Sentenciado con frecuencia a la pena capital de las fumigaciones, el mosquito transmisor del dengue no es el único responsable del actual brote de la enfermedad en Venezuela. Los especialistas se resisten a dejar solo al Aedes aegypti en el banquillo de los acusados.
Problemas con el suministro de agua potable y con la recolección de la basura, en especial en Caracas, son los cómplices podrían determinar repuntes de las poblaciones del mosquito y del dengue, un mal que en 2003 afectó a más de 26.000 venezolanos y se ha extendido a este enero.
Pensar que el mosquito es el único culpable es limitado. Puede nacer sano, pero si progresan los 400 huevos que pone cada hembra hay más probabilidades de que se llegue a la infección, por lo que una prioridad es evitar que se reproduzca, dijo a IPS Eva Rodríguez, coordinadora de epidemiología de la Alcaldía Metropolitana de Caracas.
Si el Aedes nace con el virus —transmitido por la madre— igualmente la tarea es evitar que prospere hasta conformar una población atacante infectada.
Venezuela, con 25 millones de habitantes, es uno de los países de América Latina y el Caribe que en los últimos años ha sufrido con mayor fuerza los embates de este mal. Ya en 2001 fueron afectadas por el dengue casi 30.000 personas y en 2002 esa cifra subió a 37.676.
De ese modo, se constituyó en el tercer país latinoamericano con mayor incidencia de la enfermedad en los últimos años, detrás de Brasil y de Colombia, y lejos de la histórica epidemia de 1981 en Cuba, donde la versión hemorrágica llevó a la muerte a 158 personas, 101 uno de las cuales eran niños, tras haber asolado al continente asiático.
Estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indican que en el último año epidemiológico (2003) se registraron 386.797 casos clínicamente informados, 70 por ciento de los cuales ocurrieron en Brasil.
La OPS considera que no sólo es grave la propagación de la enfermedad sino la persistencia de la fiebre hemorrágica, que puede causar la muerte, en especial en los países más pobres, que tienen peores condiciones para tratar los casos y, a menudo, ambientes más insalubres por mala disposición de la basura y escasez de agua potable.
El dengue clásico se manifiesta con fiebre alta, fuerte dolor de cabeza, pérdida del sentido del gusto y el apetito, erupciones en pecho y miembros inferiores, náuseas y vómitos, mientras que en la variante hemorrágica, la más peligrosa del mal, se añaden dolor de estómago intenso, piel pálida, fría o pegajosa, hemorragias nasales, bucales o gingivales, vómitos frecuentes, entre otros síntomas.
Los datos de la OPS añaden que se registraron 5.092 casos de dengue hemorrágico en la región en 1996 y 14.272 en 2002, aunque la variante ha retrocedido a 6.886 casos el último año epidemiológico. En Venezuela, de las 26.000 víctimas de dengue, 914 lo han sido de la modalidad hemorrágica y tres personas han perecido desde fines de 2003.
Los especialistas piden redoblar precauciones ante los factores amenazantes, entre los cuales no sólo ubican al mosquito sino a sus cómplices ambientales. La restricción en el servicio de agua obliga a las personas a acumularla en recipientes y, si éstos no son debidamente tapados, allí se pueden desarrollar las larvas del mosquito, indicó Rodríguez.
El embalse de Camatagua, que surte a Caracas de la mitad de los 18.000 litros por segundo de agua que consume, se encuentra muy por debajo de su nivel normal. Medidas de racionamiento restringen en 25 por ciento el suministro habitual a la ciudad.
Los recipientes que usa la población pueden convertirse en criaderos de larvas. Colocar una tela metálica a los barriles con agua puede evitar la reproducción del mosquito, explicó a IPS el especialista en salud pública Mario Valcárcel, de la oficina caraqueña de la OPS.
En el área metropolitana, el año 2003 cerró con 3.243 casos de la enfermedad, lo que representó un aumento de casi 1.000 respecto de 2002.
El otro flanco es el de la basura, que en los sectores populosos del oeste de la ciudad ha pasado días sin recogerse por conflictos entre las autoridades municipales y las empresas contratistas de aseo urbano, y entre éstas y sus trabajadores.
El mosquito transmisor posa sus patas, blancas, en los líquidos que resultan de la descomposición de desechos presentes en aceras y alcantarillas, observó Valcárcel.
De esta manera el también llamado patas blancas se regocija con la diatriba administrativa y laboral en el municipio, y cada atardecer sale de juerga.
Aunque en la actualidad no se puede hablar de epidemia en Venezuela, el dengue repuntó no sólo en la capital sino en las provincias, con brotes importantes en los estados de Mérida, en el sudoeste, en el central Miranda y en el nororiental Sucre.
No hay alerta nacional epidemiológica por dengue. Se mantiene el control sobre los principales focos, hay tendencia a la disminución y los afectados no alcanzan ni 1.000 casos semanales, aclaró José Mendoza, director de epidemiología del Ministerio de Salud.
Si en Caracas ha sido la escasez de agua, en Sucre fue la abundancia, pero de las lluvias caídas fuera de tiempo en diciembre y enero (la temporada lluviosa en Venezuela va de mayo a octubre), las que convirtieron parajes áridos en el campo, y zonas de desechos en las ciudades, en criaderos abundantes del Aedes aegypti.
En cuanto a su combate, la educación y la organización comunitaria han alcanzado y hasta desplazado en Venezuela a la que se consideraba pena capital para el Aedes, las fumigaciones, en la estrategia de las autoridades nacionales y locales de Salud.
Según Rodríguez, es un mito que la fumigación sea lo más importante en la lucha contra el dengue. Sí, se combate al mosquito, pero no es el único factor que promueve el mal y por eso deben intensificarse las campañas de prevención.