El derramamiento de sangre y los acontecimientos políticos marchan de la mano en el conflicto palestino-israelí, en momentos en que proliferan las iniciativas internacionales para buscarle una salida negociada, aunque sin éxito.
El primer ministro Ahmed Qureia anunció la formación de un nuevo gabinete, una de las condiciones para promover negociaciones de paz. Pero el disputado control de las fuerzas de seguridad permanecerán en manos del presidente Yasser Arafat.
Como para subrayar la fragilidad de cualquier iniciativa política, fuerzas israelíes mataron al menos a 12 palestinos en una serie de incidentes el fin de semana. Entre las víctimas había dos niños de 10 y 14 años.
Los nuevos acontecimientos políticos y la continuación de la violencia se enmarcan en un cambio de la actitud internacional hacia el conflicto palestino-israelí.
Qureia está dialogando con grupos radicales para que renueven el cese del fuego, y esta vez quiere incluir a Israel en las conversaciones.
Esto podría conducir a la reanudación del proceso de paz con base en la "hoja de ruta", el plan de paz ideado por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y la Organización de las Naciones Unidas.
Dos fuerzas contradictorias, en especial dentro de Estados Unidos, influyeron en la iniciativa de Qureia.
Por un lado, muchos observadores, incluso palestinos que visitaron Washington en las últimas semanas, creen que el gobierno de George W. Bush se está desentendiendo del conflicto, con miras a las elecciones presidenciales del año próximo.
Por otro lado, existen crecientes señales de que el gobierno de Bush está dispuesto a considerar dos de las principales críticas que ha recibido la hoja de ruta y su aplicación: primero, la construcción de asentamientos judíos debe terminar, y segundo, el plan precisa un objetivo más claro.
Israel se sorprendió la semana pasada cuando el secretario de Estado (canciller) estadounidense, Colin Powell, declaró públicamente su apoyo a un plan de paz no oficial presentado este mes por políticos, académicos e intelectuales moderados de ambas partes del conflicto.
Según el plan, lanzado en Ginebra, Israel debe retirarse casi por completo de los territorios palestinos ocupados, a cambio de la renuncia palestina a la demanda de que los refugiados puedan regresar a Israel.
El apoyo de Powell a esos acuerdos no oficiales fue considerado un castigo por la falta de acción a favor del proceso de paz por parte del gobierno Israelí, que criticó con vehemencia el plan de los moderados.
"Estados Unidos continúa comprometido con la visión de dos estados de su Presidente y con la hoja de ruta", escribió Powell en una carta a los dos principales impulsores de los acuerdos de Ginebra, los ex ministros Yossi Beilin, de Israel, y Yasser Abed Rabbo, de Palestina.
"Pero también creemos que proyectos como el de ustedes son importantes para sostener una atmósfera de esperanza, en que israelíes y palestinos puedan discutir soluciones mutuamente aceptables para los difíciles problemas que enfrentan", agregó.
La declaración de Powell representó la tercera señal en menos de una semana de que las ideas de Estados Unidos sobre Medio Oriente están cambiando.
Paul Wolfowitz, ex subsecretario de Defensa, de línea radical y unilateralista, elogió otro plan de paz no oficial palestino-israelí similar al de Ginebra, aunque menos detallado.
El segundo plan fue elaborado por el profesor palestino Sari Nusseibeh y el ex jefe de inteligencia israelí Ami Ayalon.
"Una de las claves para alcanzar la paz es movilizar de alguna manera las mayorías en ambas partes para poder aislar a los extremistas", dijo Wolfowitz.
Nusseibeh y Ayalon comenzaron a recolectar firmas en apoyo a su plan. Hasta ahora, cerca de 100.000 israelíes y 60.000 palestinos suscribieron la iniciativa.
De vuelta en Ramalá luego de un viaje por Estados Unidos, Nusseibeh manifestó sorpresa por el interés de miembros "del Congreso, la prensa y algunas organizaciones" estadounidenses en sus ideas y las de Ayalon.
El secreto puede estar en la visión de Wolfowitz sobre la posición de Estados Unidos en Medio Oriente.
En un discurso pronunciado la semana pasada en la Universidad de Goergetown, Wolfowitz se refirió al conflicto palestino-israelí como un gran obstáculo a los esfuerzos de Washington por mejorar las relaciones con los musulmanes moderados.
También trascendió que jefes de la Oficina de Investigación de Inteligencia y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) indicaron al Comité de Inteligencia del Senado que la presión sobre Israel para que deje de construir asentamientos en los territorios ocupados podría mejorar la posición de Estados Unidos en Iraq y Medio Oriente.
Estados Unidos siempre se opuso oficialmente a la política de asentamientos de Israel, pero sólo a principios de los años 90 le impuso ciertas sanciones limitadas.
Israel reaccionó duramente al resultado de una encuesta publicada la semana pasada por la Comisión Europea, según la cual 57 por ciento de los europeos consideran que Israel es la mayor amenaza a la paz mundial, seguido por Estados Unidos, Irán y Corea del Norte.
Zalman Shoval, ex embajador de Israel en Estados Unidos y actual asesor del primer ministro israelí Ariel Sharon, consideró que esa opinión del público europeo se debe en parte a la alianza de Israel con Estados Unidos, "que es odiado por elementos del mundo árabe contrarios a todo lo que representa, y también por la izquierda radical europea".
Shoval no cree que el enfoque de Estados Unidos hacia el conflicto haya cambiado.
"Wolfowitz sí cree que la resolución del conflicto ayudaría a mejorar las relaciones con el mundo árabe, pero nunca le pediría a Israel que tomara medidas unilaterales que pusieran en peligro la seguridad del país", afirmó. ***** +La hora de los moderados (http://ipslatam.net/interna.asp?idnews=24206) (FIN/IPS/tra-en/fb/ss/mlm/ip/03)