Cuando los habitantes de la occidental ciudad portuaria india de Mumbai celebraron con pompa en enero los 125 años del edificio colonial de la Corte Suprema, se oyó un desesperado reclamo a las autoridades: pongan cuartos de baños, por favor.
Los únicos lugares que ofrecen alivio a los urgidos visitantes de este descomunal edificio gótico, que sobresale en lo más alto de la ciudad, son pequeños retretes hediondos y desbordantes de aguas servidas, ubicados fuera del predio de la Corte y para cuyo uso hay que pagar.
La falta de baños públicos es el mayor problema de la Corte Suprema. Lo que sucede es que como el edificio es patrimonio histórico, hay muchas restricciones para modificarlo, dijo el abogado Rui Rodrigues, acostumbrado a ver cómo muchas personas salen a orinar mientras esperan los resultados de su demanda.
El secretario de la Asociación de Bares de Mumbai, Gautam Patel, calificó de espeluznante el hecho de que un edificio tan magnífico en su arquitectura no tenga baños públicos.
Los jueces y los abogados de la Corte no sufren ese problema. Ellos sí cuentan con baños en sus oficinas, en la biblioteca y en el bar del edificio, que es exclusivo.
No tenemos que ir al Oval para aliviarnos, dijo el defensor general de Mumbai, Goolam Vahanvati, en referencia al parque adjunto al edificio de la Corte.
Los jueces y abogados admiten sentirse mal por este privilegio, pero por ahora no tienen planes de cambiar la situación, aun después de los pedidos hechos en las celebraciones del aniversario, que incluyeron seminarios, reuniones especiales y presentaciones de libros.
El edificio, terminado en 1878 bajo la dirección del arquitecto de la corte británica J.A. Fuller, fue diseñado originalmente como lugar de trabajo para apenas tres jueces y unos pocos abogados.
Pero ahora hay 62 jueces y cientos de abogados, que deben trabajar rodeados de papeles y documentos, algunos que datan del siglo XIX, y transitar por corredores en los que aguardan sentados por horas cientos de ciudadanos con sus respectivos pleitos judiciales.
De todos modos, nadie duda de que el edificio es una magnífica obra de arte, que hasta tiene inusuales toques humorísticos: hay estatuas de lobos y zorros con las tradicionales cintas usadas por los magistrados.
Otra muestra a un mono sentado como juez, vendado y llevando la balanza de la justicia. Si uno se acerca, notará que está espiando por debajo de la venda.
Según la tradición, esas esculturas fueron hechas por un arquitecto que trabajó en la construcción, y decidió vengarse así cuando los jueces fallaron contra él en una demanda sobre la distribución de las ganancias de la obra. Las figuras nunca fueron removidas.
La falta de baños públicos en la Corte Suprema de Mumbai también es un reflejo de las graves carencias sanitarias en todo el país. Menos de 25 por ciento de los 1.000 millones de habitantes tienen baños en sus casas.
Las restantes 700 millones no tienen otra opción que orinar o defecar al costado de las carreteras, en el campo o en los parques municipales. Los pocos baños públicos que se pueden encontrar en los suburbios de las ciudades son apenas un hoyo detrás de una pared.
India es un país sin baños, afirmó el activista S.P. Singh, de la organización no gubernamental Sulabh International, que ha construido cerca de 1,3 millones de baños en todo el país.
El presidente de esa organización, Bindeshwar Pathak, sostuvo que el problema tiene raíces culturales que datan de siglos atrás.
El activista señaló que encontró un antiguo documento religioso hindú en el que se prohibía expresamente defecar cerca de lugares habitados por personas. (