El rumor de que Washington había capitulado ante el planteo de Brasil de abrir conversaciones comerciales directas con el Mercosur corrió como reguero de pólvora en medio de las negociaciones sobre el ALCA, pero parece ser munición mojada.
Vamos a marcar una fecha lo más rápido posible para un acuerdo entre el Mercosur y Estados Unidos, dijo Celso Amorim, canciller de Brasil, la mayor economía del bloque que también conforman Argentina, Paraguay y Uruguay.
Esa expresión en boca nada menos que de Amorim fue la delicia de periodistas ansiosos de un anuncio extraordinario en la víspera de la VIII Conferencia Ministerial del ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas), que se realiza este jueves y el viernes en la sudoriental ciudad estadounidense de Miami.
Es que el inicio de conversaciones entre el Mercosur (Mercado Común del Sur) y Estados Unidos para alcanzar un pacto comercial similar al que este país tiene con México y Canadá en la fórmula llamada cuatro más uno implicaba un inesperado giro de Washington, que meses atrás habían rechazado esa posibilidad.
Pero funcionarios estadounidenses atajaron la bola casi de inmediato.
Uno de ellos, que no se identificó, aclaró: sí, estamos negociando con Brasil, con Argentina, con Paraguay y con Uruguay como un sólo bloque, pero dentro del contexto del ALCA. Eso fue lo acordado por (el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert) Zoellick y Amorim meses atrás.
Lo novedoso de la última reunión sostenida el miércoles entre Washington y Brasilia, que comparten la presidencia de las negociaciones para crear el ALCA, es haber fijado enero como fecha tentativa para empezar a estudiar la eliminación de algunas barreras al intercambio de ciertos productos y una prudente liberalización de los servicios.
No puede haber sorpresas. Acá ya todo está cocinado, comentó el empresario argentino, Antonio Estrany, participante en el foro empresarial finalizado el miércoles también en Miami.
Si hubiese sorpresas entonces esta reunión sería un fracaso para sus organizadores. Estados Unidos no va a negociar con el Mercosur un acuerdo separado de libre comercio porque significaría un escenario de negociación aún más comprometedor para ellos que en el espacio más difuso del ALCA, explicó.
Al advertir que lo que viene del ALCA es lo más difícil, Zoellick cerró el foro de empresarios americanos pidiendo más participación del sector privado.
Sin embargo, curiosamente, la queja de Estrany es similar a la de algunas organizaciones de la sociedad civil que participaron en estos encuentros previos a la reunión ministerial, cuando el empresario indica que les pidieron opinión, pero el borrador de Declaración estaba impreso con anterioridad.
Funcionarios que llegaron a mitad de semana a Miami para instalar el encuentro oficial del ALCA confirman la percepción del empresario.
La declaración ministerial está prácticamente cerrada comentó el secretario de Comercio de la cancillería de Argentina, Martín Redrado, uno de los principales delegados de su país a esta crucial instancia del acuerdo que negocian 34 países, todos los de América a excepción de Cuba.
Un funcionario brasileño aseguró que se mal interpretaron las declaraciones de Amorim. El canciller siempre ha dejado en claro que nuestra opción es el de un ALCA flexible, precisamente porque hay temas que los países aún no están preparados para negociar, señaló.
La versión que los delegados brasileños empezaron a circular es que el canciller de Uruguay, Didier Opertti, propuso en una carta a Zoellick iniciar negociaciones bilaterales para un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.
Eso lo discutió Amorim con Zoellick y estuvieron de acuerdo en iniciar conversaciones para un acuerdo comercial cuanto antes, pero sin salirse del ALCA, indicó el delegado carioca.
De hecho, la negociación podría implicar que dentro del Mercosur algunos países vayan más lejos que otros en sus compromisos con Estados Unidos, como pretende en particular Uruguay, pero siempre con el visto bueno de los otros integrantes del bloque aduanero.
Pero, de hecho, la percepción es que la agenda brasileña se impuso y el Mercosur salió fortalecido.
Quizás por ello, Zoellick dijo el miércoles rechazar la idea de que lo que hemos negociado sea un ALCA light o flexible.
Reconociendo la existencia de marcadas diferencias sobre el acuerdo entre los 34 miembros del ALCA, Zoellick insistió en que estamos intentando hacerlo realidad.
La búsqueda del denominador común de derechos y obligaciones entre los países se hará reconociendo las diferencias sociales y económicas de las economías.
En resumen, Estados Unidos comprende que, si quiere llevar a cabo el ALCA, la política tiene que ir por delante y después la lógica de los negocios, explicó George Philip, experto en América Latina de la Escuela de Economía de Londres.
De lo contrario, ocurriría lo mismo que con la política de condicionalidades de los organismos financieros multilaterales, que los gobiernos terminaban rechazando medidas que compartían, pero que eran vistas como una talla única impuesta por un ente supraestatal o por los Estados Unidos, apuntó.
La lección que el gobierno brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva le ha dado a Estados Unidos es que no puede haber una respuesta exclusivamente tecnocrática a un problema fundamentalmente político.
Por ello, aunque grandes corporaciones estadounidenses no lo aceptan, prevaleció la idea menos humillante de un acuerdo en dos velocidades.
El primero incorpora el máximo común denominador que los países pueden alcanzar en las negociaciones y el segundo incluirá bajo su paraguas esos asuntos espinosos como las licitaciones gubernamentales, los subsidios agrícolas y la regulación de las inversiones.
La solución propuesta por los jugadores principales es un proceso de negociación a largo plazo para aclarar estos obstáculos que se han hecho más que evidentes en Miami, puntualizó el economista Isaack Cohen, ex director de la Comisión Económica para América Latina
Esto es, la negación de Estados Unidos de acabar con los subsidios agrícolas y la de Brasil de negociar en áreas como la propiedad intelectual o la apertura a la inversión extranjera, sostuvo.
La predominancia de la lógica de negociación política no es gratuita. Miles de manifestantes esperan en Miami la oportunidad de demostrar que el acuerdo de libre comercio no es tal sino una imposición de las economías más poderosas.
Tampoco carece de lógica económica, Canadá y México cedieron en su rechazo al ALCA flexible en aras del realismo, como lo describe un representante mexicano. Precisamente por esto, la perspectiva de un acuerdo bilateral o plurilateral entre el Mercosur y Estados Unidos no pasó de ser un globo de ensayo.
No puede haber una negociación en bloque del Mercosur con Estados Unidos que si quiera se acerque a lo que Brasil y Estados Unidos podríamos llegar en el contexto del ALCA, por eso la idea es, de momento, inconcebible, dijo el delegado estadounidense que no quiso identificarse.
Sino, ¿a qué ha venido todo este trajín que ha habido aquí en Miami estos días?, agregó el mismo funcionario que, minutos antes, tuvo que llamar a su contraparte brasileño para saber de dónde venía tanto alboroto. (