JAPON-IRAQ: Golpe al pacifismo

La decisión del gobierno de Japón de enviar una misión militar a Iraq pese a la abrumadora oposición pública asestó un duro golpe al pacifismo que se arraigó en este país asiático desde su derrota en la segunda guerra mundial.

Cientos de miembros de las Fuerzas de Autodefensa japonesas serán desplegados el año próximo en ese país del Golfo que ocupan Estados Unidos y sus aliados, aunque no está claro en qué fecha. Lo que sí está claro es que el primer ministro Junichiro Koizumi no representa la voluntad de su pueblo, dicen los críticos.

”No puedo creer que un gobernante ignore los deseos de su propio pueblo. Definitivamente, Koizumi se está arriesgando, dada la inseguridad reinante en Iraq”, advirtió Yasuo Kurata, experto en relaciones internacionales y analista independiente.

El plan aprobado el martes por el gabinete de gobierno prevé el envío de cientos de militares a Iraq por seis meses para suministrar agua potable y mejorar los servicios médicos y educativos en el sudeste de ese país del Golfo.

”Las Fuerzas de Autodefensa irán para ayudar al pueblo iraquí. Estarán armadas, pero no para combate, sino para su propia protección”, aclaró Koizumi al anunciar su decisión a la prensa.

Las Fuerzas de Autodefensa son lo más parecido a un ejército que los vencedores de la segunda guerra mundial permitieron tener a Japón desde entonces, como garantía contra su aventurismo militar.

El envío de tropas a Iraq constituye la primera misión militar japonesa fuertemente armada desde 1945. Las últimas encuestas de opinión indican que esta medida gubernamental ha polarizado a los japoneses.

En primer lugar, la decisión enfrentó a políticos conservadores con la población pacifista, que rechaza cualquier papel militar de alto nivel para Japón.

Más de 70 por ciento de los japoneses aprueban la participación de este país en la reconstrucción de Iraq, pero sólo una vez que se haya restaurado la paz en ese país, reveló una encuesta realizada el fin de semana por la compañía de radiodifusión NHK.

Sólo 15 por ciento de los encuestados respaldan la posición del gobierno.

La oposición obedece en gran parte a la inseguridad que enfrentarán los soldados japoneses en Iraq, donde se registran a diario ataques de la resistencia iraquí contra las fuerzas de ocupación y también contra funcionarios y diplomáticos extranjeros.

”Es un gran error”, opinó Hiromistu Miki, un periodista independiente de 30 años. ”Japón no debe involucrarse en una guerra que pone en riesgo la vida de su gente”, agregó.

Pero los partidarios de Koizumi presentan un panorama diferente.

”Las Fuerzas de Autodefensa deben ir y prevenir la muerte de soldados de distintos países. La Constitución pacifista de Japón no les debe impedir el cumplimiento de ese deber”, declaró Shintaro Ishihara, el nacionalista alcalde de Tokio.

El envío de tropas japonesas con vehículos blindados y armas antitanques tiene como telón de fondo un debate sobre la propuesta reforma de la Constitución de posguerra para el año 2005.

Según los proponentes, es hora de que Japón, la segunda economía del mundo después de Estados Unidos, modifique la cláusula que le prohíbe participar en conflictos en el exterior.

Pero esa reforma podría provocar el resurgimiento del Japón militarista y agresivo que atacó a sus vecinos de Asia antes de ser derrotado por las fuerzas aliadas en 1945, advierten los pacifistas.

Además, ”la muerte de miembros de las Fuerzas de Autodefensa en Iraq podría despertar la solidaridad pública y provocar una ola de nacionalismo”, previno el analista militar Naoki Usui.

El duelo público de la semana pasada por dos conocidos diplomáticos japoneses que fueron asesinados en Iraq es una muestra de la posible reacción popular.

Mientras los pacifistas consideran esas muertes un argumento más para que Japón se mantenga fuera del conflicto iraquí, Koizumi aprovechó la ocasión para demostrar el compromiso de su gobierno de apoyar la ocupación estadounidense de Iraq.

”Los ataques terroristas no debilitarán la determinación de Japón de ayudar a la comunidad internacional”, dijo el primer ministro.

Esta postura podría obrar a favor del gobierno en caso de que mueran más japoneses en Iraq, consideró Usui.

Asimismo, el envío de tropas constituye un mensaje para Corea del Norte, cuyo programa nuclear es visto como una amenaza en este país.

”La sola exposición de tropas altamente profesionales y bien equipadas en Iraq envía una fuerte advertencia a Corea del Norte”, señaló Usui.

Tokio no olvida las pruebas con misiles de Pyongyang y su confesión el año pasado del secuestro de ciudadanos japoneses hace décadas. Por eso, muchos japoneses creen que apoyar la política exterior de Estados Unidos es invertir en su propia protección contra la amenaza norcoreana.

”Soy contrario a apoyar a Estados Unidos en Iraq. Pero es difícil no apoyarlo cuando podemos precisarlo para que nos defienda de Corea del Norte”, manifestó Ichiro Wakayama, un estudiante universitario de 20 años.

Kurata se estremece ante ese tipo de comentarios. ”Demuestran con qué facilidad se puede persuadir a los jóvenes de apoyar el militarismo en caso de que el envío de tropas resulte en un desastre”, señaló el analista, que recuerda su reclutamiento forzado en el Ejército Imperial durante la segunda guerra mundial.

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