PAKISTAN: Commonwealth no quita el sueño a Musharraf

La suspensión de Pakistán de la Comunidad Británica de Naciones (Commonwealth) no causa mayor preocupación al gobierno, cuatro años después del golpe de Estado encabezado por el general y actual presidente Pervez Musharraf.

Ocurre que la cooperación diplomática y económica con algunos miembros del grupo, en particular la antigua potencia colonial, Gran Bretaña, se fortalecieron por la participación pakistaní en la ”guerra contra el terrorismo” declarada por Estados Unidos tras los atentados de septiembre de 2001.

La condición de Pakistán en la Commonwealth dio un viraje desde entonces. En octubre de 1999, cuando Musharraf derrocó al primer ministro Nawaz Sharif una semana antes de la cumbre del grupo en la ciudad sudafricana de Durban, Islamabad llegó a temer la expulsión permanente.

Pero los jefes de gobierno de los 54 países reunidos en Durban resolvieron solo suspender la membresía pakistaní. Cuatro años después, el gobierno muestra optimismo en las vísperas de la cumbre que se celebrará los días 5 y 6 de diciembre en Abuja, Nigeria.

”Estamos seguros de que la organización tomará en cuenta el rol de Pakistán en el mundo post-11 de septiembre y que tratará hacer este papel aun más efectivo”, dijo el dirigente Chaudhry Abdul Waheed, de la gobernante Liga Musulmana.

El gobierno advirtió que los órganos de la Commonwealth se sobrepasaron en sus facultades al mantener la suspensión de Pakistán incluso después de los comicios generales de 2002. Pero la oposición niega que rija la democracia, aun con elecciones.

”El hecho es que los militares se mantienen firmemente al mando. Las elecciones fueron apenas una fachada para instalar un gobierno títere que carece, en la práctica, de poder”, dijo el dirigente opositor Taj Haider, del Partido del Pueblo de Pakistán.

Pero la compulsión bélica que invadió a Estados Unidos y Gran Bretaña tras el 11 de septiembre de 2001 jugó a favor de las fuerzas armadas pakistaníes, dado su compromiso con la guerra contra el terrorismo internacional.

Muchos críticos afirman el papel de Islamabad en instancias como la guerra en Afganistán redujeron la suspensión de Pakistán de la Commonwealth al carácter de medida cosmético.

Si la Commonwealth está tan preocupada por el control que ejercen los militares pakistaníes sobre la actividad política, se preguntan, ¿por qué Gran Bretaña recibió a Musharraf este año como huésped de Estado?

Otras interrogantes suspicaces: ¿por qué Londres y otros gobiernos del bloque brindaron un generoso apoyo financiero a Pakistán? ¿Por qué los países de la Commonwealth no decidieron imponer sanciones más duras sobre Islamabad hasta la plena restauración de la democracia?

Para Afrasiyab Khattak, ex presidente de la no gubernamental Comisión de Derechos Humanos, la comunidad internacional, Estados Unidos y Gran Bretaña no pueden dejar de lado a Pakistán en las actuales circunstancias geoestratégicas.

”Hasta ahora, han hecho la vista gorda ante la usurpación militar. La suspensión de la Commonwealth no significa nada para el gobierno respaldado por los militares a menos que se tomen medidas económicas y diplomáticas” que le den vigor a la medida, consideró Khattak.

Haider indicó que las 29 enmiendas constitucionales impuestas por Musharraf el año pasado asignaron, en la práctica, el grueso del poder gubernamental al presidente, quien también ocupa la jefatura de las fuerzas armadas.

”¿Cómo puede decirse que hay democracia en Pakistán? El pueblo y sus representantes no tienen control para determinar su destino y tomar decisiones sobre los asuntos que afectan sus vidas”, sostuvo el dirigente opositor.

Por esa razón, el Grupo de Acción Ministerial de la Commonwealth, máxima instancia de análisis del grupo en materia de democracia y derechos humanos, mantuvo la suspensión al reunirse en Nueva York a finales de septiembre.

Para el órgano integrado por ocho cancilleres, el gobierno pakistaní continuaba negando al parlamento la posibilidad de refrendar las enmiendas impuestas por Musharraf poco antes de las elecciones de 2002, consideradas por la oposición una maniobra cosmética para aparentar un régimen civil.

Con su reforma constitucional, el presidente se atribuyó la facultad de disolver el gobierno y las asambleas legislativas, así como la de designar funcionarios, incluidos gobernadores provinciales, jueces y comandantes militares.

También estableció un Consejo de Seguridad Nacional que, sin control parlamentario, integra a los comandantes de las fuerzas armadas, lo cual le asigna un papel permanente en la actividad política.

El grupo al que pertenecen los ministros de Relaciones Exteriores de Australia, Bahamas, Bangladesh, Botswana, India, Malta, Nigeria y Samoa indicó que, si las negociaciones sobre asuntos constitucionales concluyen con éxito, la suspensión de Pakistán quedaría sin efecto.

Pakistán vincula la suspensión a la presencia de India, su rival en Asia meridional, en el Grupo de Acción Ministerial.

”Lamentamos la decisión, pues la democracia ha sido restaurada en Pakistán. Las instituciones democráticas son funcionales. La Commonwealth no tiene la facultad de pronunciarse sobre las enmiendas”, dijo el portavoz de la cancillería pakistaní Masood Khan.

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