En la parte alta de la península de La Guajira, al norte de Colombia, vientos que soplan casi todo el año a un promedio de 9,8 metros por segundo son el potencial energético del Parque Eólico Wayúu, base de un proyecto de desarrollo rural para 5.000 familias indígenas.
En ese proyecto, que se encuentra en su primera fase, convergen dos empresas privadas, un resguardo (jurisdicción) indígena y las municipalidades de Uribia y Manaure, que constituyeron la sociedad prestadora de servicios públicos Wayúu ESP.
Los wayúu son los pobladores ancestrales de esa parte del país, y su sociedad se caracteriza porque la filiación se registra por línea materna. El comercio, la pesca y la ganadería caprina son sus principales actividades.
De los habitantes del departamento de La Guajira, 64 por ciento tienen necesidades básicas insatisfechas, y el municipio de Uribia es el que está peor, con 95 por ciento de su población en esa situación, según el Estudio de Miseria en Colombia, del estatal Departamento Nacional de Planeación.
El parque eólico Wayúu se construirá en una zona intermedia entre el Cabo de La Vela y Puerto Bolívar, donde los vientos alisios del noreste tienen mayor fuerza. Se prevé instalar de 15 a 30 torres de aproximadamente 60 metros de altura, con aspas cuyos brazos tendrán de 20 a 30 metros.
La capacidad de generación será 20 megavatios, máximo permitido por la legislación colombiana para que centrales de energía alternativa entren al mercado regulado de la bolsa nacional energética, que atiende el sistema interconectado nacional.
Las características técnicas del parque Wayúu son similares a las del también parque eólico de Jepirachi, construido por empresas públicas de Medellín con tecnología de Alemania y apoyo de la agencia de cooperación GTZ de ese país, cuya entrada en operación se prevé para inicios del año próximo.
A diferencia del Jepirachi, que también comercializará su producción en la bolsa nacional energética, el parque Wayúu deberá reinvertir 50 por ciento de sus utilidades en la instalación de infraestructura de servicios básicos de energía, agua potable, alcantarillado, y telefonía para el desarrollo rural de la región.
Esa es una de las razones por las que el proyecto accedió a recursos de los programas de Cooperación Económica y de Transacciones de Exportación Relevantes para el Desarrollo de Holanda.
Esos programas aportarán el equivalente a 30 por ciento del costo total del proyecto, tasado en 22 millones de euros, a condición de que por lo menos 60 por ciento de la tecnología del parque eólico sea holandesa, y existan garantías de cofinanciación nacional o multilateral.
”El parque eólico de La Guajira es un ejemplo muy claro” del tipo de iniciativas que apoya la cooperación holandesa, dijo a IPS Sylvia van Uden, encargada de asuntos económicos y comerciales de la embajada de Holanda en Colombia.
Jorge Ibarra, representante del resguardo Wayúu, dijo a IPS que desde 2000, cuando comenzaron a formar parte de la sociedad prestadora de servicios, ”hay expectativas de una mejor vida en las rancherías de la Alta Guajira”.
El resguardo abarca 90 por ciento de la parte rural del municipio de Manaure, en la que habitan unas 35.000 personas en 800 rancherías, que son grupos de cinco a 10 viviendas precarias en medio del desierto, explicó Ibarra.
Esas personas están organizadas en 40 asociaciones de autoridades tradicionales, indicó.
La Guajira, en la parte más septentrional del país, está dividida en las regiones Alta (de clima semidesértico), Media y Baja. El proyecto atenderá las zonas Alta y Media
El déficit de servicios básicos en la zona de influencia del proyecto es uno de los más altos de todo el país. Para una demanda de casi 3,5 millones de metros cúbicos de agua potable, la oferta no llega a un millón, y para una demanda energética de más de 35 millones de kilovatios, la oferta es no llega a 5,5 millones.
”El agua potable es vital”, porque en la región hay una gran incidencia de enfermedades asociadas con la falta de este servicio, destacó Ibarra.
El representante del resguardo expresó su esperanza de que la llegada de energía a las rancherías permita a las familias indígenas refrigerar y conservar alimentos, mejorar su dieta y establecer empresas de comercialización de pescado y productos agrícolas que se podrían obtener si hay riego para los suelos.
En la actualidad, la población de los cascos urbanos de Manaure y Uribia se suple de agua tratada en plantas desalinizadoras, y los habitantes de las rancherías de la recolectada, en pozos mediante molinos de viento, y en jagueyes donde se acopia la escasa de origen pluvial.
La temporada de lluvias en la zona abarca octubre y noviembre, en mayo y agosto hay escasas precipitaciones pluviales, y el resto del año sequía.
Según la Organización Latinoamericana de Energía, en Colombia hay 8 millones de personas sin acceso o con acceso muy precario a servicios de energía y agua potable.
La venta de energía al sistema interconectado nacional permitirá instalar infraestructura de servicios domiciliarios en las rancherías, bajo la modalidad de ”soluciones individuales, dadas la dispersión de los asentamientos”, explicó a IPS Fernando Gutiérrez, de Acuaire, la empresa que diseñó el proyecto.
Acuaire ya ha instalado soluciones individuales de energía eólica en inmediaciones de Riohacha, la capital departamental, y en otras partes de la costa del mar Caribe, en la occidental costa del océano Pacífico y en la zona central de la cordillera andina, pero éste es su primer proyecto de alcance regional.
En Wayúu ESP también participa la empresa Estrategias y Desarrollos, especializada en energía y medio ambiente.
Según Gutiérrez, el estatal Instituto de Hidrología y Meteorología tiene interés en asociarse con el proyecto, y se espera concretar un contrato de venta de energía a una institución gubernamental.
Si se comparan los 20 megavatios previstos del parque eólico con la capacidad instalada nacional de 13.000 megavatios, ”el proyecto es pequeño, pero la significación e implicaciones para la comunidad son inmensas”, afirmó.
Costa Rica es el mayor productor de energía proveniente del viento en América Latina, con 66 megavatios de potencia instalada a partir de tres parques privados y uno público, mientras Brasil cuenta con 20 megavatios instalados y Argentina con 14, según un estudio de la no gubernamental Red de usuarios de Biomasa de Centroamérica (BUN-CA, por sus siglas en inglés).
Los beneficiarios en Colombia serán los habitantes de ”más de 5.000 rancherías aisladas en la Alta y Media Guajira y de unas 45 comunidades de mayor tamaño con entre 20 y 200 usuarios como Nazaret, Puerto Estrella y Taroa, donde se instalarán redes de distribución local y, eventualmente, pequeños acueductos, siempre con base en tecnologías apropiadas”, acotó el representante de Acuaire.
En Colombia, 60 por ciento de los 40 millones de habitantes vive en zonas no conectadas a la red energética nacional, y el país ya está maduro para emplear fuentes de energía alternativas a la petrolera y la hidroeléctrica, ambas con implicaciones de deterioro ambiental, sostuvo.
La conexión a la red significa continuidad del servicio y menor costo. En Bogotá, un kilovatio/hora de energía diesel cuesta 30 veces menos que en muchas regiones de las cuencas del Orinoco y el Amazonas, y las costas del Pacífico y el Caribe, alegó Gutiérrez.
Los responsables del proyecto prevén que comenzará a operar a mediados de 2005, pero Wayúu ESP ya realiza trabajos pedagógicos con la comunidad a partir de instalaciones experimentales en varias rancherías.
Esa es una forma de superar el principal escollo que afrontan las empresas de servicios públicos en regiones apartadas, por no consultar a las comunidades de usuarios sobre sus necesidades ni reinviertir en el desarrollo local, dijo Gutiérrez. (