Casi dos años después de su ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC), China es blanco de críticas de Estados Unidos y otras potencias por la demora en la apertura de su mercado y por su agresiva estrategia exportadora.
Las fricciones del gigante de Asia con sus socios comerciales aumentaron pese a que ha intentado mantener un bajo perfil desde su incorporación al club comercial mundial, en diciembre de 2001.
En la última conferencia ministerial de la OMC, celebrada en septiembre en Cancún, México, Beijing se cuidó de no contrariar a ninguna de las partes en los debates.
La manzana de la discordia es la moneda china, el yuan, que desde 1995 se cotiza a 8,28 unidades por dólar. Según algunas estimaciones, el yuan está subvaluado entre 15 y 25 por ciento, y según otras, en 40 por ciento.
Los detractores señalan que esa política monetaria otorgan a las exportaciones chinas una ventaja sustancial en el mercado internacional.
Las exportaciones de China sumaron casi 308.000 millones de dólares en los primeros nueve meses de 2003, 32 por ciento más que el año anterior. El déficit comercial estadounidense frente a China también alcanzó un récord de 12.700 millones de dólares en septiembre.
En Estados Unidos, donde se celebrarán elecciones presidenciales el año próximo, las acusaciones de prácticas mercantilistas a China se han transformado en un tema político.
China se está transformando en la mayor base manufacturera del mundo, quitándole mercados a las empresas estadounidenses y aumentando el desempleo en Estados Unidos, afirman políticos de ese país.
Desde octubre, una sucesión de funcionarios estadounidenses que visitaron China advirtieron que, a menos que se tomen medidas urgentes, Beijing y Washington tendrán una colisión comercial.
Washington no tolerará trampas, advirtió Donald Evans, el secretario de Comercio de Estados Unidos, en referencia al creciente desequilibrio en el intercambio con China.
Sin un acceso a los mercados de doble vía, será muy difícil mantener una relación, previno Evans en su visita a Beijing, el pasado octubre.
Beijing enfrenta además un aluvión de quejas por la lentitud en el cumplimiento de los compromisos que realizó al ingresar en la OMC.
Fabricantes de todo el mundo se quejaron por el enfoque selectivo de Beijing en la liberalización de su mercado en diferentes sectores, desde los automóviles hasta los productos agrícolas.
Por su parte, funcionarios chinos destacaron la cantidad de leyes y reglamentos que aprobaron en los últimos dos años. China ha cumplido estrictamente sus compromisos, afirmó la portavoz de la cancillería, Zhang Qiyue, en conferencia de prensa.
Sin embargo, aunque el marco jurídico está creado, China ha sido lenta en la ejecución de las normas, alegan los críticos. Una de las áreas en discusión es la protección de los derechos de propiedad intelectual, en la que se introdujeron varios cambios legales importantes desde el año pasado.
A mediados de noviembre, la Unión Europea solicitó a la Secretaría de la OMC que el gobierno chino adopte medidas más duras para proteger la propiedad intelectual, y advirtió que la industria de las falsificaciones y la piratería en China están perjudicando las relaciones comerciales.
Según Evans, China no ha mostrado voluntad de reprimir seriamente la piratería, que el año pasado costó a los titulares de derechos de autor 1.900 millones de dólares.
En el área de la agricultura, China se valió de métodos burocráticos para restringir la importación de frijoles de soya y otros productos.
Los requisitos relativos a permisos administrativos y normas ambiguas de seguridad alimenticia sirvieron para demorar y desalentar el ingreso de competidores extranjeros en el mercado nacional.
Detrás de las principales quejas de Washington por la conducta comercial de China, algunos observadores han detectado una inquietud por su creciente influencia en Asia, que lentamente ha debilitado el dominio comercial de Estados Unidos.
La creciente influencia regional de China tiene alarmados a los políticos estadounidenses, declaró Charlene Barshefsky, ex representante comercial de Estados Unidos, durante la cumbre del Foro Boao para Asia, celebrada en China este mes.
Claramente, hay un cambio de poder en Asia, agregó.
Estados Unidos sigue siendo el mayor socio comercial de Asia, pero el intercambio entre China y el resto de la región está creciendo como nunca antes. A cambio, China ofrece algunos dulces: nuevas inversiones y promesas de importación.
El apetito de China por materias primas ha galvanizado a productores de Australia hasta Malasia y Corea del Sur.
La demanda china de metales base, metales preciosos y otros productos básicos aumentó notablemente e hizo crecer las importaciones más que las exportaciones.
Mientras las exportaciones de China en los primeros nueve meses del año aumentaron 32 por ciento frente al año anterior, las importaciones aumentaron 40,5 por ciento al pasar a 299.000 millones de dólares.
Estados Unidos se ha concentrado demasiado en el aumento de las exportaciones chinas. ¿Pero qué hay de las importaciones? China no puede mantener el equilibrio comercial con todos sus socios comerciales, señaló el economista Cheng Siwei.
Es fácil culpar sólo a China por el desequilibrio comercial con Estados Unidos, pero numerosas empresas de Japón, Corea del Sur y Taiwan han transferido sus operaciones a China, y eso contribuye al aumento de las importaciones, agregó el profesor Zhang Hanlin, un experto del Instituto de Investigaciones de la OMC.
China se apresuró a demostrar su voluntad política para evitar un choque comercial con Estados Unidos, pese al desafío a la presión de Washington para devaluar el yuan.
En un intento por aliviar las tensiones, Beijing se lanzó a la compra de productos estadounidense y firmó contratos para importar aviones, automóviles y motores asociados por un valor de 1.700 millones de dólares.
Zhang Guobao, viceministro de desarrollo de China, dijo que los acuerdos con las empresas estadounidenses Boeing y General Motors son sólo el comienzo de una larga lista de compras, que incluirán productos agrícolas.
Beijing también prevé algunos cambios en su política fiscal a partir del año próximo, para recortar al menos parte del crecimiento comercial nacional.
Los cambios incluirán el fin de los descuentos impositivos de que gozan las empresas chinas por concepto de mercancías vendidas en el exterior.
China también está usando sus enormes reservas de divisas —un total de 356.000 millones de dólares— para comprar más bonos del Tesoro de Estados Unidos, lo que provee a los inversores estadounidenses capital para reinvertir. (