El pianista cubano Rubén González guardó toda su vida la foto que le regalara Arsenio Rodríguez como un recuerdo de los tiempos compartidos haciendo música. En la dedicatoria, el maestro le escribió: Rubén, suelta la carga.
Esa frase de Arsenio, esa invitación para que soltara todo lo que tenía adentro, todo su virtuosismo en el piano, creo que es la base para entender lo que es la descarga cubana y en la cual Rubén era único, dijo a IPS Orlando Matos, estudioso de la música de la isla.
En la jerga musical cubana, la descarga, similar a las jam sessions del jazz, es una sesión musical colectiva sobre composiciones conocidas o improvisaciones.
Era el pianista total. No importaba lo que tocara. Son, música clásica, jazz, descarga…el virtuosismo era el mismo, aseguró Matos.
González murió el lunes a la edad de 84 años de un ataque cardiorrespiratorio. Hacía más o menos un año que se había retirado de los escenarios por padecer artrosis generalizada.
El hombre piano, como se le conocía, saltó del olvido a la fama en 1997, casi a los 80 años, cuando el guitarrista estadounidense Ry Cooder y el productor británico Nick Gold unieron a figuras legendarias de la música cubana y lanzaron al mercado el disco Buena Vista Social Club.
Según Juan de Marcos, uno de los responsables de aquel proyecto, González era uno de los tres grandes pianistas de la música popular cubana, junto con Luis Lily Martínez y Pedro Peruchín Jústiz, y aunque la isla ha sido prolífica en otros notables intérpretes de ese instrumento, no hay duda de que el fallecido fue uno de los mejores.
Cuando salía al escenario, rozaba las teclas y el público lo empezaba a aplaudir, se crecía y se transformaba en un gigante, parecía un muchacho lleno de vitalidad y regalando música para los dioses, contó Omara Portuondo, una de las estrellas del Buena Vista.
Nacido en 1918 en el pequeño poblado de Encrucijada, en la zona central de la isla, González estudió piano durante ocho años en un conservatorio privado. Tras graduarse, se radicó en la capital y empezó a probar fortuna con algunas orquestas locales.
Su carrera como gran pianista comenzó a fines de los años 30, cuando tuvo la suerte de vivir muy cerca de Arsenio Rodríguez, el creador del conjunto sonero, un formato orquestal con piano, sección de metales y percusión de tumbadora.
El me dijo que me había oído tocar, que le gustaba como yo improvisaba, y que pensaba que yo iba a ser un gran pianista si aprendía algo que todavía me faltaba: dominar la clave cubana, contó González.
La propuesta era ir a tocar al conjunto de Rodríguez, y Rubén aceptó. Así fue que en el año 39 o 40 entré a tocar con Arsenio, y allí aprendí todo lo que me faltaba para ser un buen pianista de la música cubana, dijo en una entrevista a finales de la pasada década
Tras su despegue inicial con ese conjunto, el pianista se mantuvo en agrupaciones de primera línea como la de Paulina Alvarez, más conocida como la Reina del Danzonete, y la charanga de Enrique Jorrín, el creador del cha cha chá.
De acuerdo con el novelista y ensayista Leonardo Padura, en estas agrupaciones se perfiló definitivamente el estilo de Rubén quien se convirtió en un maestro de la improvisación y del ritmo, que aceptaba gustoso enfrentar todas las modalidades de la música popular cubana.
Tocó con Arsenio y con Jorrín. El sólo hecho de que Rubén haya estado con esos dos monstruos de la música cubana, da una idea de la clase de pianista que era, opinó Matos.
Los años 50 fueron buenos para el pianista, pero las cosas empezaron a cambiar en los 60. Murieron algunos grandes de la música cubana, otros se fueron al exilio tras el triunfo en 1959 de la revolución encabezada por Fidel Castro, y González siguió con Jorrín, tocando un cha cha chá que ya estaba pasado de moda.
Así se jubiló, y durante años se limitó a tocar en alguna que otra descarga de música popular. Era referencia obligada para los estudiantes de los conservatorios, que solían buscarlo para que les enseñara una cosa u otra, pero estaba totalmente olvidado por el gran público.
Cuando en 1997 llegó a los estudios de grabación donde un grupo de amigos trabajaba en la preparación del disco Buena Vista Social Club, no fue casualidad. Hacía tiempo que debía ir a ese lugar cuando sentía deseos de tocar, pues su viejo piano había sido devorado por el comején.
Lo que yo hice esa noche fue lo que he hecho siempre… Me puse a tocar así, por el placer de tocar, y de pronto veo a un hombre que no conozco, que está en la cabina de grabación haciendo gestos para que no parara, recordó.
El desconocido era Nick Gold, y ese mismo día le pidió que se quedara a trabajar.
Me dijo que quería hacer un disco conmigo donde yo tocara lo que más me gustara, porque nunca había visto tocar a nadie de esa manera y se había enamorado de lo que yo hacía, relató el veterano pianista.
Rubén González vivía mirando las estrellas, sabía todo lo que se puede saber de las constelaciones, y quizás por eso mismo no creía en milagros.
No creo, pero a veces pasan cosas así. Lo único que lamento es que esto me haya pasado ya con 80 años, cuando debió pasarme a los 25… pero mejor tarde que nunca, dijo.
El compacto Introducing (Presentando a) Rubén González se grabó en dos días y fue una de las tantas derivaciones de Buena Vista Social Club.
No me clasiquees, solía decirle Arsenio Rodríguez para evitar que las manos del pianista de su orquesta dejaran a un lado la clave cubana y se desviaran hacia la música clásica. Fiel a ese recuerdo, González grabó una pieza magistral titulada Clasiqueando con Rubén, compuesta para él por De Marcos.
Rubén González era el más grande pianista que escuché en mi vida, aseguró el guitarrista Ry Cooder tras enterarse de la muerte del cubano, ocurrida cinco meses después de las de la gran sonera cubana Celia Cruz y el trovador Franciso Repilado, más conocido como Compay Segundo y también estrella del Buena Vista.
Para Padura, la coincidencia de tantas muertes es la advertencia de que ha llegado el fin de una época. El rutilante siglo XX de la música cubana, según Padura, parece empezar a despedirse para siempre, aunque por suerte, aún queda la música. (