DERECHOS HUMANOS: Palabras contra el genocidio

La primera conferencia intergubernamental contra el genocidio celebrada desde 1948 concluyó en la capital de Suecia con pirotecnia política y con el compromiso de reforzar mecanismos contra ese flagelo en la ONU.

El ex canciller de Australia Gareth Evans dijo, ante representantes de 55 naciones, que Estados Unidos había usado la conferencia para ejercer presión contra la Corte Penal Internacional (CPI), creado en 1998 para juzgar crímenes de guerra y actos de genocidio.

El presidente George W. Bush retiró en 2001, al inicio de su periodo, su firma del Estatuto de Roma, tratado constitutivo de la CPI.

Desde entonces, Washington procura suscribir con países parte del tratado acuerdos bilaterales que libren a funcionarios estadounidenses de ser eventualmente conducidos al banquillo del tribunal.

”Me aflige escuchar que las delegaciones nacionales sufrieron la misma vieja chorrera una y otra vez en esta conferencia. Y en la declaración final, que en los restantes aspectos es admirable, no hay mención a la CPI… esto es indefendible”, dijo Evans.

El ex funcionario cuestionó al gobierno de Bush por bloquear los esfuerzos de la comunidad internacional por crear estructuras para llamar a responsabilidad a los genocidas. Las palabras del australiano recibieron una prolongada ovación.

Esta intervención dejó en evidencia el conflicto que sobrevoló del 26 al 28 de este mes el Foro Internacional Estocolmo 2004, espacio de deliberación entre gobiernos organizada por Suecia y que en esta ocasión tuvo como consigna ”Prevenir el genocidio”.

El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, cosechó apoyo para su propuesta de crear un comité en el foro mundial para la prevención de genocidios.

Annan consideró en su planteo que falta voluntad política para impedir esas tragedias.

Hubo, dijo, esfuerzos deliberados para restar entidad a los casos de genocidio, y algunos estados ”incluso se han negado a llamarlos por su nombre, para evitar cumplir sus obligaciones”.

Annan sostuvo que debería crearse el cargo de relator especial de la ONU y un comité para la prevención de genocidios que respondería directamente al Consejo de Seguridad.

El genocidio es una amenaza que debe ser atacada con acciones políticas fuertes y unidas, y, en casos extremos, con acciones militares. Pero, ”¿tenemos la voluntad?”, se preguntó.

El secretario general del Comité Internacional de la Cruz Roja, Jakob Kellenberger, también percibe ”falta de voluntad para actuar”.

La organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) adhirió a la propuesta de Annan, pues tiene un elemento clave: ”Nadie podrá decir que no sabía” que se cometen actos de genocidio.

Recordando la matanza de entre 800.000 y un millón de personas en Ruanda en 1994, Annan dijo que ”la falta de recursos y la falta de voluntad para asumir un compromiso necesario” crearon las condiciones para la tragedia.

”En lugar de reforzar nuestras tropas, las retiramos. Los errores más graves fueron cometidos por estados miembros”, consideró.

Annan y otros disertantes se refirieron a la responsabilidad que implica afrontar intervenciones humanitarias, pero también manifestaron preocupaciones al respecto.

El secretario general de la ONU expuso la necesidad de ”reglas claras para distinguir entre genuinas amenazas de genocidio, que requieren una solución militar, y otras situaciones en que el uso de la fuerza no sería legítimo”, en una alusión a la invasión de Iraq por parte de Estados Unidos.

En ese sentido, la conferencia debatió si el terrorismo y las armas de destrucción masiva son amenazas ”genocidas”.

El estudio ”Genocidio: un documento de contexto”, encargado por el gobierno sueco a la Universidad de Lund, formuló aun más interrogantes.

Los autores del documento, los profesores de Historia Kristian Gerner y Klas-Göran Karlsson, se preguntan si ”la estructura de la sociedad burocrática actual es la causa de raíz del impulso genocida”.

Una ”dócil burocracia” dotada con tecnología administrativa y armamentista puede tener la intención de ”resolver lo que perciben como problemas políticos y sociales agudos mediante el asesinato masivo de seres humanos”, según Gerner y Karlsson.

Los historiadores vieron ese tipo de acontecimientos en Ruanda y en la invasión de Vietnam a Camboya, que concluyó con 1,6 millones de muertes.

La delegación estadounidense reclamó acciones contra las ”recurrentes atrocidades” del gobierno islámico de Sudán en el sur de mayoría negra, cristiana y animista, así como en la región de Ituri, en República Democrática de Congo.

Al cerrar la conferencia, el primer ministro sueco Göran Persson enfatizó en la necesidad de revisar y renovar el multilateralismo y los derechos de los más débiles.

”Si fracasamos, veremos a la ONU multilateral debilitándose cada vez más”, dijo. (

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe