LIBERIA: Armas a la hoguera

El tortuoso camino de Liberia hacia la paz entró esta semana en una fase crucial, cuando la ONU lanzó un programa de 15 millones de dólares para desarmar a 40.000 combatientes y reincorporarlos a la vida civil.

La primera etapa del programa se instrumentará en tres sitios de acantonamiento en Monrovia, la capital, así como en el sureste y oeste de este país de Africa occidental.

Líderes de insurgentes seguidores de Charles Taylor —quien fuera jefe rebelde y luego presidente— y de los grupos Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia (LURD) y el Movimiento para la Democracia en Liberia (MODEL) presentarán cada uno 1.000 combatientes en esos sitios el domingo 7. Las armas que entreguen serán destruidas.

”Este es el comienzo de un tiempo de paz para Liberia”, celebró Jacques Paul Klein, enviado especial del secretario general de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), Kofi Annan.

Los cascos azules comenzaron a llegar a este país de Africa occidental en octubre, para ayudar a poner fin a una de las guerras civiles más sangrientas del continente.

El conflicto, que duró la mayor parte de los últimos 14 años, dejó más de 200.000 muertos y varios miles de desplazados en este país de 3,5 millones de habitantes. Los combates también se extendieron a países vecinos y desestabilizaron a la región.

En una ceremonia realizada el lunes al oeste de la capital, Monrovia, altos funcionarios de gobierno, líderes de facciones combatientes, funcionarios de la ONU, diplomáticos y público en general festejaron la quema simbólica de unas 300 armas entregadas por las fuerzas de Taylor, que en agosto renunció a la presidencia y se exilió en Nigeria.

Unidades militares de Rusia, China, Ucrania, Bangladesh, Perú, Jordania, Filipinas y otros países integrarán una fuerza de mantenimiento de la paz de 15.000 hombres (actualmente la mayor del mundo) encargada de supervisar el proceso de desarme.

Además, se desplegarán 200 observadores militares y 1.000 policías internacionales. La Misión de las Naciones Unidas en Liberia funciona en virtud del capítulo siete de la Carta de las Naciones Unidas, que prevé el uso de la fuerza para garantizar la paz.

Luego de la desmovilización del día 7, los ex combatientes recibirán estipendios para su reubicación en distintas comunidades. La ONU les enseñará oficios y les ofrecerá empleos temporales para facilitar su reincorporación a la vida civil.

Además, los niños soldados regresarán a la escuela. Uno de ellos, Jacob Nimely, expresó satisfacción por el programa de desarme. ”Sólo quiero volver a la escuela y olvidarme de todo esto de la guerra”, dijo a IPS.

El jefe de Estado provisional, Gyude Bryant, está ansioso por iniciar el proceso. ”Estamos demostrando nuestro compromiso para desarmar a los combatientes y destruir todas las armas que nos causaron tantos problemas a través de los años”, declaró.

El presidente interino del LURD, Chea Doe, también destacó que el programa marca ”una nueva era” para Liberia, pero dio una señal de las tensiones todavía presentes al reclamar que todos los cargos del gobierno de transición que el acuerdo de paz reservó para ex rebeldes ”sean asignados a quienes correspondan”.

La semana pasada, líderes de facciones reclamaron decenas de cargos en el nuevo gobierno a cambio de permitir que sus combatientes se desarmaran. Esto provocó fuertes protestas de diversos sectores de la sociedad, que condenaron a los líderes por prolongar el sufrimiento de la población civil.

Thomas Nimely Yaya, líder del MODEL, declaró que los combatientes ”están listos para desarmarse, pero necesitan los paquetes de ayuda que les prometió la comunidad internacional”.

Por otra parte, el activista Conmany Wesseh señaló que la responsabilidad de las facciones beligerantes es deponer sus armas, en lugar de reclamar ayuda. El desarme creará un clima seguro para que miles de desplazados regresen a las aldeas que fueron saqueadas por los rebeldes, agregó.

Charles Taylor renunció y partió hacia el exilio hace cuatro meses, cuando estaba cercado por los rebeldes, que habían avanzado hasta las afueras de Monrovia. El ex presidente había encabezado en 1989 una campaña para derrocar al gobierno de entonces, y en 1997, ganó las elecciones presidenciales. Pero dos años después, estallaron nuevos combates.

Liberia fue fundada y gobernada tradicionalmente por descendientes de esclavos estadounidenses liberados, como Taylor. Ahora, grupos nativos como los krahn y los mandingo reclaman su cuota de poder.

Los mandingos controlan el LURD, y los krahn, el MODEL.

Taylor está acusado por el Tribunal Especial para Sierra Leona, organizado por la ONU, de suministrar armas y entrenamiento al insurgente Frente Unido Revolucionario (RUF) de ese país a cambio de diamantes.

Miembros del RUF mutilaron a miles de civiles, incluso niños, y saquearon e incendiaron cientos de pueblos y aldeas.

Taylor, hoy residente en la ciudad nigeriana de Calabar con su esposa y cuatro hijos, ha sido involucrado, además, en rebeliones en Costa de Marfil y Guinea. (

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