La jueza canadiense Louise Arbour, integrante de la Corte Suprema de su país, fue designada este viernes para una de las tareas políticamente más delicadas del mundo: la dirección del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
Se espera que Arbour, de 57 años y ex jefa de fiscales de las cortes penales internacionales creadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Ruanda y la ex Yugoslavia, asuma el nuevo cargo en junio, cuando deberá retirarse de la Corte Suprema.
Su nombramiento por parte del secretario general del foro mundial, Kofi Annan, debe ser ratificado por la Asamblea General de la ONU, pero ya ha sido muy elogiado por las dos mayores organizaciones no gubernamentales humanitarias, Amnistía Internacional y Human Rights Watch.
El sistema de derechos humanos de la ONU no podía tener esperanzas de una persona mejor para conducirlo, cuando sufre ataques sin precedentes, opinó el director ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth.
Los vastos antecedentes de Louise Arbour en el terreno de los derechos humano, su distinguida carrera jurídica y sus servicios como fiscal de la ONU suman la experiencia necesaria para que sea audaz y creativa en la promoción y protección de los derechos humanos, afirmó este viernes la secretaría general de Amnistía Internacional, Irene Khan.
Arbour debe estar preparada para hablar con fuerza cuando el lenguaje diplomático no dé resultado, añadió.
Khan destacó que los abusos deben ser enfrentados con independencia del peso político o económico del país en que ocurran.
Esperamos que Arbour sea tan directa como (la ex alta comisionada) Mary Robinson, y que no vacile en enfrentarse con los grandes poderes. Seguramente será medida en relación con los antecedentes de Robinson, dijo a IPS un diplomático asiático, con la condición de permanecer anónimo.
Robinson, ex presidenta de Irlanda (1990-1997) dirigió el ACNUDH de septiembre de 1997 a septiembre de 2002, con un año adicional a su mandato original de cuatro. Annan no la nombró para un segundo periodo, al que ella estaba dispuesta, debido a fuerte presión de Washington.
La alta comisionada irlandesa había expresado duras críticas a las consecuencias humanitarias de políticas adoptadas por el gobierno estadounidense tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, y especialmente a las condiciones de reclusión de presuntos terroristas retenidos por Estados Unidos en su base de Guantánamo, en el extremo oriental de Cuba.
Robinson también deploró públicamente el aumento de los prejuicios contra el Islam, los árabes y los semitas después de los ataques terroristas de 2001, y pidió a la comunidad internacional que combatiera la islamofobia creciente sobre todo en Estados Unidos y Europa occidental.
Reed Brody, consejero jurídico de Human Rights Watch, aseguró que las iras de Washington impidieron que Robinson cumpliera un segundo mandato, y que la ex presidenta de Irlanda pagó el precio de estar dispuesta a enfrentar a poderosos gobiernos que violan los derechos humanos.
Después de los atentados de septiembre de 2001, cuando algunos críticos describían a la ONU como una extensión del Departamento de Estado (Ministerio de Relaciones Exteriores) estadounidense, Robinson alzó su voz contra la erosión de las libertades civiles en Estados Unidos y otras democracias occidentales, en nombre de la lucha antiterrorista.
La propia Robinson afirmó el año pasado, tras un periodo de silencio, que no deseaba un segundo periodo en 2001, tras los cuatro años del primero, pero que Annan y activistas humanitarios la convencieron de que permaneciera en el cargo un año más, y que no quiso abandonar su puesto tras los ataques terroristas de septiembre de ese año.
Entonces indicó al secretario general que quería un segundo mandato, pero altos funcionarios estadounidenses la rechazaron por ser demasiado crítica, aunque los gobiernos de Rusia y China, a los que también había criticado, dijeron que les agradaría su permanencia en el cargo, aseguró..
Arbour cubriría la vacante creada por la muerte en Bagdad del brasileño Sergio Vieira de Mello, quien se desempeñaba simultáneamente como alto comisionado y representante especial de la ONU en Iraq, cuando fue una de las 22 víctimas fatales de un ataque contra la sede del foro mundial en la capital iraquí, en agosto del año pasado.
El portavoz de la ONU, Fred Eckhard, dijo este viernes a periodistas que los próximos pasos hacia el nombramiento de Arbour serán consultas de Annan a la Comisión de Derechos Humanos del foro mundial, con sede en Ginebra, y los cinco grupos regionales de Estados miembros.
Luego, el procedimiento oficial será enviar una carta a la Asamblea General para pedir que ese organismo aprube la designación, y se espera que ese pedido sea formulado en las próximas dos semanas.
La ONU destina al área de derchos humanos solamente cerca de dos por ciento de su presupuesto bianual de 3.000 millones de dólares.