no probable.
El informe del Consejo de Relaciones Exteriores insiste en que se alcanzaron significativos progresos desde su anterior informe, más pesimista, emitido hace seis meses. Los miembros de esta organización académica son expertos en política exterior del cerno de los dos principales partidos estadounidenses.
Entre los republicanos, además de Schlesinger, participa en el Consejo Edward Djerejian, principal experto en Medio Oriente del gobierno de George Bush (1989-1993, padre del actual presidente), así como el ex diplomático Frank Wisner y el ex jefe del Comando Conjunto, general John Shalikashvili.
El principal motivo de preocupación en Iraq es, según el informe, la programada transferencia de la soberanía el 30 de junio, combinada con el posible recorte de las fuerzas militares estadounidenses y de los fondos que se asignen a la reconstrucción del país árabe.
La posibilidad de que el demócrata Kerry derrumbe las ambiciones reeleccionistas del presidente Bush es la mayor causa de incertidumbre respecto del financiamiento de las operaciones en Iraq. Por eso, Bush, Kerry y los líderes del Congreso deben pronunciarse al respecto.
Tal pronunciamiento debe ser un compromiso de largo plazo militar, político y económico, sin importar los desacuerdos en otros aspectos de la política sobre Iraq, indicó el Consejo.
Brindar seguridad a la población iraquí debe ser una prioridad de la transición política, añadió.
El grupo de trabajo aplaudió las señales de creciente apoyo dentro del gobierno de Bush a un mayor papel de la ONU en la creación de una autoridad de transición en Iraq. De todos modos, el Consejo de Seguridad debería aprobar una resolución que defina las responsabilidades del foro mundial, agregó.
El informe también exhorta a dar un mayor énfasis a la creación de empleos para los iraquíes, de modo de reducir el descontento que alimenta la insurgencia.