AFGANISTAN: Elecciones pueden aumentar tensión étnica

Cuando faltan apenas cuatro meses para las elecciones en Afganistán, un creciente número de observadores teme que la votación exacerbe la tensión étnica entre el norte y el sur de ese país centroasiático.

Algunos expertos reclaman la postergación de los comicios hasta el año próximo, lo cual permitiría tanto a donantes internacionales como al gobierno de Hamid Karzai avanzar más hacia el desarme de los ”señores de la guerra”, que todavía mandan en la mayor parte del país, y extender la seguridad a las áreas rurales, arguyen.

El principal temor es que la preparación electoral de un país devastado por la guerra, con 28 millones de habitantes, desvíe la atención y los escasos recursos financieros de asuntos más urgentes, en particular en el área de la seguridad.

Pero el propio Karzai, aparentemente impulsado por Estados Unidos, parece determinado a seguir adelante, al menos con elecciones presidenciales que otorguen mayor legitimidad al gobierno central, dentro y fuera de Afganistán.

”Si no hay elecciones, la crisis de legitimidad será grave”, advirtió el miércoles el embajador estadounidense Zalmay Jalilzad en una conferencia de prensa en el Instituto Estadounidense de la Paz (USIP), en Washington, en la que participó vía telefónica desde Kabul.

”La idea actual es realizar elecciones pase lo que pase. El personal de la ONU (Organización de las Naciones Unidas, que ayuda a organizar las elecciones) trabaja las 24 horas para lograrlo”, dijo a IPS Barnett Rubin, experto en asuntos afganos.

En diciembre de 2001, grupos afganos rivales firmaron con la mediación de la ONU el Acuerdo de Bonn, para dejar atrás dos décadas de guerra y formar un gobierno pos-Talibán, encabezado por Karzai, de la etnia pashtun (patán).

El régimen del grupo extremista islámico Talibán había sido derrocado pocas semanas antes por Estados Unidos, que lo acusó de proteger al saudí Osama bin Laden y su organización radical Al Qaeda, a los que Washington considera responsables de los atentados del 11 de septiembre de 2001.

Según el Acuerdo de Bonn, deben celebrarse elecciones presidenciales y parlamentarias antes de mediados de 2004, y Karzai está decidido a cumplir con este cronograma.

Pero la mayoría de los expertos, incluso muchos de la ONU, señalan que, aunque una elección presidencial todavía puede ser factible, las preparaciones necesarias (establecer las circunscripciones, organizar los partidos políticos y preparar las balotas para decenas de candidatos) no se podrán completar para el 21 de junio, la fecha fijada en forma tentativa.

El propio Jalilzad pareció anticipar esa imposibilidad. ”Si se realizan todos los esfuerzos para celebrar elecciones parlamentarias pero la mayoría concluye que no es posible y la ONU respalda esa opinión, entonces la cuestión de la legitimidad estará resuelta”, dijo.

Pero la celebración únicamente de comicios presidenciales podría exacerbar las tensiones entre los pashtunes del sur, el mayor grupo étnico de Afganistán, y las minorías tajika, uzbeka y hazara, que ayudaron a derrocar a Talibán, dominado por la etnia pashtun.

Dado que los grupos minoritarios están también profundamente divididos, lo más probable es que Karzai gane las elecciones por abrumadora mayoría y gobierne sin control del parlamento, donde las minorías podrían ejercer cierta influencia.

”Estados Unidos ha subestimado la polarización étnica resultante de la Loya Jirga”, dijo en la conferencia de prensa de USIP Ahmed Rashid, un periodista pakistaní especializado en asuntos afganos, en referencia al consejo de notables que se reunió a fines de diciembre para ratificar una nueva Constitución.

”¿(Karzai) va a ser elegido por todo el país o sólo por un grupo étnico? Creo que esto es muy peligroso”, dijo Rashid.

Rubin estuvo de acuerdo, al menos en parte. Para él, el éxito de las elecciones depende más que nada de que el resultado refleje un consenso entre elites clave con confianza suficiente en el proceso.

”Es más fácil obtener el consenso sobre un candidato presidencial si hay elecciones parlamentarias a la vez, porque los perdedores en los comicios presidenciales al menos se sentirían representados en el parlamento”, señaló.

En cambio, agregó, ”las elecciones presidenciales por sí solas serían vistas como un 'todo o nada' en un sistema donde la confianza en las instituciones es prácticamente inexistente”.

Al mismo tiempo, la preocupación de Karzai por el efecto de una eventual postergación de las elecciones sobre su legitimidad es real, opinó Rubin.

La reunión del mes próximo entre el gobierno de Karzai y donantes extranjeros en Berlín será decisiva. Según Rashid, los donantes europeos que prometieron gran parte de la ayuda para la reconstrucción y las elecciones en Afganistán son muy escépticos sobre la celebración de comicios en junio.

Además, afirmó el analista, los donantes están resentidos por la dominación del proceso por Washington y vinculan el esfuerzo por apresurar las elecciones con el deseo del presidente estadounidense George W. Bush de apuntarse un éxito en Afganistán para aumentar sus propias probabilidades de reelección el próximo noviembre.

Para Rashid, la mejor opción sería que los donantes propusieran en Berlín la postergación de los comicios hasta la primavera boreal de 2005 y a la vez se responsabilizaran por incumplir sus propias promesas de fondos y tropas para la reconstrucción y la seguridad de Afganistán, necesarias para asegurar un proceso electoral exitoso.

”Eso eximiría de responsabilidades a Karzai” y ayudaría a reducir la polarización entre pashtunes y otros grupos, opinó.

Además, la postergación de las elecciones permitiría a Kabul y los gobiernos que lo respaldan concentrarse en proyectos más urgentes, como el desarme de las milicias, el combate al narcotráfico y el despliegue de más tropas en el interior del país, todas condiciones necesarias para la celebración de elecciones justas, agregó Rashid.

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