El carnaval de Río de Janeiro promueve en sus principales espectáculos el sexo seguro, añadiendo combustible a la polémica desatada por la Iglesia Católica al poner en duda la eficacia de los preservativos.
La escuela de samba Grande Río desfiló este lunes de madrugada desarrollando el tema titulado Vamos a vestir el condón, mi amor, que tiene más sentido en Brasil donde el protector es conocido como 'camisinha', diminutivo de camisa de Venus, y es muy popular en la jerga deportiva vestir la camisa, indicando dedicación total al equipo.
El responsable de la presentación, Joaosinho Trinta, el carnavalesco (autor del desfile de una escuela de samba) más creativo y famoso del país, había sido más provocativo de lo que finalmente pudo mostrar. Dos de los ocho carros alegóricos que llevó al desfile estaba previsto que marcharan con grandes esculturas humanas representando el acto sexual.
Pero las presiones de la Iglesia Católica y una determinación del juzgado de menores (órgano judicial responsable de las cuestiones relativas a menores de 18 años) lo hicieron reducir el erotismo.
Adán y Eva fueron cubiertos parcialmente y un plástico negro ocultó totalmente el carro que traía parejas en posiciones del Kama Sutra, el manual indio de prácticas sexuales del siglo IV. Ello fue acompañado por Trinta con un largo cartel blanco sobre el segundo vehículo que rezaba censurado.
Sin embargo, el estímulo al uso del condón se expresó en las demás alegorías y en los vestidos de los bailarines, en algunos casos hechos con los preservativos de látex.
Es una contribución a la necesaria prevención del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), que vuelve a expandirse en algunos sectores de la población, dijo Trinta al justificar la elección del tema en varias entrevistas antes del espectáculo.
El Ministerio de Salud puso en marcha también su usual campaña contra el sida y otras enfermedades sexualmente transmisibles (ETS) durante las fiestas de carnaval, que incluyó la distribución gratuita de 11 millones de preservativos en todo el país.
Días atrás la televisión y otros medios de comunicación divulgan un aviso que dice: Por el condón (camisinha) no pasa nada. Use y confíe. Ese eslogan es una respuesta a la Iglesia Católica, cuya Conferencia Episcopal nacional emitió en diciembre una nota pública afirmando que los preservativos no son 100 por ciento seguros.
La Iglesia está contra el uso de los preservativos como método de prevención del sida, no solamente por razones de orden moral, sino también por motivos educacionales y pedagógicos, y destaca la grave responsabilidad de quienes contribuyen a una formación distorsionada de la adolescencia y la juventud, señala la nota.
La consigna del Ministerio de Salud iba a ser más agresiva contra el cuestionamiento religioso. La propuesta original decía: ponga fe, pero se decidió por la forma mas blanda use y confie.
En realidad esa polémica es internacional y anterior. El cardenal Alfonso Lopes Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia de la Iglesia Católica, concedió en octubre una entrevista a la emisora de televisión británica BBC en la que afirmó que los condones no aseguran una protección total contra el sida y las ETS.
Esa información debería acompañar los preservativos, tal como se hace en las cajas de cigarrillos, opinó el cardenal, que en un artículo de diciembre acusa las campañas sanitarias de mezclar aspectos científicos con ciertos intereses económicos de los fabricantes de condones y con la ideología en favor del control demográfico.
La ola de condenas a la Iglesia, acusada de debilitar la prevención, en una actitud que puede aumentar las muertes por sida, llevó el cardenal Eugenio Sales, arzobispo jubilado de Río de Janeiro, a publicar un artículo para aclarar y justificar la posición de la jerarquía católica.
Allí Sales recoge un estudio de cuatro agencias gubernamentales de Estados Unidos que publicaron el 20 de julio de 2001 sus conclusiones indicando que los preservativos reducen en 85 por ciento el riesgo de contagio del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida.
Ello significa que hay un riesgo de 15 por ciento, un dato que se debe divulgar, ya que muchos usuarios creen en seguridad total del preservativo, argumentó.
El cardenal añadió que otros estudios destacan aumento del sida donde es mayor la distribución de condones y que Uganda logró un mayor control de la epidemia que otros países africanos al estimular la monogamia y la abstinencia sexual fuera del matrimonio. También criticó a la Organización Mundial de Salud por no promover tal estrategia.
El carnaval brasileño, con su oleada de erotismo, no contribuye a la prédica religiosa. Independiente de la consigna de Joaosinho Trinta, hace mucho es la época de mayor consumo de preservativos.
El consumo de condones masculinos en Brasil es de 450 millones al año, según los fabricantes. El promedio resutlante, de 2,5 por habitante, es la mitad de lo registrado en lo países ricos, como Estados Unidos. En el verano austral la demanda aumenta cerca de 30 por ciento, intensificándose en el carnaval.
Brasil contuvo la diseminación del sida con planes de entrega de condones, especialmente entre jóvenes y áreas pobres, y en particular con un programa de distribución gratuita de medicamentos considerado ejemplar por la Organización Mundial de la Salud. Cerca de 135.000 enfermos reciben actualmente los medicamentos del cóctel antisida.
También se calcula que hay 600.000 brasileños portadores de VIH, la mitad de lo que indicaban las proyecciones de instituciones internacionales. Datos oficiales indican que de 2000 a 2002 se registraron 903 nuevos casos de sida entre jóvenes de 13 a 19 años, 58,8 por ciento de ellos en mujeres.