Las promesas electorales de hace casi dos años del primer ministro de Portugal, José Manuel Durão Barroso, acabaron por ir a parar al saco roto de las ilusiones, al confirmarse este fin de año que el país logró un resonante último lugar en la Unión Europea (UE).
Durão Barroso había garantizado en su campaña política de marzo de 2002 que en caso de llegar al gobierno pondría a Portugal al cabo de una década en el grupo de los países más avanzados de la UE. Pero los indicadores económicos y de desarrollo social y humano del bloque al finalizar el año constituyen un contundente desmentido a las expectativas portuguesas.
Este político conservador ya cumple su segundo año de gobierno y este 2003 presenta un retroceso de la economía de 1,1 por ciento, lo cual le permitió a Grecia salir del fatídico último lugar de la UE, que ocupaba sola entre 1986 y 2001 y que compartió con Portugal en 2002.
Pero lo más preocupante para la analista en temas europeos Isabel Arriaga e Cunha, es que en 1999, el PIB (producto interno bruto) de Grecia era de 65 por ciento del promedio comunitario (UE), mientras el portugués era de 70 por ciento, es decir desde ese año hasta 2002 los griegos avanzaron seis puntos y Portugal sólo uno.
En cuanto a inflación y cesantía, Portugal registró los más altos incrementos. Los precios al consumidor crecieron en promedio 1,8 por ciento en la UE, frente al aumento de 4,4 por ciento en Portugal en particular.
En tanto, el desempleo en Portugal, que tradicionalmente era uno de los más bajos del bloque, pasó de 4,1 por ciento de la población económicamente activa en 2002 a 7,2 por ciento este año, colocándose en el promedio de los 15 países de la UE.
En términos de justicia social nada se avanzó, al tomarse en cuenta que Portugal cuenta con los salarios más altos para los ejecutivos y los más bajos para los trabajadores respecto de la UE, conformada además por Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Holanda, Gran Bretaña y Suecia.
El sueldo mínimo nacional de 356 euros (unos 440 dólares) continúa siendo 60 por ciento del griego y el promedio que se paga en la industria, de 828 euros (unos 1.030 dólares), representa 59 por ciento del que cobra un español en esa misma área, 53 por ciento de un francés, la mitad que recibe un empleado industrial irlandés, sueco o italiano y 34 por ciento de lo que percibe un danés.
Al mismo tiempo, un gerente de una empresa pública o de participación estatal percibe un ingreso que puede llegar casi el triple de un equivalente español o francés y un periodista estrella de la televisión pública tiene un salario que cuadruplica el de la más célebre presentadora del noticiero de la RAI italiana.
Sin embargo, esta inmensa desigualdad social, que no tiene parangón en Europa, no se puede atribuir sólo a la coligación oficialista del Partido Social Demócrata (PSD), de orientación conservadora pese a su nombre, y el Centro Democrático Social/Partido Popular (CDS/PP), de derecha nacionalista.
El ex líder socialista Antonio Guterres, quien gobernó entre 1995 y 2002, mantuvo esta situación que los analistas económicos con frecuencia describen de estilo latinoamericano, en referencia a las marcadas desigualdades en esa región.
Esta situación también se refleja en otras comparaciones con el resto de la UE, tales como número de horas de trabajo, acceso a la salud pública, a la educación y a la cultura.
Mientras un portugués trabaja 1.730 horas anuales, un trabajador de los demás países de la UE lo hace durante 1.620 horas por año.
En los hospitales estatales existen listas de espera de hasta seis años para realizar una intervención quirúrgica y los altos precios de los dentistas, indican que sólo 35 por ciento de los 11 millones de portugueses alguna vez curó su dentadura.
El informe Empleo en Europa 2001, el último divulgado por la Comisión de Bruselas, indica que 20 por ciento de la población de Portugal eran catalogadas entonces con problemas de salud, frente al promedio comunitario de 10 por ciento, registrándose los más altos índices de reumatismo, hipertensión y diabetes.
La más baja productividad de la UE es explicada según ópticas opuestas. Para los industriales, la falla es de los trabajadores, mientras los sindicatos hacen hincapié en que el problema está en la mala gestión empresarial, lo que se demuestra con el prestigio con que un inmigrante luso cuenta en Francia, donde viven casi un millón de portugueses.
En el ocaso del año, la prensa ha dedicado vastos espacios al balance, unánimemente negativo, de 2003, destacando una larga lista de fatalidades, donde Portugal no es el último, sino por el contrario, el campeón de Europa.
De ese listado se destaca el primer lugar de Europa y el segundo del mundo, detrás de Corea del Sur, en cantidad de automovilistas muertos en las carreteras, el primero de la UE en víctimas fatales en accidentes de trabajo, donde se registran 7.214 casos, frente al promedio comunitario de 4.450, por cada 100.000 habitantes.
En consumo de drogas leves, Portugal también se apuntó como el campeón de la Unión Europea, así como en incidencia de casos de síndrome de inmunodeficiencia adquirida y en abusos policiales a detenidos, que le hacen seguir formando parte de la lista negra anual de la organización humanitaria Amnistía Internacional.
El analfabetismo se mantiene inmutable en 11,8 por ciento, pero lo más preocupante es la versión funcional —es decir que pueden leer pero no comprenden a cabalidad lo que leen, que alcanza a 48 por ciento, es decir más del doble de Gran Bretaña, su más cercano seguidor, que registra 21 por ciento de analfabetos funcionales.
Consultado por IPS sobre este desalentador balance en el campo cultural, el director de cine y teatro José Fonseca e Costa respondió con ácida ironía el sostener que este país ya tocó en el fondo, sólo que ese era el fondo falso. Ahora, seguimos cayendo, no sabemos cuando más, hasta tocar en el fondo verdadero.
Varios estudios realizados por la UE han demostrado que el nivel de formación cultural de los habitantes de un país está directamente relacionado con su futuro económico y de desarrollo social y humano, lo que permite prever que con la entrada de 10 nuevos países en mayo de 2004, Portugal se verá en aprietos todavía mayores.
Chipre entrará en la familia comunitaria mejor colocado que Grecia y Portugal, al presentarse con un PIB por habitante de 76 por ciento del promedio de la UE, mientras Malta con 70 por ciento les iguala y Eslovenia con 69 les está alcanzando.
Los siete restantes, van desde la proporción del PIB promedio comunitario de Letonia con 35, Lituania con 39, Estonia con 40, Polonia con 41, Eslovaquia con 47 y Hungría con 53, hasta el de 62 por ciento de República Checa.
Según el profesor de economía René Afonso, los países europeos ex socialistas por las inversiones extranjeras que captarán así como por un analfabetismo casi cero, un vasto acceso a la cultura y una preparación técnica sólida, que les permitirá un aumento de la productividad, serán a partir del próximo año, el gran contratiempo para los menos desarrollados de la UE.