NACIONES UNIDAS: Un blanco fácil

Los más veteranos funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) deben recordar que uno de los primeros atentados contra ella ocurrió el 11 de diciembre de 1964, cuando el líder guerrillero Ernesto ”Che” Guevara hablaba en la Asamblea General en nombre de Cuba.

El carismático revolucionario argentino-cubano estaba en el podio cuando, de pronto, una fuerte explosión se escuchó desde el exterior del edificio en Nueva York.

Nada menos que una bazuka de fabricación estadounidense había sido disparada contra el edificio de la ONU, mientras en la cercana Primera Avenida se realizaba una manifestación de opositores al presidente cubano Fidel Castro.

Las protestas, apoyadas por la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (más conocida por sus siglas en inglés, CIA), tenían el propósito de impedir que Guevara pronunciara su discurso, en el que, como era de esperar, lanzó duras críticas a la política exterior de Washington.

Pero la bazuka, seguramente no tan refinada como las armas actuales, falló y el proyectil terminó en el cercano Río Este.

Un periódico describió aquel ataque como ”uno de los más salvajes episodios desde que la ONU se mudó a esas oficinas en 1952”.

Luego del discurso, periodistas se acercaron al Che Guevara para preguntarle sobre el atentado, y respondió que ”la explosión le dio más sabor a la cosa”.

Pero en estos días de múltiples ataques suicidas contra sedes diplomáticas e instituciones internacionales, ningún funcionario de la ONU se toma tan livianamente la idea de un posible atentado contra las oficinas del foro mundial en Nueva York.

El secretario general de la ONU, comentó que esa institución ”ya no es sagrada”, al ser consultado por periodistas sobre la muerte en Afganistán de un trabajador humanitario, el miércoles de la semana pasada.

En los últimos días ”hemos visto muchas bombas y atentados a nuestro alrededor. Hemos visto que la bandera azul de la ONU es objeto directo de ataques”, señaló.

Annan indicó que incluso las organizaciones humanitarias ”neutrales” como la Cruz Roja y la Media Luna Roja ya no se salvan de los atentados terroristas.

”Vivimos en un mundo muy difícil y peligroso. Se están tomando medidas para garantizar una mejor protección de nuestros funcionarios y les puedo asegurar que, por mis contactos con las embajadas que rodean este edificio, todos son conscientes del peligro en que vivimos”, añadió.

Pero el vicepresidente del sindicato de funcionarios de la ONU, Guy Candusso, sostuvo que no se hace lo suficiente para proteger a las cerca de 5.000 personas que trabajan en las oficinas de la organización en Nueva York.

”Hicimos dos propuestas a la administración, pero las dos fueron rechazadas”, dijo a IPS.

La primera fue que todas las personas que ingresan al complejo pasaran por un detector de metales, y la segunda que todos los funcionarios tuviran su propia máscara de gas para un eventual ataque con armas químicas.

Actualmente no se hacen revisaciones de seguridad a diplomáticos, funcionarios ni periodistas. Los guardias de seguridad tampoco controlan a todos los vehículos que trasladan cada día a los 191 representantes permanentes.

”Si un representante permanente se resiste a la inspección de su vehículo, se le debe permitir el paso, pero su nombre debe ser anotado”, según las instrucciones proporcionadas a esos guardias.

Pero Candusso sostiene que ”todos los que entren al edificio, incluyendo a los embajadores, tienen que ser sometidos a las inspecciones de seguridad”.

Annan anunció el jueves que pedirá recursos adicionales para reforzar la seguridad en Nueva York y en todas las dependencias de la ONU en el mundo.

Pero Candusso afirmó que, según un informe presentado por un grupo de expertos encabezados por el ex presidente finlandés Martti Ahtisaari (1994-2000), los fondos para la seguridad de la ONU ya suman 75 millones de dólares anuales.

”Se puede aumentar el gasto en seguridad, incluso a más de 1.000 millones de dólares, pero eso resolverá el problema. Tenemos un sistema de seguridad disfuncional, y nadie parece ser responsable de lo que pasa. Debe haber responsabilidad a todo nivel de la administración”, alegó.

El temor ha aumentado luego de que se divulgara hace un año un vídeo en el que supuestamente el líder de la red terrorista Al Qaeda, el saudita Osama bin Laden, acusó a la ONU de ser un agente de Estados Unidos y ”nada más que una herramienta del crimen”.

Desde entonces, la ONU y otras organizaciones internacionales fueron objeto de atentados suicidas en Iraq.

El primero de ellos ocurrió el 19 de agosto y causó la muerte de 22 funcionarios, entre ellos el brasileño Sergio Vieira de Mello, subsecretario general de la ONU y jefe de su delegación en Bagdad. Al menos 150 personas resultaron heridas en ese atentado con coche bomba.

El segundo ataque ocurrió el 22 de septiembre, y en octubre fue perpetrado uno contra la Cruz Roja, que dejó más de 20 muertos, en su mayoría iraquíes.

Luego de esos atentados, el representante especial de Annan en Iraq, Ramiro Lopes da Silva, y el coordinador de seguridad de la ONU, Tun Myat, renunciaron a sus cargos. Pero nadie públicamente se responsabilizó por las fallas de seguridad que permitieron los ataques.

”No debemos crear la impresión de que haremos una caza de brujas en situaciones donde hay muchos traumas y cuando se trata de una tragedia”, dijo Annan.

Pero admitió que las investigaciones demostraron que hubo una ”grave negligencia” en la seguridad. ”Tomaremos medidas, aunque no quiero adelantar el resultado de la investigación”, señaló.

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