El gobierno de Estados Unidos da muestras de creciente vergüenza y pánico ante la ráfaga incesante de malas noticias procedentes de Iraq.
Los inesperados cónclaves en la Casa Blanca de L. Paul Bremer, procónsul de Estados Unidos en Bagdad, y la filtración a la prensa de un informe pesimista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) sobre el estado de la opinión pública iraquí dejaron en evidencia el desequilibrio reinante en Washington.
La noticia de que al menos 15 soldados italianos y otras 10 personas murieron este miércoles en un ataque suicida en un cuartel de la hasta entonces pacífica ciudad meridional de Nasiriya sólo subrayó en Washington la sensación de que la resistencia iraquí está creciendo y saliéndose de madre.
"Es una situación dura", dijo Bremer, jefe de la Autoridad Provisional de Coalición este miércoles en la Casa Blanca.
"Dije repetidas veces durante seis meses, tanto en público como en privado, que soy optimista y tengo plena confianza en nuestros logros en Iraq, pero afrontamos días difíciles, como hoy", añadió.
Cuando un periodista le formuló una pregunta sobre el informe de la CIA, que destaca la creciente desilusión iraquí con la ocupación estadounidense, Bremer contestó: "Creo que la situación del público iraquí es, francamente, difícil de cuantificar." Fue una respuesta inuualmente insegura viniendo de este funcionario.
Cada vez más iraquíes creen que la ocupación puede ser derrotada y apoyan a los insurgentes, según el informe del jefe de estación de la CIA en Bagdad publicado por el diario The Philadelphia Inquirer.
El documento fue entregado a altos funcionarios el lunes, pero parte de sus conclusiones fueron seleccionadas y filtradas a varios periodistas, en un intento, según The Philadelphia Inquirer, de "asegurarse de que el mensaje llegue a (el presidente George W.) Bush".
La fuente del periódico manifestó frustración hacia el ala más conservadora del gobierno, incluido el vicepresidente Dick Cheney y las autoridades civiles del Departamento (ministerio) de Defensa, cuyas declaraciones de optimismo alimentaron los análisis más sombríos en la Casa Blanca.
Según el documento publicado por el diario, en Iraq reina un elevado escepticismo acerca de las intenciones reales de Estados Unidos, estimación corroborada por la empresa encuestadora Gallup en Bagdad.
Por otra parte, el Consejo de Gobierno, integrado por iraquíes a los que designó la Autoridad Provisoria de la Coalición, carece virtualmente de apoyo popular, agregó el jefe de la misión de la CIA.
El informe advierte también que aumentan las fricciones entre los ocupantes y la comunidad chiita musulmana, tanto en Bagdad como en el sur iraquí, y que la situación podría desembocar en hostilidades abiertas. Esa eventualidad constituye la peor pesadilla de Washington desde la invasión lanzada el 20 de marzo.
Los chiitas constituyen al menos 60 por ciento de la población iraquí, mientras la zona de predominio sunita, en el centro del país, es el principal foco de los "terroristas" del partido secular y socialista Baath, leales al depuesto presidente Saddam Hussein, que se desvaneció ante la invasión.
El informe de la CIA fue anterior al ataque contra los italianos de este miércoles y del incidente en que un soldado estadounidense mató el domingo de un disparo al alcalde del distrito chiita bagdadí de Sadr, designado por Washington.
El gobierno de Bush describió la visita de dos días de Bremer a Washington como rutinaria, pero las meras circunstancias que la rodearon eximen de mayores explicaciones.
Por asistir a cónclaves en la capital estadounidense, Bremer debió cancelar una largamente planificada reunión en Bagdad con el primer ministro polaco Leszek Miller, quien desafió a la opinión pública de su país al contribuir a la ocupación con más tropas que ningún otro, excepto Estados Unidos y Gran Bretaña.
Un soldado polaco murió en un atentado iraquí la semana pasada.
Bremer se reunió el martes y este miércoles con Bush, Cheney y otros altos funcionarios. Los principales asuntos de la agenda fueron cómo responder a la creciente frecuencia y letalidad de los ataques y cómo acelerar la transición hacia la entrega de la soberanía a un gobierno iraquí.
En el frente militar, el promedio diario de ataques contra las fuerzas de ocupación supera hoy los 30, más del doble que hace tres meses, con más de 40 soldados estadounidenses muertos en las pasadas dos semanas, informó el comandante de las fuerzas del país norteamericano en el terreno, general Ricardo Sanchez.
Al parecer, las fuerzas estadounidenses decidieron responder a la creciente resistencia con tácticas mucho más agresivas, lo que quedó de manifiesto el domingo, con un bombardeo aéreo sin precedentes sobre escondites y arsenales cerca de Tikrit, ciudad natal y bastión político de Saddam Hussein.
También este miércoles, las dos docenas de explosiones escuchadas en la noche bagdadí fueron, según informaron las fuerzas de ocupación, ataques contra supuestos refugios guerrilleros.
Pero una mayor agresividad puede ser contraproducente, según el informe de la CIA. También lo advirtió el fin de semana en una columna para el diario The New York Times el encargado de la asistencia estadounidense a la guerrilla que luchó en los años 80 contra la ocupación soviética en Afganistán, Milton Bearden.
"Por cada mujaidín (combatiente islámico) muerto o atrapado por los soviéticos en Afganistán, quizás media docena de miembros de su familia tomaban las armas para vengarse. Por desgracia, la misma norma probablemente se aplique en Iraq", escribió Bearden.
El frente político es tan resbaloso como el militar. El gobierno de Bush pretende acelerar el proceso para poner un "rostro iraquí" en el gobierno del país árabe, pero Bremer parece haber perdido la confianza en Consejo de Gobierno Interino, e incluso en el favorito de Cheney, Ahmed Chalabi.
El 15 de diciembre vence el plazo para que el Consejo eleve al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) un plan de elaboración de una nueva constitución, pero no parece haber tomado el asunto con seriedad.
Y Washington teme que eso dilate aun más sus planes de instalar un gobierno elegido en las urnas antes de las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre de 2004.
Para colmo, no aparece un candidato obvio para que encabece sin necesidad de elecciones un gobierno provisional, como sí surgió tras el derrocamiento en Afganistán del régimen islámico de Talibán en la figura del presidente Hamid Karzai.
El gobierno de Bush también podría aceptar la propuesta de las autoridades chiitas de la ciudad de Najaf, que llamaron a elecciones para una convención constitucional.
Pero esa posibilidad originaría problemas en la población sunita, pues, seguramente, los chiitas dominarían ese proceso.
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