El alejamiento de Estados Unidos del derecho internacional en materia de comercio, defensa y derechos humanos amenaza las bases del sistema económico que ha sustentado al capitalismo empresarial por más de 50 años.
Para las empresas multinacionales, que son a la vez motor y beneficiarias del sistema, el estado de derecho provee la previsibilidad necesaria para tomar decisiones sobre inversión. En su ausencia, los países tienen graves dificultades para atraer capitales y beneficiarse del régimen mundial de comercio e inversiones.
La preocupación por las políticas unilateralistas del presidente George W. Bush y su relación con el orden económico mundial comenzó a manifestarse a fines de 2002, cuando se hizo evidente que Washington lanzaría la guerra contra Iraq sobre la base de una nueva doctrina de seguridad nacional que incluía la guerra preventiva.
Ex planificadores políticos expresaron alarma en ese entonces, entre ellos Jeffrey Garten, actual decano de la Facultad de Administración de Yale.
El principal problema es la falta de consideración por el derecho internacional, advirtió en un artículo publicado en la revista Business Week, exhortando a los ejecutivos de las grandes empresas a oponerse a la línea del gobierno.
La Carta de las Naciones Unidas impone estrictos límites al derecho de autodefensa y establece que sólo se puede usar la fuerza frente a una amenaza inminente de ataque, recordó Garten.
El peligro es que, al apartarse Estados Unidos de los tratados internacionales, promueva el cinismo respecto de todos los acuerdos mundiales y abra la puerta para que otros países sigan su camino, arguyó.
Ignorando al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas y a los capitanes de las finanzas y la industria, Bush igualmente fue a la guerra. Esto generó nuevas advertencias.
La incertidumbre es el anatema de la inversión y el crecimiento, previno Bruce Nussbaum en la página editorial de Business Week, mientras los soldados estadounidenses cruzaban la frontera entre Kuwait e Iraq.
Los directores de las empresas están preocupados porque la globalización puede no ser compatible con una política exterior de prevención unilateral, señaló.
Las empresas estadounidenses pronto tendrán dificultades para funcionar en el ámbito económico multilateral, si sus socios comerciales y gobiernos extranjeros consideran que Estados Unidos actúa al margen de las leyes e instituciones internacionales, advirtió Nussbaum.
Pero la autoexcepción del derecho internacional por parte de Bush no fue el único golpe contra los intereses empresariales mundiales.
Los planes del gobierno de privatizar la economía iraquí adjudicando lucrativos contratos de reconstrucción a firmas estadounidenses también contrarió los intereses del sistema capitalista mundial, supuestamente basado en la transparencia y la apertura.
El imperialismo estadounidense es, por definición, un apartamiento del capitalismo mundial y de la mano invisible de los mercados a favor de un papel más dominante para el puño visible de los gobiernos, afirmó Paul McCulley, director administrativo de PIMCO, el mayor fondo mundial de inversión en bonos.
El compromiso de recompensar a empresas estadounidenses (de preferencia contribuyentes de campañas electorales) en Iraq también hace temer un nuevo mercantilismo, basado en un poder militar como el que caracterizó al imperialismo europeo, en oposición a un mercado mundial abierto.
Esa preocupación aumentó el pasado septiembre, con el colapso de la Quinta Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), celebrada en Cancún, México.
Pero el temor alcanzó su punto máximo a principios de este mes, cuando el subsecretario de Defensa estadounidense, Paul Wolfowitz, anunció que las empresas de aquellos países que se opusieron a la guerra en Iraq (incluidos aliados de Washington, como Francia, Alemania y Canadá) no podrían participar en la reconstrucción iraquí.
Según expertos comerciales, esa decisión viola normas de la OMC sobre contratación pública. Además, la medida fue anunciada el mismo día en que Bush se reunió con el ex secretario de Estado James Baker para diseñar una estrategia con miras a persuadir a aliados estadounidenses, incluso los excluidos de los contratos de reconstrucción, de que perdonaran la deuda externa de Iraq, de 220.000 millones de dólares.
Fue una mala idea, porque la reciprocidad es la base del comercio, comentó Steven Schooner, experto en leyes internacionales de contratación pública de la Universidad George Washington.
Al cerrar el mercado de las compras gubernamentales a empresas extranjeras, Estados Unidos está habilitando a otros gobiernos a que excluyan a firmas estadounidenses de sus obras públicas, advirtió.
Charlene Barshefsky, quien fuera la representante comercial de Estados Unidos bajo el gobierno de Bill Clinton (1993-2001), recordó que la apertura de los mercados y el acceso libre y justo son… la sangre de las multinacionales.
Pese a estas preocupaciones, Bush, que pretende ser reelegido el próximo noviembre, respaldó públicamente la decisión al realizar una declaración que seguramente estremeció a los directores de empresas multinacionales.
Interrogado por un periodista sobre si la exclusión de países extranjeros de la reconstrucción de Iraq violaba el derecho internacional, el presidente respondió: ¿Derecho internacional? Será mejor que llame a mi abogado. Él no me habló de eso.
Pero según Robert Novak, columnista del diario The Washington Post, el gobierno está considerando seriamente el levantamiento de la prohibición..
La reversión de la medida sería una importante señal para las empresas multinacionales de que Bush está dispuesto a moderar sus políticas unilateralistas y nacionalistas en aras del mantenimiento del orden multilateral.
Sin embargo, analistas como Garten no dan nada por sentado.
Estamos en un punto en que la globalización podría avanzar hacia una mayor apertura y mayor intercambio comercial… o el mundo podría fragmentarse en bloques de países y regresar al nacionalismo y el proteccionismo, advirtió. (