PALESTINA-ISRAEL: Si fuera por el respaldo…

Si el éxito del plan de paz no oficial palestino-israelí lanzado esta semana en Ginebra dependiera del respaldo internacional, podría aplicarse hoy mismo.

Con la presencia de tres premios Nobel de la Paz y mensajes de apoyo a la distancia de líderes de todo el mundo, entre ellos el ex presidente sudafricano Nelson Mandela, la llamada ”Iniciativa de Ginebra” fue firmada el lunes por Yossi Beilin, ex ministro de Justicia de Israel, y Yasser Abed Rabbo, ex ministro de Información palestino, ante más de 300 israelíes y palestinos.

La principal interrogante es si la iniciativa y una petición paralela de ciudadanos, conocida como el proyecto Voz del Pueblo, lograrán generar suficiente presión nacional e internacional para lograr que israelíes y palestinos dejen atrás su antiguo conflicto.

”Esto le decimos al mundo: No crean a aquellos que les dicen que nuestro conflicto es irresoluble”, declaró Beilin, que fue ministro de Justicia bajo el gobierno del Partido Laborista israelí, en los años 90. ”No intenten ayudarnos a manejar el conflicto. Ayúdennos a terminarlo”, agregó.

”No podemos esperar mientras el futuro de nuestras dos naciones se desliza hacia la catástrofe”, advirtió Rabbo, un antiguo colaborador del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat.

El detallado plan de 50 páginas, basado en gran parte en conversaciones oficiales mantenidas en Taba, Egipto, antes de que el Partido Laborista fuera expulsado del gobierno israelí en enero de 2001, fue terminado en octubre.

Desde entonces circuló por el mundo, recabando apoyo de figuras como el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, el primer ministro británico Tony Blair y el secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, Colin Powell.

La Voz del Pueblo, una iniciativa del ex jefe de inteligencia israelí Ami Ayalon y el líder palestino Sari Nusseibeh, ha sido firmada por unos 200.000 israelíes y palestinos y recibió comentarios favorables del subsecretario de Defensa estadounidense, Paul Wolfowitz, el principal impulsor de la guerra contra Iraq y considerado el ”halcón” de más alto rango en la administración de George W. Bush.

Sin embargo, Washington mantuvo un discreto silencio sobre ambos planes el lunes, aparentemente por temor a perturbar su actual misión diplomática en Israel, la primera en varios meses, destinada a acercar al primer ministro israelí Ariel Sharon y a su nuevo homólogo palestino, Ahmed Qurei, para que reanuden las conversaciones de paz.

El plan de Ginebra prevé dos estados en coexistencia. Israel mantendría sus fronteras anteriores a junio de 1967, cuando invadió Jerusalén oriental, Gaza y Cisjordania, y aceptaría la creación del estado palestino.

Los asentamientos judíos cercanos a la frontera serían incorporados a Israel a cambio de la entrega a los palestinos de territorios comparables. Otros asentamientos serían abandonados o absorbidos por los palestinos.

La concertación se extiende inclusive sobre el tema más espinoso de las negociaciones entre Israel y Palestina, la cuestión de los refugiados, unos 3,8 millones de palestinos que nunca han renunciado a su derecho a retornar.

Estos refugiados tendrían derecho a regresar a la nueva Palestina u optar por ser reubicados en terceros países, mediante compensación y asistencia de rehabilitación. Algunos podrían regresar a sus hogares en el actual Israel, si el gobierno israelí lo autorizara. Además, el estado palestino sería desmilitarizado.

En cuanto a Jerusalén, considerada por Israel su ”capital eterna e indivisible”, sería capital de los dos países. Los barrios árabes de la parte oriental se transformarían en la capital palestina, de acuerdo con la antigua aspiración del pueblo palestino, y cada parte gobernaría sus propios sitios sagrados, con garantías de acceso para miembros de todas las religiones.

Una fuerza multinacional encabezada por Estados Unidos se encargaría de la seguridad y de hacer cumplir el acuerdo.

Una encuesta de opinión pública patrocinada y publicada la semana pasada por el Instituto James Baker III, de Texas, y el Grupo Internacional de Crisis, de Bruselas, reveló que la Iniciativa de Ginebra cuenta con el apoyo de la mayoría de los palestinos e israelíes.

En entrevistas cara a cara, 53,3 por ciento de los israelíes declararon que apoyarían la propuesta, mientras 43,9 por ciento dijeron que se opondrían. Entre los palestinos, los porcentajes fueron 55,6 a favor y 38,5 en contra.

