SALUD-AFRICA: El estigma de las madres adolescentes

Meseret vive en el distrito de Laliberla, al norte de Etiopía, se casó a los 12 años y tenía 13 cuando quedó embarazada. Su organismo no estaba preparado para la maternidad, y luego de seis días de extenuante trabajo de parto, dio a luz un niño muerto.

Debido a desgarros internos que nadie suturó, su vagina quedó comunicada con la vejiga y el recto, y en ella se juntan orina, materia fecal y otros fluidos, que resbalan por sus piernas. Los médicos llaman a esa lesión fístula obstétrica.

Como Meseret, cientos de miles de adolescentes en el mundo, especialmente en los países africanos, sufren el rechazo de la sociedad por esa secuela del embarazo adolescente y del parto sin las mínimas condiciones sanitarias.

La fístula obstétrica puede causar infecciones, insuficiencia renal y hasta la muerte, si no se trata a tiempo y en forma adecuada.

El esposo de Meseret la rechazó porque le había dado un hijo muerto y luego olía mal. La adolescente fue a vivir de nuevo con su familia. Afortunadamente, había escuchado sobre otra adolescente de la aldea que sufría el mismo mal y fue tratada con éxito en Addis Abeba.

La familia de Meseret vendió una vaca para llevarla a la capital en un viaje en autobús de tres días, y llegar sin dinero alguno a las puertas del Hospital de la Fístula de Addis Abeba.

La médica Catherine Hamlin, fundadora de ese hospital, conoce muchas historias como la de Meseret.

Hamlin es una ginecóloga australiana que vive hace 44 años en la capital de Etiopía, y el Hospital de la Fístula atiende cada año a unas 1.200 mujeres, pero expertos en salud reconocen que esas personas son sólo una pequeña fracción de las residentes en Etiopía que necesitan el tratamiento.

La Organización Mundial de la Salud calculó que unas 8.500 adolescentes y mujeres de Africa oriental son afectadas cada año por fístulas obstétricas.

Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP, por las siglas de su nombre original) el total de afectadas en el continente africano es de 50.000 a 100.000.

”En muchos países en desarrollo, el papel de la mujer se limita a dar satisfacción sexual a sus esposos, engendrar hijos y trabajar la tierra”, dijo Hamlin.

”Las fístulas les impiden cumplir todas esas funciones, a la vez que les quitan la autoestima. Se transforman en marginadas sociales en sus comunidades, sin tener culpa alguna”, agregó.

Afortunadamente, la mayoría de las fístulas obstétricas pueden ser curadas con cirugía, incluso muchos años después del parto que las causó.

El costo de la operación en el mercado varía de 100 a 450 dólares, una cifra inalcanzable para la gran mayoría de las afectadas. Por eso, el Hospital de la Fístula de Addis Abeba, apoyado por donaciones internacionales gubernamentales y privadas, ofrece gratuitamente cirugía e internación postoperatoria.

”Si se hace de la manera apropiada, las posibilidades de éxito de la cirugía llegan a 90 por ciento, y las mujeres pueden tener más hijos luego”, dijo Hamlin.

”Si la fístula fuera algo que también afectara a los hombres , sin duda habría más esfuerzos para estudiarla”, sostuvo Ruth Kennedy, administradora de un hospital de Addis Abeba.

La mayoría de las mujeres de Etiopía, y en especial las pobres, están marginadas de las políticas de salud, tanto locales como internacionales.

”Son muchachas analfabetas, que por eso casi no se comunican. No pueden escribir, y a veces ni siquiera se animan a decir: 'Tengo este problema. ¿Pueden ayudarme?'”, añadió Kennedy.

El FNUAP lanzó programas de prevención de la fístula obstétrica en 2002, que se vieron dificultados luego de que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, apoyado en acusaciones contra la agencia por presunto apoyo a programas de aborto coercitivo en China, retirara unos 34 millones de dólares en donaciones.

Esto tuvo un gran impacto en los trabajos de la agencia en todo el mundo. El FNUAP niega categóricamente que haya apoyado abortos forzados en China.

Las acusaciones contra el FNUAP fueron desmentidas por varios informes independientes, uno de ellos realizado por una misión del propio Departamento de Estado (cancillería) estadounidense.

Educar a las adolescentes africanas para evitar embarazos es una tarea que ha demostrado ser más que difícil. El Hospital de la Fístula de Addis Abeba lleva adelante un programa a tales efectos en coordinación con la Asociación de Abogadas de Etiopía.

”Tenemos una abogada que da conferencias a las jovencitas aquí en el hospital. Les habla sobre sus derechos. Les dice que no tienen por qué casarse pronto y por qué deben ir antes al colegio”, explicó Hamlin.

”Pero es muy difícil cambiar la cultura de todo el país desde Addis Abeba, a menos de que vengan aquí los habitantes de todas las aldeas. En realidad, tenemos que ir nosotros y hablar con las personas si queremos ver cambios”, añadió.

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