ESTADOS UNIDOS: Bush imita errores de su padre

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, parecía tener claro el objetivo de evitar los errores de su padre, el ex mandatario George Bush (1989-1993). Pero parece condenado a repetirlos.

Su discurso del Estado de la Unión el martes fue sorprendentemente defensivo. Contuvo mucha determinación y desafío, pero poco detalle programático y nuevas iniciativas. Así, quedó de manifiesto cuán poco está dispuesto a cambiar su rumbo.

Al anunciar que los próximos cuatro años serán muy parecidos a los tres pasados, Bush se convirtió por sus propias palabras en el blanco fijo de sus nada vacilantes adversarios del Partido Demócrata. Igual que su padre.

En 1992, el ex presidente Bush, triunfante un año antes en la guerra del Golfo contra Iraq, se mostraba fascinado por las cuestiones diplomáticas en un momento clave de la historia mundial.

No logró comprender entonces que los votantes estaban más preocupados por la pérdida de empleos originada por una ola de despidos en el sector privado —con la moda de la reducción de tamaño de las empresas— y por la competencia extranjera.

En noviembre, Bush padre fue derrotado en las urnas por el demócrata Bill Clinton, cuyo asesor político, James Carville, emitió la frase ”es la economía, estúpido”, como uno de los pilares de la campaña.

El triunfo de Clinton fue facilitado por la falta de ”visión” admitida por el propio Bush: es decir, por no ofrecer a sus compatriotas un sentimiento de misión nacional, más allá del manejo seguro de los asuntos internacionales y de la promoción del voluntariado en los comunitarios.

Al reconocer esas deficiencias, Bush padre cojeaba no sólo por su actitud distante de niño rico —un problema que no aqueja a su hijo, con una imagen mucho más popular—, sino también al hecho de que el Tesoro estaba vacío.

El déficit fiscal se arrastraba desde la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989).

Para enojo de la derecha republicana, Bush padre se vio obligado a aumentar los impuestos, sin nada más que ofrecer porque el vaso estaba vacío.

En cambio, Bush hijo heredó de Clinton un enorme superávit que se tornó déficit, como consecuencia de los recortes de impuestos y de los gastos militares y otros ocasionados por la ”guerra contra el terrorismo”.

El déficit amenaza otra vez seriamente la salud fiscal del país, así como la fortaleza del dólar. Bush agotó de tal modo las arcas del gobierno que no pudo ofrecer nada nuevo y creíble en su discurso del martes. Como su padre, no tuvo más opción que exhibir sus antecedentes personales.

”Extraordinario retroceso” fue el calificativo empleado por el columnista Andrew Sullivan, del semanario conservador The New Republic.

”Me impresionó como un discurso que sale de un capullo político. El presidente no comprende que, de hecho, es políticamente vulnerable. Y pretende ser candidato no sobre la base de lo que planea para el futuro sino de lo que ha hecho en el pasado”, escribió Sullivan.

No obstante, el columnista aplaudió los pasajes del discurso dedicados a la política internacional. ”Esa es una estrategia de alto riesgo”, anotó.

La política exterior ocupó la primera mitad del discurso, con un gran énfasis en la defensa de sus guerras contra el terrorismo y contra Iraq.

El presidente llegó a insistir, a pesar de la total falta de evidencias al respecto, que los programas armamentistas del hoy prisionero presidente iraquí Saddam Hussein constituían una ”seria y creciente amenaza” contra Estados Unidos.

Bush atribuyó a la guerra contra Iraq la decisión de Libia de desmantelar sus propios programas para desarrollar armas de destrucción masiva, aunque la situación con Corea del Norte y con Irán sigue siendo incierta.

”Estados Unidos está comprometido a mantener las más poderosas armas del mundo lejos de las manos de los regímenes más peligrosos”, afirmó.

Aunque mencionó la ayuda de otros 34 países en la guerra contra Iraq como evidencia de que Washington no está aislado, como afirman candidatos demócratas, el mayor aplauso que arrancó fue con una apelación unilateralista: ”Estados Unidos nunca pedirá permiso para defender la seguridad del pueblo.”

Bush cerró el capítulo internacional de su discurso afirmando que ”Estados Unidos es una nación con la misión (de) una paz democrática”.

Pero su único aporte concreto en tal sentido fue duplicar a 70 millones de dólares el presupuesto del Fondo Nacional para la Democracia, una pequeña agencia que asesora a organizaciones civiles y empresas del extranjero.

En materia de política interna, Bush propuso hacer permanentes los recortes de impuestos dispuestos en 2002, aprobar un programa de ”trabajadores invitados” dirigido a inmigrantes ilegales y promover un sistema de cuentas privadas para la seguridad social.

Además, sugirió que apoyaría una enmienda constitucional para ilegalizar el matrimonio homosexual, lo cual cayó muy bien a sus aliados de la Derecha Cristiana pero podría molestar a republicanos liberales para quienes el presidente fortalece el poder del gobierno de inmiscuirse en la esfera privada.

Pero el discurso fue también destacable por lo que omitió. No figuró, por ejemplo, el nombre de Osama bin Laden, el líder de la red terrorista Al Qaeda, organización islámica a la que se atribuyen los ataques que el 11 de septiembre de 2001 dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington.

Tampoco mencionó el ambicioso programa de exploración a la Luna y a Marte, presentado con gran fanfarria hace dos semanas. La propuesta había despertado fuertes críticas, dada la magnitud del déficit fiscal.

Tampoco abordó cuestiones ambientales, la epidemia mundial del sida ni el conflicto entre árabe-israelí.

La preocupación por el déficit fiscal es cada vez más compartida por legisladores republicanos, que expresan creciente ansiedad por los altos costos de la incursión en Iraq y por el presupuesto militar de más de 500.000 millones de dólares, en momentos en que ocho millones de estadounidenses que desean trabajar carecen de empleo.

En tal sentido, Sullivan, el columnista de The New Republican, se manifestó ”sorprendido” de que ”Bush no haya reconocido que el crecimiento del empleo está quedando retrasado respecto del crecimiento económico”.

”No hubo declaraciones de preocupación por aquellos que luchan (por un empleo), ni siquiera retórica de empatía. Me sorprendió. Eso deja un gran espacio para los demócratas, que argumentarán que el presidente no está al tanto” de las preocupaciones de la ciudadanía.

Lo mismo que le sucedió a Bush padre. (

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