Cazar o no cazar ballenas es, por estos días, el dilema más espinoso que afronta Islandia.
Los islandeses dejaron de capturar ballenas con fines comerciales en 1986, cuando la intergubernamental Comisión Ballenera Internacional (CBI) dispuso la moratoria de la actividad.
Pero mantuvieron, aunque sólo tres años más, la caza de especímenes de las variedades fin y sei con fines de investigación científica, permitidas por las normas de la CBI.
Hoy, muchos entre los 280.000 habitantes de esta próspera isla desean reanudar la captura de estos gigantescos mamíferos marinos. Pero otros muchos se oponen, tanto por principios como por razones económicas.
El año pasado, las autoridades permitieron la caza de ballenas de la variedad minke con fines científicos, en lo que fue percibido como un sondeo de reacciones en el exterior. Si la oposición es reducida, la captura podría reanudarse en 2006.
El Ministerio de Pesca autorizó la caza de 38 ballenas minke entre mediados de agosto y fines de septiembre pasados para determinar su dieta, según aseguraron.
Los científicos difieren en cuanto a las evidencias que deben recogerse para investigar la dieta de las ballenas. Expertos australianos afirman que basta con recoger y analizar las heces del animal.
Pero el gerente ballenero del Instituto de Investigación Marina de Islandia, Gisli Vikingsson, cree que la caza es necesaria. El análisis fecal no es un método suficientemente establecido y parece ser poco práctico para el caso de las ballenas minke, dijo.
El excremento de esos especímenes no flota en la superficie, como el de las ballenas azules que los científicos australianos han investigado utilizando ese método, agregó Vikingsson.
Por otra parte, el análisis fecal sólo aporta datos cualitativos, no cuantitativos. Para nuestra investigación, es necesario el análisis del contenido del estómago, concluyó.
Pero no todos los islandeses están de acuerdo con eso. Muchos expertos, incluso funcionarios del Instituto de Investigación Marina, consideran innecesaria la caza.
Las ballenas minke ingieren su alimento de manera oportunista, es decir que comen lo que encuentran. Por lo tanto, no tiene sentido investigar su dieta, pues lo que coman en agosto será, con seguridad, distinto de lo que comieron en mayo, cuando las especies de pez disponibles son otras, explican.
Así, para que una investigación tal pueda ser útil, deberían cazarse más ballenas en diferentes momentos del año. El plan original era capturar 200 ballenas minke en un periodo de dos años.
Con ese antecedente, es muy posible que las autoridades vuelvan a disponer la caza este año, aunque oficialmente no se tomó todavía ninguna decisión al respecto.
Los delegados islandeses a la conferencia de la CBI el año pasado habían anunciado, incluso, su intención de cazar ballenas fin y sei. Pero tampoco se dispuso nada en ese sentido.
Los defensores de la captura comercial de ballenas afirman que éstas comen peces que podrían alimentar a seres humanos. También consideran que las ballenas y los peces compiten por las mismas fuentes de alimento.
Vikingsson dijo que hay, posiblemente, competencia entre la creciente población ballenera y los cardúmenes de peces, y podríamos intentar reducirla, pero no sabemos lo suficiente sobre la dieta de las ballenas.
La pesca representa 70 por ciento de las exportaciones de Islandia y concentra 12 por ciento de su fuerza de trabajo. La razón fundamental por la cual este país no ingresa a la Unión Europea es su temor de que el bloque interfiera en su sector pesquero.
Las autoridades islandesas saben que muchos países se oponen a la caza de ballenas, y creen que si bombardean a ciertos sectores con propaganda a favor de la actividad los convencerán de que la especie no está en peligro en sus aguas.
Alrededor de esta isla viven unas 43.000 ballenas minke.
Funcionarios del gobierno islandés afirman que los opositores a la caza de ballenas deberían restringir sus protestas a sus propios países, sin pretender imponer una veda a Reykjavik.
Pero las objeciones se sienten desde las embajadas hasta las agencias de viaje, tanto en países lejanos como cercanos.
El ministro de Pesca de Gran Bretaña, Ben Bradshaw, dijo el año pasado que impulsaría el boicot de productos islandeses a causa de la caza de ballenas. Funcionarios estadounidenses formularon una advertencia similar.
El embajador británico en Reykjavik entregó al gobierno una nota de protesta firmada por 23 países opuestos a la reanudación de las capturas.
La organización ambientalista Greenpeace Internacional, que acaba de abrir una oficina en Islandia, anunció que promovería el turismo al país si su gobierno detenía la caza de ballenas.
La oposición a la actividad crece dentro de Islandia. El sector turístico ha sabido aprovechar la presencia de ballenas cerca de sus costas para promover el avistamiento.
Nunca será posible cazar y observar a las mismas especies animales, pues se tornan tímidas e inalcanzables, dijo Gudmundur Gestsson, quien lleva el timón del Hafsulan, un bote dedicado al avistamiento en las aguas de Reykjavik.
Del otro lado del muelle, cuatro botes balleneros se mecen en la bahía..