Importantes personalidades del mundo empresarial del noroeste de Estados Unidos exhortaron al gobierno y al Congreso legislativo a triplicar la ayuda al desarrollo internacional, con el objeto de eliminar la pobreza absoluta en el mundo.
La Iniciativa de Seattle para el Desarrollo Mundial reclamó personalmente a funcionarios del gobierno de George W. Bush y a legisladores que Estados Unidos cuadruplique los fondos que hoy destina a la eliminación de la pobreza hasta alcanzar 30.000 millones de dólares.
Con ese fin, representantes de la organización se reunieron el lunes en la ciudad de Washington con la consejera presidencial de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, y con diversos legisladores.
Además, continuarán reuniéndose esta semana con figuras del mundo gubernamental y legislativo en Washington, como el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, y el secretario de Comercio, Dan Evans.
La Iniciativa, entre cuyos 64 miembros figuran ex gerentes generales, presidentes y vicepresidentes de importantes firmas de la noroccidental ciudad de Seattle y dos ex gobernadores del estado de Washington, procurará mayor apoyo de empresarios y líderes cívicos de todo el país.
Hablaremos de la importancia de aliviar la extrema pobreza como problema económico y de seguridad nacional, dijo uno de los cofundadores de la Iniciativa, Bill Gates, padre del también así llamado fundador y presidente de la compañía informática Microsoft.
Pero, desde mi punto de vista, este es un problema humanitario. La gente se está muriendo, muchos se están muriendo de hambre. Necesitan que los ayudemos, afirmó Gates, quien fue antes de retirarse uno de los principales abogados de Seattle.
Hoy, Bill Gates padre es copresidente de la Fundación Bill and Melinda Gates, fundada por su hijo. Con un fondo de 26.000 millones de dólares, la institución es la mayor fundación privada del mundo, y ha donado cientos de millones de dólares para el combate contra el sida y otras enfermedades.
La Iniciativa de Seattle surge en medio de crecientes preocupaciones sobre la salud fiscal del gobierno estadounidense.
Los recortes de impuestos para la población más rica, los gastos de la ocupación militar de Iraq y Afganistán y otras medidas de seguridad nacional tornaron el superávit fiscal heredado por Bush en 2001 en un déficit sin antecedentes, que se acercará a 500.000 millones de dólares este año.
La propuesta también se conoce en medio de un intenso debate sobre los mejores medios para luchar contra el terrorismo.
Hasta ahora, el gobierno y sus simpatizantes han argumentado que el terrorismo no es resultado de la pobreza absoluta, pues sus principales exponentes surgen de la clase media o aun más acomodada, y son motivados por la falta de libertad política y económica.
Los firmantes de la Iniciativa de Seattle no están en desacuerdo con esa postura, pero advierten que los países más afectados por la pobreza son un rico semillero de organizaciones terroristas.
Desde esa perspectiva, los terroristas podrán no ser, por sí mismos, el resultado de la miseria, pero se aprovechan de los países que la sufren.
Los terroristas encuentran un caldo de cultivo en áreas extremadamente pobres y donde la gente no tiene esperanzas, dijo uno de los firmantes de la Iniciativa, el general retirado John Shalikashvili, presidente del Estado Mayor Conjunto del gobierno de Bill Clinton (1993-2001).
La eliminación de tal pobreza daría más estabilidad al resto del mundo, agregó Shalikashvili, quien participa en las reuniones en Washington.
Eliminar la extrema pobreza es el medio más eficaz para afrontar los desafíos del mundo, del sida al terrorismo, de la degradación ambiental a la inestabilidad regional, dijo otro firmante, el ex gobernador de Washington Dan Evans, del ala moderada del gobernante Partido Republicano.
Según el Banco Mundial, entre 800 y 1.200 millones de personas viven por debajo de la línea de pobreza absoluta, al sobrevivir con un ingreso de menos de un dólar por día. La gran mayoría viven en Africa subsahariana y Asia meridional.
Los empresarios de Seattle son considerados relativamente progresistas en un contexto estadounidense. La ciudad cuenta con una gran población de origen escandinavo y una pujante clase media.
Por su carácter de puerto sobre el océano Pacífico, Seattle es sede de grandes industrias exportadoras, como Boeing, de aviación, y Weyerhaeuser, maderera. Así, sus empresarios tienen una mentalidad más internacionalista que sus colegas del resto del país.