El Chavo del Ocho, el niño mexicano pobre, bueno y algo torpe que protagonizó la serie del mismo nombre hace tres décadas, sobrevive en el gusto de millones de televidentes, hecho que aún sorprende a quien lo encarnó y creó, el ya septuagenario Roberto Gómez Bolaños..
Imagino que el Chavo debe andar hoy con una franelita, limpiando coches (automóviles), declaró Gómez Bolaños al aludir a su personaje, que junto a Quico, Chilindrina, Don Ramón, el Profesor Jirafales, Doña Florinda y otros, protagonizó el Chavo del Ocho, una serie de humor que aún tiene gran demanda en los televidentes de habla castellana.
Gómez Bolaños, que en toda América Latina es conocido como Chespirito, un diminutivo que alude al escritor inglés William Shakespeare, celebra el éxito de sus personajes, pero confiesa que nunca pensó que podría durar tanto.
A sus 75 años, cumplidos el 21 de marzo, el actor y productor de televisión se declara viejo de cuerpo, pero joven por el protagonismo que aún mantienen sus personajes, que trabajaron en los años 70 y parte de los 80.
Aunque el Chavo del Ocho se trata de una serie antigua de televisión, cuya producción y escenografía contrasta enormemente con la de programas de hoy, no pierde el brillo, igual que otros personajes creados por Gómez Bolaños como el famoso Chapulín Colorado, un héroe lleno de defectos, miedos y mucho humor.
En Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay y, por supuesto, México, entre otros países, el Chavo, palabra que en el país del personaje significa niño o menor, y el Chapulín siguen teniendo hasta la fecha altos niveles de sintonía entre los niños. Pero los adultos, que nacieron en los años 60, 70 y 80 también lo recuerdan y muchos lo aprecian.
El éxito del Chavo tiene que ver con el hecho de que encarna parte de la identidad del latinoamericana, dijo a IPS el sociólogo mexicano Santiago Estrella.
Habitar en un vecindario pobre, como sucede con la mayoría de la población de la región, saber divertirse, ser bueno, inocente y volverse feliz con el mero hecho de comerse una buena torta (emparedado), son elementos que están presentes en toda América Latina, apuntó.
El humor sin referencias al sexo ni la política y basado en el pastelazo, el golpe simulado y los juegos del lenguaje, son características del Chavo. Pero también lo son las referencias a la pobreza, las familias incompletas y el juego de los niños.
La brasileña Ruth Rocha, escritora de textos infantiles, opinó que, aunque el Chavo puede ser considerado un programa pobre y feo, tiene gran éxito porque los niños se identifican con los diálogos, la escenas y el personaje principal, que se comporta exactamente como ellos.
Es un programa simple, circense, que no hace mal a nadie, comentó.
Para el productor de televisión Raúl Ordóñez, el éxito del Chavo y del Chapulín, tiene relación con el gran contraste que marca con las series modernas. El humor blanco y la historia de un niño pobre que duerme en un barril, cautiva a los televidentes, dijo a IPS.
Gómez Bolaños confiesa que el programa lo ideó pensando en los adultos y que no ha logrado aún desentrañar las razones de porqué gusto tanto a los niños.
El mexicano Carlos Miranda, un ejecutivo bancario de 38 años, recuerda muy bien que llegaba de la escuela loco por ver el Chavo, que era muy divertido. Yo creo que de alguna forma ese humor me marcó como adulto, confesó.
Las frases típicas del Chavo, como eso, eso, eso, eso… (para afirmar algo), se me chispoteó (me equivoqué) o no me tienen paciencia, son recordadas muy bien por quienes en su juventud vieron el programa, difundido en toda América Latina por la cadena de televisión mexicana Televisa, o por quienes aún lo ven hoy.
Según la creación de Gómez Bolaños, el Chavo, que viste una gorra y un pantalón viejo que sujeta con tirantes, tiene ocho años, es huérfano de padre y madre y ante los problemas o miedos que enfrenta opta casi siempre por esconderse en un barril.
El personaje interactúa dentro de la vecindad con Quico, un niño de condición económica apenas un poco más elevada y que sólo tiene mamá, con la Chilindrina, una niña pecosa e inteligente que vive enamorada del Chavo y que además es huérfana de madre, y Ñoño, el hijo del propietario del edificio que comparten los personajes, gordo y a quien le encantan los dulces.
Otros personajes, algunos encarnados por actores que ya murieron, son Don Ramón, el desempleado padre de la Chilindrina, el profesor Jirafales, un solterón dedicado a su cátedra escolar, y Doña Florinda, la madre de Quico.
El hecho de que todos los personajes no vivan en una típica familia completa ha llamado la atención de algunos estudiosos, como el sociólogo Estrella.
Los curioso de la serie del Chavo es que, aunque los personajes están fuera de las reglas familiares comunes, todos llegan a interactuar como una gran familia que se quiere, indicó.
Gómez Bolaños declara sentirse muy agradecido con el público latinoamericano por el éxito de sus personajes, pero advierte que ya no volverán a reencarnarse en series actuales.
El productor dice que ahora prefiere descansar, dibujar, escribir poesía y disfrutar del cariño de la gente, ganado con personajes que según dice, nunca aspiraron a la fama.