Las lluvias empiezan a constituirse finalmente en fuente directa para atenuar la escasez de agua en los dos extremos de Brasil, la pobre zona rural del nordeste semiárido y la rica región metropolitana de Sao Paulo.
La primera experiencia es el Programa Un Millón de Cisternas Rurales (P1MC), lanzado en 2001 para hacer del cielo un manantial de agua potable para cerca de cinco millones de personas en los próximos cinco años en el interior del nordeste brasileño, azotado por frecuentes sequías.
El P1MC, premiado el año pasado por la revista Superinteresante como ”una solución definitiva para la falta de agua de beber” en la región, es impulsado por la Articulación en el Semiárido (ASA), una red de 750 organizaciones no gubernamentales, sindicales, comunitarias y eclesiásticas.
La idea es construir una cisterna al lado de cada vivienda de la población mas necesitada. En la semiárida región nororiental de Brasil llueve por lo menos 200 milímetros en los años más secos, suficiente para abastecer cinco personas anualmente si se almacena el agua que cae en el tejado.
Por ahora, durante el periodo seco, las personas, en general las madres de familia, tienen que caminar varias horas para buscar agua en los azudes compartidos con animales y parásitos, la única disponible, pero fuente de diarreas y de la elevada mortalidad infantil de la zona.
Son incontables las horas perdidas en ”este ir y venir, el cubo de agua pesando en mis brazos, robando mi tiempo, llevando mis fuerzas y mi juventud, minando nuestras esperanzas”, describió Josefa Cabral do Nascimento, una viuda de 56 años en un testimonio recogido por ASA.
Como una de las primeras beneficiadas del programa, Cabral do Nascimento dijo que no pudo ”contener la torrente de lágrimas… de felicidad, de vida nueva”, al ver construida al lado de su casa la cisterna con que soñó durante décadas.
Placas prefabricadas de cemento facilitan la construcción de las cisternas por la propia población, en un trabajo colectivo voluntario que permite reducir el costo, que ronda poco más del equivalente a 300 dólares.
Se trata de estanques cilíndricos con una parte puesta en un hoyo cavado en el suelo y capacidad para 16.000 litros.
Pero no se trata simplemente de poner fin a la sed, a los parásitos intestinales generalizados y al sacrificio de traer agua lejana, siempre a cargo de las mujeres, señaló a IPS Joao Amorim, gerente operacional del P1MC.
Sólo comunidades organizadas participan en el programa. Las personas beneficiadas tienen que hacer un curso de dos días sobre cuidados a cumplir, como descartar las primeras aguas caídas, que limpian el tejado. Hay también que tratar el agua con cloro, para asegurar la descontaminación.
El P1MC comprende conocimientos sobre el ambiente local y mejores formas de vivir en él como lo indica su nombre completo que es Programa de Formación y Movilización Social para la Convivencia con el Semiárido: Un Millón de Cisternas Rurales. La organización comunitaria es clave para resolver otros problemas.
El programa contó con escasos recursos en su fase de prueba, suficientes para sólo 5.000 cisternas. Ahora, incluido en los programas sociales del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, cuenta con aportes del Ministerio de Seguridad Alimentaria para la construcción inmediata de 12.040 cisternas, informó Amorim.
Otras 20.000 serán aportadas por contribuciones de la Federación Brasileña de Bancos.
La meta es alcanzar 45.000 cisternas hasta el final del próximo semestre, acelerando el ritmo en los próximos años con la adhesión de nuevos ”socios” públicos y privados, para llegar a completar un millón en 2008, indicó el gerente del proyecto.
En una realidad totalmente distinta al empobrecido nordeste, la llamada Gran Sao Paulo, capital económica de Brasil, enfrenta en estos días una nueva amenaza de racionamiento de agua.
Lluvias menos frecuentes que el normal en este año agravaron una crisis que es estructural, con manantiales contaminados y afectados por la desarbolización de sus cercanías.
La Compañía de Saneamiento Básico del Estado de Sao Paulo calcula que su actual sistema sólo atenderá hasta 2010 a las necesidades de la región metropolitana, donde viven 17 millones de los 172 millones de habitantes de Brasil.
No es un problema de escasez de lluvias. La Gran Sao Paulo vive también el drama de las inundaciones en todos sus veranos, cuando llueve mucho.
Por eso las aguas constituyen un doble tormento y captar las proporcionadas por las lluvias podría atenuarlos.
El volumen captado será siempre pequeño en relación al que inunda la ciudad, pero sería importante para ablandar el ímpetu de la torrente en su clímax, observó a IPS Ivanildo Hespanhol, profesor de la Escuela Politécnica de la Universidad de Sao Paulo.
Con ese objetivo, las autoridades locales están construyendo hace años los llamados ”piscinones”, grandes estanques excavados para retener parte de las torrentes de agua de lluvia.
Ese papel podría cumplirse con numerosos edificios y casas aprovechando el agua de las lluvias para usos que no exigen potabilidad, como limpieza, letrinas, riego de jardines, comentó Hespanhol, descartándola como agua de beber, debido a la contaminación del aire.
Algunos edificios de Sao Paulo adoptaron esa alternativa, buscando reducir costos. El agua es el segundo mayor gasto en los edificios de departamentos, perdiendo sólo con el pago de salarios, según las administradoras. La alcaldía local estimula proyectos en ese sentido.
Sin embargo, son iniciativas sin criterio, pues aprovechar las lluvias es una cuestión de ingeniería, sostuvo Hespanhol.
El almacenamiento de esas aguas debería hacerse directamente en el techo, para uso en los grifos, evitando el gasto de energía para bombear el agua, por ejemplo. Eso cambia el edificio, debe preverse desde su construcción, acotó.
Además la captación de agua pluvial, más viable en industrias y otras actividades que ocupan áreas extensas con mucho consumo hídrico, debe combinarse con el reúso del agua servida y tratada.
En el futuro serán necesarias tuberías distintas para separar el agua potable de las demás, explicó el ingeniero, experto en reúso de agua.