Contra la opinión de muchos economistas y ambientalistas, Portugal decidió ser anfitrión de la Euro Copa de Fútbol en junio y julio de 2004, con 10 estadios, siete nuevos y tres renovados, que costarán unos 1.000 millones de dólares.
Esa decisión se mantuvo pese a que el país es el único de la Unión Europea (UE) que registró en 2003 un descenso del producto interno bruto y un aumento del desempleo, y a que está en el último lugar de ese bloque en términos de desarrollo industrial, productividad, alfabetización y riqueza por habitante, desde que fue sobrepasado hace dos meses por Grecia.
El anterior campeonato europeo se jugó en 2000 en Bélgica y Holanda, países que están entre los más ricas del mundo en términos de ingreso nacional bruto por habitante, y fue posible realizarlo en sólo ocho estadios.
Portugal, con 10 millones de habitantes en 89.000 kilómetros cuadrados, está en el último lugar de la UE por sus indicadores económicos, pero es el campeón europeo de consumo de cemento, y la construcción o renovación de estadios confirma la tendencia a la especulación de las grandes empresas constructoras.
Grandes inmobiliarias ligadas a clubes de fútbol ya construyen centros comerciales, pequeños negocios y miles de apartamentos para su uso durante el campeonato, y anuncian precios de venta muy superiores a los de espacios idénticos en grandes ciudades españolas como Madrid o la nororiental de Barcelona.
Las empresas constructoras se han convertido en potentadas que tienen al Estado y a los municipios como rehenes, comentó en un editorial José Manuel Fernandes, director del diario Público de Lisboa, el principal del país.
Como en todo proyecto megalómano y de nuevos ricos, la política y el fútbol, caminan tomados de la mano, las constructoras parecen tener más poder que los representantes democráticamente elegidos, y no hay antecedentes de una obra terminada en el plazo y con el presupuesto previstos, alegó.
Nadie en su sano juicio piensa que el dinero empleado en la construcción de esos estadios constituya una prioridad para un país que tiene monumentos nacionales que se están derrumbando, un déficit público disparatado, carencias graves en la salud y en la educación y donde hasta faltan líneas férreas decentes, sostuvo Fernandes.
El sociólogo Manuel Vilaverde Cabral, vicerrector de la Universidad de Lisboa, comentó a IPS que en el Portugal de hoy la política se reduce al fútbol y a las obras públicas, dado que los altos dirigentes del país, empezando por el presidente Jorge Sampaio, califican a la Euro Copa de designio nacional.
Los gobernantes no dudan en endeudar al país por no se sabe cuántas generaciones, en nombre de esta falsa prioridad, puramente propagandística, que además envía a la población un mensaje erróneo, no sólo sobre la situación del país, sino también, sobre todo, acerca de las tareas que nos esperan en las próximas décadas, añadió.
Todo lo contrario sostienen la Federación Portuguesa de Fútbol (FPF) y el Instituto de Comercio Exterior de Portugal (ICEP), que representa al gobierno del primer ministro conservador José Manuel Durão Barroso en el proyecto deportivo.
La FPF reconoce que el campeonato va a costar muchos millones de euros, pero añade que dotará al país de infraestructuras deportivas del mejor nivel existente en Europa y hasta en el mundo, y destaca que los estadios permitirán practicar otras actividades además del fútbol.
Para Madalena Torres, vicepresidente del ICEP, lo fundamental es aprovechar la oportunidad de la Euro Copa para presentar a Portugal como un país moderno, acogedor, con buen clima, excelentes hoteles e inmejorable culinaria, un óptimo destino de vacaciones.
En un encuentro esta semana con corresponsales extranjeros, Torres presentó cifras que, según dijo, muestran grandes ventajas para el país.
La inversión en los estadios es 936 millones de dólares, de los cuales el Estado aportará 188 millones de dólares según el ICEP, y 300 millones de acuerdo con cálculos de Leonor Matias y de Hugo Bordeira, analistas de economía de Diario de Noticias de Lisboa.
Se espera que el certamen atraiga de 350.000 a medio millón de turistas adicionales, que dejarían en el país unos 305 millones de dólares y se sumarían al promedio anual de 9,5 millones de visitantes extranjeros.
Torres aseguró que eso tendrá un efecto multiplicador, porque los nuevos visitantes recomendarán Portugal a sus amigos como destino turístico, y ellos mismos desearán regresar, todo lo cual generaría un ingreso turístico adicional anual de 210 millones a 420 millones de dólares tras el campeonato, y pronosticó ingresos de unos 340 millones de dólares por concepto de publicidad.
Los 10 estadios se distribuyen de norte a sur del país, en las ciudades de Braga, Guimarães, Oporto, Aveiro, Coimbra, Leiria, Lisboa (con dos estadios), Loule y Faro, que según se prevé recibirán a 1,1 millones de espectadores en los 31 juegos programados.
Además del anfitrión, participarán en la competencia los seleccionados nacionales de Alemania, Bulgaria, Croacia, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Holanda, Inglaterra, Italia, Letonia, República Checa, Rusia, Suecia y Suiza.
Para el ICEP, empeñado en lograr una buena imagen del país, es también importante que llegarán de 7.000 a 9.000 periodistas para cubrir el campeonato, que implicará transmisiones internacionales de televisión en directo durante 11.000 horas.
Pero nada de eso convence a los ambientalistas que denuncian el impacto urbano negativo en las nueve ciudades, y en especial la capital.
El impacto directo será enorme sobre el tejido de las ciudades, sostuvo el ambientalista Carlos Meira, presidente de la asociación de residentes en Telheiras, el barrio de Lisboa donde se construyeron los estadios de los clubes Benfica y Sporting, que podrán recibir a unas 60.000 personas cada uno.
Como si no bastase autorizar la construcción de estos dos estadios en el corazón de la ciudad, se les está financiando mediante la venta de licencias de construcción, negociando compromisos para la revisión de la ley del plan directivo municipal y vendiendo concesiones de explotación de gasolineras, aseguró.
Según el activista, tras el breve periodo en que se realizará la Euro Copa, quedará un tejido urbano caótico de ciudades heridas para siempre. (