El apoyo de destacadas figuras políticas judías a la guerra contra Iraq y el lanzamiento este mes del filme La Pasión, de Mel Gibson, podrían contribuir a una ola de antisemitismo en Estados Unidos, advirtieron algunos observadores.
Así como judíos de izquierda tuvieron un importante papel en el movimiento contra la guerra de Vietnam hace tres decenios, judíos neoconservadores de dentro y fuera del gobierno de George W. Bush se destacaron por su ardiente campaña a favor de la invasión de Iraq.
Entre estos últimos figuran el secretario adjunto de Defensa, Paul Wolfowitz; el subsecretario de Defensa para Políticas, Douglas Feith, y gran parte del personal de ambos, acusados de exagerar sistemáticamente la supuesta amenaza que representaba el ex presidente de Iraq, Saddam Hussein.
También están Eric Edelman, asesor de política exterior del vicepresidente Dick Cheney, y Elliot Abrams, asesor de la Casa Blanca sobre Medio Oriente.
Varios miembros de la Junta de Políticas de Defensa del Pentágono (Departamento de Defensa), incluido su ex presidente, Richard Perle, así como Kenneth Adelman y Eliot Cohen, también podrían agregarse a la lista.
Entre los judíos neoconservadores que impulsaron la guerra desde fuera de la administración figuran destacados periodistas y miembros de equipos de expertos como el columnista Charles Krauthammer; William Kristol, director del semanario Weekly Standard; Max Boot, del Consejo de Relaciones Exteriores, y varios miembros del American Enterprise Institute, de Perle, incluidos Michael Ledeen y Danielle Pletka.
La importancia y constante presencia de estas personalidades en los medios de comunicación antes de la guerra, y posteriormente cuando promovieron la ampliación de los ataques a Siria e Irán, causaron la impresión de que la mayoría de los judíos estadounidenses respaldaron la guerra, presumiblemente a instancias de Israel.
De hecho, esa impresión es errónea. Según encuestas de opinión pública, la comunidad judía estaba tan dividida en cuanto a la guerra como la población general. Además, los judíos tuvieron un importante papel en el nuevo movimiento antibélico, así como lo tuvieron hace más de 30 años durante la guerra de Vietnam.
Aparte, los neoconservadores con mayor capacidad de decisión en el gobierno, como el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y la consejera de Seguridad Nacional Condoleeza Rice, para no mencionar al presidente Bush, no son judíos.
Sin embargo, estos hechos no importan demasiado para aquellos que buscan un chivo expiatorio.
Dado que no se encontraron armas de destrucción masiva, ahora hay mucha más atención hacia quiénes promovieron la guerra, y quiénes pueden ser culpados, comentó a IPS el rabino Marvin Hier, fundador y director del Centro Simón Wiesenthal en Los Angeles.
Es un año electoral, Iraq será el tema dominante y no se hallaron las armas. Algunos preguntarán '¿por qué hicimos esto?' y otros responderán 'por Israel'. Así, saldrán a luz estereotipos que han sido muy frecuentes en la historia, dijo Hier.
Ken Jacobson, de la Liga contra la Difamación (ADL) de Nueva York, comparte ese temor.
Ciudadanos de todo el mundo, y también de este país, preguntan por qué fuimos a la guerra, y esto crea el marco perfecto para una teoría conspirativa antisemita, dijo a IPS.
En el fondo, el antisemitismo consiste en culpar a los judíos por aquellos problemas que no parecen tener sentido, añadió.
El anunciado lanzamiento de La Pasión este mes aumentó esa preocupación. La película dramatiza las últimas horas de Jesús y en particular su sufrimiento físico durante la crucifixión.
Grupos fundamentalistas cristianos elogiaron el filme y lo consideraron una oportunidad de evangelizar a millones de personas, tanto en Estados Unidos como en el exterior.
La película también recibió muy buenas críticas de neoconservadores, como el crítico judío Michael Medved y el teólogo católico Michael Novak, en el Weekly Standard.
Pero la mayoría de los judíos, católicos y protestantes que promueven la reconciliación judeo-cristiana y han visto la película creen que ésta presenta a los judíos como personas crueles y perversas, mucho peores que los captores romanos de Jesús.
Se trata de buenos contra malos, y los judíos son los malos, opinó Hier, que asistió a dos exhibiciones previas de La Pasión.
Paula Fredriksen, una experta en temas bíblicos de la Universidad de Boston que revisó el guión como miembro de un equipo interreligioso de académicos convocado por obispos católicos estadounidenses, opinó que la película forma parte del tradicional antijudaísmo cristiano.
Aun antes de la película de Gibson, descubrimos (en una encuesta que se publicará más adelante este mes) que 25 por ciento de los estadounidenses creen que los judíos fueron responsables por la muerte de Cristo, dijo Jacobson.
No estamos sugiriendo que habrá persecuciones violentas contra judíos como resultado de la película, pero estamos muy preocupados porque se reviertan los enormes progresos registrados en las relaciones judeo-cristianas, expresó.
La Liga contra la Difamación está especialmente preocupada por el impacto del filme de Gibson en algunas audiencias en el exterior donde, según Jacobson, el antisemitismo ha llegado a su máximo nivel desde la segunda guerra mundial.
Hier concordó e insistió en que la película puede tener un efecto incendiario en muchas partes del mundo, y también causar una impresión errónea en adolescentes y jóvenes de Estados Unidos.
El rabino Michael Lerner, editor de la publicación mensual liberal Tikkun, también expresó preocupación por el impacto de La Pasión, no tanto en relación con el ataque a Iraq, sino con la ocupación israelí de territorios palestinos.
No creo que haya una reacción contra los judíos por la guerra en Iraq. El verdadero problema es la coincidencia de La Pasión con una actitud inmoral de los israelíes en el conflicto con los palestinos, dijo a IPS desde su oficina de California.
Esa actitud se corresponde con la imagen negativa de los judíos presentada en la película de Gibson, agregó Lerner, que culpó a los medios de comunicación por excluir las voces judías opuestas a las políticas de Israel, como la suya.
Lerner, Jacobson y Hier estuvieron de acuerdo en que la coincidencia del lanzamiento de la película con los cuestionamientos a la política exterior estadounidense tendrá mayor impacto en el exterior que en Estados Unidos.
Estamos convencidos de que Estados Unidos es diferente, pero a la vez no es inmune (al antisemitismo), por lo tanto no debemos adoptar una conducta complaciente, declaró Jacobson.