Aunque Arafat y su gobernante Partido Fatah no han adoptado una posición formal sobre el plan, trascendió que el histórico líder palestino alentó a Rabbo en su trabajo y a varios dirigentes de Fatah, incluido su máximo funcionario de seguridad, a asistir a la firma del plan en Ginebra.

Por otra parte, Sharon criticó duramente el plan cuando se hizo público, y llegó a calificarlo de ”traición”. Pero después que Powell y Wolfowitz manifestaron su apoyo a la propuesta, el primer ministro israelí moderó sus declaraciones y dejó que sus ministros de derecha se ocuparan de desacreditar la iniciativa.

En esta empresa, la derecha israelí cuenta con el apoyo de la mayoría de los neoconservadores estadounidenses (salvo Wolfowitz, que siempre ha expresado mayor solidaridad hacia la causa palestina que sus compañeros ideológicos) y de la Derecha Cristiana.

William Safire, columnista del diario The New York Times, escribió la semana pasada que Sharon no tiene nada de qué preocuparse, porque ”cuenta con el respaldo de un presidente de Estados Unidos que valora la paciencia y el coraje frente al terrorismo”.

Charles Krauthammer, columnista del Washington Post, afirmó que la Iniciativa de Ginebra equivale a ”una carta de suicidio” para Israel, y consideró que la carta de apoyo de Powell a Beilin y Rabbo es ”una vergüenza”.

Sin embargo, tanto el plan de Ginebra como el proyecto Voz del Pueblo cuentan con el sorpresivo apoyo de destacadas figuras estadounidenses, empezando por Wolfowitz y Powell.

El senador John McCain, perteneciente al gobernante Partido Republicano y en general cercano a los neoconservadores en cuestiones de política exterior, se manifestó positivamente sobre ambas propuestas, así como la senadora por California Diane Feinstein, del opositor Partido Demócrata y una de las principales voces de la comunidad judía en el Congreso.

También expresó su apoyo a ambos planes el senador republicano Lincoln Chafee, quien advirtió recientemente que el ”desentendimiento” de la administración Bush del proceso de paz en Medio Oriente estaba afectando su credibilidad en Iraq y en el resto del mundo árabe.

Fuera de Estados Unidos, mandatarios actuales o pasados que se han interesado por el conflicto palestino-israelí parecen respaldar en forma unánime las iniciativas no oficiales de paz.

Entre los que enviaron mensajes de apoyo a Ginebra se cuentan Blair, el presidente francés Jacques Chirac, el egipcio Hosni Mubarak, el rey de Marruecos, Mohamad VI, y el ex presidente estadounidense Bill Clinton.

”La única alternativa a esta propuesta es la violencia sostenida y creciente”, advirtió Jimmy Carter a la audiencia de Ginebra.

Cincuenta y ocho ex gobernantes mundiales firmaron una declaración de apoyo a las iniciativas civiles de paz y destacaron la importancia de sentar las bases de ”una solución justa y duradera” al inicio del proceso, en lugar de negociar medidas graduales que favorecen a ”extremistas de ambas partes”.

Asimismo, exhortaron a Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y la ONU, el llamado ”Cuarteto” que hace 10 meses dio a conocer una ”hoja de ruta” para la paz palestino-israelí, a respaldar ambas iniciativas.

Suscribieron la carta los ex presidentes Martti Ahtisaari y Kalevi Sorsa, de Finlandia; José María Figueres y el Nobel de la Paz Oscar Arias, de Costa Rica; Fernando Henrique Cardoso, de Brasil; Mijail Gorbachov, de la extinta Unión Soviética, y los ex primeros ministros Carl Bildt e Ingvar Carlsson, de Suecia.

Otros firmantes son el primer ministro I.K. Gujral, de India; los ex primeros ministros Malcolm Fraser y Bob Hawke, de Australia; y los ex presidentes de Sudáfrica, Frederick de Klerk, de Filipinas, Fidel Ramos, de Ghana, Jerry Rawlings, y de México, Ernesto Zedillo.

Entre los funcionarios internacionales que suscribieron la carta, se cuentan Boutros Boutros-Ghali, ex secretario general de la ONU; Jacques Delors, ex presidente de la Comisión Europea; Sadako Ogata, ex Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados; Salim Ahmed Salim, ex secretario general de la Organización de Unidad Africana, y la ex comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Mary Robinson.

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