CINE-BRASIL: Pobres, desterrados y a las risas

Javé fue sepultada por las aguas que generan electricidad y progreso en Brasil. El destierro de su pobladores repite el de sus ancestros que fundaron la ciudad, pero su drama es contado con mucho humor en un filme que colecciona premios.

Premiado la semana pasada como el mejor filme del Festival Internacional de Punta del Este, que cada año cobija ese sudoriental balneario uruguayo, ”Narradores de Javé” destaca muchos aspectos del interior brasileño poco conocido, las poblaciones expulsadas por represas hidroeléctricas, contadores de historias, el analfabetismo y la malicia ingenua de la cultura rural.

Es una obra profundamente brasileña, en que las palabras son esenciales y poco traducibles, por eso sorprende el premio en Uruguay y la buena acogida que tuvo en enero del año pasado en el Festival de Rotterdam, Holanda.

La ”tragicomedia”, como la define su directora, Eliane Caffé, cuenta el drama de los habitantes de Javé de una forma deliciosa, combinando un enredo y personajes divertidos, a veces hilarantes.

Javé es un pequeño poblado ficticio en el interior de la región nororiental de Brasil, que será inundada por la represa que ”traerá el progreso”, sumergiendo todas las casas, pero ”en beneficio de una mayoría, aunque no se sepa quien es esa mayoría”, según la información transmitida y comentada por un poblador.

Un líder local, Zaqueu, el enlace del poblado con el mundo, imagina que un libro sobre el pasado glorioso de la pequeña ciudad podría llevarla a ser reconocida como patrimonio histórico y salvarla de la inundación.

Para eso bastaría poner en lenguaje escrito las historias que los pobladores más viejos suelen contar con lujo de detalles. Como escritor, la única alternativa es recurrir a Antonio Biá, el único considerado capaz de escribir el libro, ya que los demás son analfabetos o casi.

Pero Biá era persona non grata en el poblado porque, para justificar su empleo en la empresa de Correos, inútil en un poblado de analfabetos, escribía y enviaba cartas a habitantes de otras ciudades, denunciando las idiosincrasias y malas costumbres de los javélicos.

Tuvieron que rehabilitar al ”escritor” exiliado en las afueras de la ciudad, que se autodefinía como un ”intelectuario”, y encargarle el registro de la memoria oral de la gente.

La misión se revela imposible, ante las contradicciones entre los distintos vecinos sobre un mismo hecho, haciendo recordar ”Rashomon”, del japonés Akira Kurosawa.

Cada uno cuenta la versión que más le interesa de la fundación de la ciudad. Indalecio, el fundador, es recordado por un supuesto descendiente como blanco y ejemplo de coraje, mientras que los pobladores de origen africano lo describen como un líder negro. En cambio, su papel fue secundario según una mujer que ubica a una antepasada suya como quién encabezó la fundación.

Las historias encontradas le quitaron la escasa voluntad para cumplir la tarea a a Biá, uien estaba más interesado en sacar provecho personal de su nueva situación o inventar su propia versión ”más literaria”. El cuaderno quedó en blanco o sólo con algunos dibujos que él hacía mientras fingía escuchar a los narradores.

Al final, la represa sumergió el poblado y Biá justifica su incumplimiento, al responder a los insultos, que Javé sería sepultada de cualquier forma porque sus pobladores son ”semianalfabetos” y nada significan para el mundo, en una cruel constatación de las reglas del progreso. Pero llora su desaparición y decide llevar en serio el registro de las historias de sus vecinos.

Este segundo largometraje de la joven Caffé confirma su talento y amplía la gran cantidad de mujeres que componen la nueva generación de cineastas brasileños. Su primer trabajo fue ”Kenoma”, de 1998, considerado prometedor pero sin la emoción que irrumpió en ”Narradores de Javé”.

El actor principal, José Dumont, quien representó un Biá chapliniano, es el alma de la nueva película, un verdadero ”coautor”, según Caffé. Muchas expresiones que hacen estallar la risa son inventos suyos. Son los casos de ”espermatozoide de ninja” y ”yacaré (cocodrilo) apasionado” con que describe al hombre que prueba una dentadura demasiado grande.

Dumont, premiado muchas veces por los 35 filmes en que actuó, pudo desarrollar su personaje en base a su infancia vivida en una realidad similar a la de Javé, en el pobre nordeste brasileño.

A pesar de sus éxitos, Dumont vive modestamente en Río de Janeiro, reflejando el drama de los actores talentosos que, por no tener la apariencia de un galán, siguen pobres aunque famosos, porque poco aparece en las telenovelas, la mejor fuente de ingresos para sus pares en Brasil.

Además de Dumont, la buena participación de las poblaciones donde se hizo el rodaje, en el interior del nororiental estado de Bahía, favorece la comunicación con el público. Sus calidades llevaron a ”Javé” a conquistar nueve premios en el festival de Recife (una capital del nordeste brasileño), en mayo de 2003.

Pero limitado a exhibiciones en ”cines de arte”, el filme difícilmente obtendrá buena taquila. (

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe