Israel y el libanés Partido de Dios (Hizbolá) completaron la primera etapa del canje de prisioneros y de restos de combatientes, un proceso cuyo resultado dejó mal parada a la Autoridad Nacional Palestina de Yasser Arafat.
El gobierno de Israel e Hizbolá evalúan ahora lo logrado hasta este viernes de mañana, y si pueden avanzar aun más. Arafat agradeció al partido libanés la negociación que abrió paso a la libertad de 401 palestinos, pero recordó que otros 7.000 están aún en cárceles israelíes.
Varios camiones de la Cruz Roja atravesaron el cruce Rosh Hanikra/Ras Naqura, en la frontera israelí-libanesa, con los restos de unos 60 combatientes de Hizbolá, parte de los muertos en más de dos decenios de lucha entre Israel y la organización chiita.
Así concluyó la primera fase del intercambio. Ambas partes aseguraron estar comprometidas a poner fin, en una segunda etapa, el conflicto en torno de los prisioneros y soldados desaparecidos en acción.
Muchos analistas israelíes creen que Hizbolá logró un gran éxito de relaciones públicas. A cambio del cuerpo de tres soldados y un empresario secuestrado, obtuvo la libertad de unos 30 miembros de la organización libaneses, sirios, sudaneses, marroquíes y libios.
Entre los libaneses figuran dos importantes dirigentes de Hizbolá: el jeque Abdel Karim Obeid y Mustafá Dirani, que fueron objeto de una bienvenida de alfombra roja el jueves de noche en el aeropuerto de Beirut, con buena parte del gobierno en las gradas.
También estaba allí el líder de Hizbolá, jeque Hasan Nasrallah.
Pero el aspecto más controvertido del canje de prisioneros fue la liberación de los 401 palestinos, que retornaron a Cisjordania y Gaza.
Ese fue un paso difícil para Israel, pues muchos de ellos eran miembros de organizaciones armadas y horas después un atentado suicida dejó 10 israelíes muertos en un autobús en el centro de Jerusalén.
La estatura heroica del jeque Nasrallah entre la población palestina se elevó aun más. Hizbolá ganó popularidad por su combate contra la ocupación israelí del sur de Líbano.
Muchos en el mundo árabe consideran que Hizbolá propinó una gran derrota a Israel al obligarlo a retirarse del sur de Líbano en mayo de 2000, luego de 20 años de ocupación.
Algunos expertos israelíes consideran que el estallido de la intifada (insurgencia popular contra la ocupación israelí) en septiembre de ese año fue, en parte, resultado de esa retirada.
En el puesto de control Beitunya, en las afueras de la ciudad cisjordana de Ramalá, un pequeño grupo se reunió el jueves de mañana para esperar el regreso de familiares liberados.
Una mujer desafió, furiosa, a un grupo de soldados del ejército israelí que intentaban desalojar el lugar. "Dios bendiga a Nasrallah. El los humilló, y continuará derrotándolos", les dijo.
La mujer creía que Hizbolá podría repetir en Cisjordania y Gaza lo que hizo en el sur de Líbano, o al menos inspirar a la población palestina para librarse de la ocupación.
Para muchos palestinos, Hizbolá hizo más por la liberación de los territorios ocupados que la propia. "Hizbolá hizo lo que nuestros líderes no pudieron", dijo Amal Ghanem mientras esperaba a su hermano Nasser.
Tanto Israel como la población palestina consideran que el canje de prisioneros debilita la posición de Arafat.
Para algunos israelíes, el gobierno comete un error al no apoyar a los dirigentes palestinos moderados: antes, se había negado a liberar prisioneros palestinos, pero luego aceptó el intercambio con Hizbolá.
El viceministro de Asuntos de los Prisioneros de la Autoridad Nacional Palestina, Ziad Abú Ein, estaba entre quienes esperaba en Beitunya a los 60 liberados que se dirigían a Ramalá.
Pro Abú Ein negó que el canje deje mal parada a la Autoridad Nacional Palestina. El partido de Arafat, Al Fatah, y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), recordó el funcionario, "condujo intercambios de prisioneros con Israel en el pasado".
"De hecho, yo mismo fui liberado dos veces de las cárceles israelíes en los años 80 gracias a estos canjes", recordó.
Los presos que recuperaron la libertad muestran sentimientos ambiguos. "Por supuesto, estoy feliz de que me dejaran ir. Pero muchos estuvieron mucho más tiempo en la cárcel y son más viejos que nosotros y no fueron liberados", dijo Nasser Ghanem, de 24 años, arrestado hace 18 meses.
"Todavía no sé por qué fui arrestado", agregó Ghanem. El nunca admitió haber traficado armas ni pertenecer a una organización combativa, pero el sistema judicial israelí prevé prolongadas detenciones sin sentencia.
Para la segunda etapa, Israel exige conocer el destino del aviador Ron Arad, cuyo avión fue derribado en Líbano en 1986. Nasrallah debió aceptar la permanencia en la cárcel de Samir Kantar, miembro de Hizbolá, pues Israel anunció que no lo liberará antes de desvelar la situación de Arad.
Kantar estuvo involucrado en un atentado en Israel en 1979 en que murieron cuatro personas. (FIN/IPS/traen-mj/fb/ss/mj/ip hd/05)