ARGENTINA: Médicos y pacientes son héroes en TV

Los médicos de guardia de un hospital público de Argentina se han vuelto estrellas de un programa de televisión que relata historias de gente común en situaciones críticas, con técnicas propias de la ficción y los pacientes como ”actores invitados” de cada capítulo.

”Emergencias-24” (E-24) no es una más de las series de ficción con un hospital como escenario, y médicos y pacientes representados por actores. Tampoco es un ”reality show” que muestre los hechos en toda su crudeza, ni un programa para médicos o científicos sobre enfermedades y tratamientos.

”Elegimos contar la historia del paciente, de cómo llega al hospital, y mostramos unos días después cómo vive y se recupera en su medio”, explicó a IPS el productor de contenidos de E-24, Ricardo Pichetto.

”También mostramos la historia del médico, sus afectos, su rabia, sus angustias y emociones ante cada paciente”, añadió.

El programa se graba en una ambulancia y en áreas clave de la guardia del Hospital Fernández de Buenos Aires, cuya sala de emergencias recibe cerca de 200 consultas diarias. Allí hay nueve cámaras fijas que filman continuamente, y operadores con otras pequeñas cámaras al hombro.

El equipo de E-24 pertenece a la productora de programas para televisión Cuatrocabezas, y se compone de 35 personas. No hay actores ni ensayos, pero sí mucho trabajo previo para conseguir la autorización de todas las partes involucradas, y hubo una selección entre los trabajadores del hospital dispuestos a ser filmados.

”En la guardia trabajan unas 100 personas, de las cuales la mitad nos dio su consentimiento” para aparecer en el programa, explicó Pichetto. De esa mitad, se buscó identificar a los médicos, psicólogos, enfermeros y choferes de ambulancia capaces de comunicar mejor a través de las cámaras.

El director de la escuela de producción televisiva Tea Imagen, Emilio Cartoy Díaz, comentó a IPS que sus alumnos vieron el material sin editar para apreciar su diferencia con lo que se ve en el programa.

”Tienen un excelente grupo de editores y de guionistas que deciden qué historia contar y cómo contarla”, opinó.

El programa pertenece al género conocido en la jerga televisiva como ”docu-soap”, que muestra escenas de la vida real como un documental, pero con técnicas narrativas típicas de la ficción, ya que los editores recortan y organizan el material, y los guionistas exploran en los personajes para darles continuidad.

Hay un médico de la producción del programa que aparece en algunas escenas para hacer preguntas a sus colegas, y otras veces en visitas a pacientes que fueron dados de alta, pero las escenas más habituales son las que muestran directamente el mundo del hospital.

La popularidad del programa superó las expectativas de sus productores. ”A la gente le gusta porque cuenta historias de personas reales con las que se puede identificar, y porque no hay morbosidad ni golpes bajos como en algunas series de médicos. Tratamos de que siempre el final sea positivo”, remarcó Pichetto.

”A algunos médicos ya les piden autógrafos, pero no por una cuestión de fama sino porque mucha gente realmente los admira por lo que hacen. Son verdaderos héroes urbanos que tienen que lidiar con problemas graves durante muchas horas, sin ver a sus familias y durmiendo de a ratos sobre una camilla”, destacó.

Uno de los objetivos del programa es justamente valorizar el papel que juega el hospital público en la sociedad y la tarea de los médicos, mostrarlos como personas con sentimientos y también hacer prevención de accidentes, alcoholismo, drogadicción y otros problemas de salud.

En cada capítulo se cuentan cuatro o cinco historias, que por lo general comienzan en la ambulancia y terminan unos días después, cuando el paciente vuelve a casa. En ellas se registran resistencias a internarse, peleas con el médico, crisis de nervios, llamados a familiares y otras situaciones, a veces absurdas o cómicas.

Si se trata de un accidentado, se intenta ir más allá de sus heridas, por ejemplo al señalar que una persona que cruza la calle en forma descuidada, absorbida por sus preocupaciones, puede necesitar ayuda psiquiátrica.

Un joven que compró una moto para trabajar, sin que le alcanzara el dinero para un casco, se va con su esposa, su hijita y un traumatismo de cráneo. Una niña quemada por negligencia de la madre queda internada junto con su hermanita sana porque esa madre, sola y sin empleo, no tiene con quien dejarla en su casa.

Los médicos se enojan un poco cuando los pacientes se resisten a seguir sus recomendaciones, a veces con razones comprensibles que se dejan ver en el programa.

Una anciana en estado grave se negaba a ser internada, y aseguraba que si se quedaba en el hospital iba a morir. Después confesó a la psicóloga de guardia que cuando era niña, a su padre le amputaron las piernas y quedó internado por años en un hospital donde murió.

En la edición correspondiente de E-24, una médica explicó la fobia que padecía esa anciana, quien debió firmar un documento para asumir la responsabilidad de volver a su casa contra la opinión de los especialistas.

Otras veces, los pacientes están desesperados y golpean a los médicos, o simplemente los hacen trabajar de más. En uno de los capítulos, un médico recogió en la calle, con la ambulancia, a un hombre muy alcoholizado que acusaba dolor en el pecho y fue trasladado al hospital.

En el trayecto le dijo al médico que era cardíaco, que había tenido un infarto y que estaba medicado. ”Qué toma?”, le preguntó el médico, en alusión a los remedios. ”Cuatro o cinco litros de vino” respondió el hombre. ”Todo el vino que pude haber visto me lo tomé”, abundó.

En la guardia le hicieron estudios y le recomendaron quedar internado, pero se fue. Horas después la ambulancia fue requerida desde otro punto de la ciudad. Era el mismo paciente. ”Me tomé un par de copetines”, dijo el hombre, acostado en la vereda. El médico cargó con él de nuevo, para llevarlo a la guardia.

Pichetto explicó que hay temas excluidos por los responsables del programa, además de los casos de personas que no aceptan ser filmadas.

No se muestra, por ejemplo, a un suicida ni el llanto de sus familiares, sino a un médico que cuenta sus sentimientos ante lo ocurrido. En general, la muerte se considera reservada a la intimidad, y tampoco se quiere mostrar historias de abuso sexual con víctimas infantiles, indicó..

El relato que sin duda causó mayor impacto estuvo en el primer capítulo. En él se vio a María Carla Schmieloz, que nació y vivió en la noroccidental provincia de Tucumán hasta que, cuando estaba embarazada, su esposo consiguió trabajo en Buenos Aires, donde ella vino a parir, y E-24 mostró incluso el nacimiento del bebé, que en la actualidad tiene cinco meses.

”Tenía contracciones y mientras me llevaban a la sala de partos, mi marido me dijo que me iban a filmar”, contó a IPS Schmieloz.

El niño ”nació con los ojitos abiertos, como si supiera que lo estaban filmando”, apuntó.

”A mí me emociona verlo porque es mi hijo, pero me cuentan mis parientes que allá en Tucumán, el día del programa, mucha gente hizo fuerza conmigo cada vez que el médico me decía que pujara, y que lloraban y se abrazaban cuando por fin nació Lucas y me lo pusieron sobre el pecho”, añadió.

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