El mar Muerto, un incomparable espejo de agua que comparten Israel y Jordania, se está reduciendo a un ritmo alarmante. Pero jamás se secará del todo, dijo a Tierramérica el científico Amos Bein, director del Instituto Geológico israelí.
La superficie era de 1.025 kilómetros cuadrados en 1945. Hoy apenas alcanza 625. Y en algo más de 100 años tendrá la mitad de su actual extensión, según cifras oficiales. En ciertos puntos, la costa se halla hoy a 600 metros de donde se encontraba 20 años atrás.
Aunque las advertencias son serias, el mar Muerto no morirá nunca. Los procesos físicos son tales que buscará un nuevo equilibrio, que probablemente alcance en 100 o 150 años, añadió Bein.
Cuanta menos agua tiene, mayor es la salinidad y por tanto más lento es su ritmo de evaporación. Hasta 1945, se secaban entre 1,6 y 1,8 metros por año. Hoy apenas 1,2 a 1,4 metros.
Y dado que este lago terminal -como explica Bein- no tiene otra forma natural de perder agua que por evaporación, el proceso hacia ese equilibrio ya está en marcha.
Sin embargo, hay otras vías, no naturales, por las que el mar Muerto pierde caudal. Israel y Jordania toman importantes cantidades de agua de sus afluentes septentrionales, vitales para el consumo humano y la agricultura, mermando las corrientes que fluyen hasta él.
Esta extracción provoca 75 por ciento del desequilibrio negativo. El restante 25 es causado por empresas jordanas e israelíes que extraen minerales en la costa sur.
Millones de turistas locales y extranjeros visitan cada año el mar Muerto para fotografiarse leyendo el diario mientras flotan por la elevada concentración de sal de sus aguas.
Mientras la proporción salina en los mares es de 35 gramos por litro, en el Muerto es de 350 a 370 gramos por litro.
Aunque la vida no es posible en esas condiciones, la fama de las aguas del mar Muerto es mundial, por las características terapéuticas de sus 21 minerales, 12 de los cuales no han podido hallarse en ningún otro sitio.
Pero también por sus manantiales térmicos, y el lodo negro que se aplica sobre todo el cuerpo y deja la piel limpia, mejora la circulación sanguínea y la función respiratoria.
Además, la zona goza de una situación climática especial, con alta presión atmosférica y ocho por ciento más de oxígeno en el aire que el promedio israelí. Esto mejora la filtración de los rayos dañinos del potente sol del desierto.
Aunque el lago no desaparezca, su alarmante reducción provoca varios fenómenos ambientales preocupantes, vinculados al paulatino hundimiento de su cuenca, coincidieron Bein y la funcionaria del Ministerio de Ambiente Galit Cohen, encargada de elaborar una propuesta de acción para el mar Muerto.
Por ejemplo, los huecos de 8 a 10 metros de profundidad y otro tanto de diámetro que aparecen en terrenos antiguamente inundados por las aguas, y provocan desmoronamientos de construcciones, obligando a adoptar medidas como la protección de la carretera 90, que conduce a Jerusalén.
No es el único problema que dejan las aguas al retirarse. No podía llegar al mar, relató a Tierramérica Tami Israel, residente en Jerusalén, que fue con su familia a pasar un fin de semana al mar Muerto, y se topó con grandes áreas cubiertas de barro que hacían inaccesible el camino hacia la costa.
Debido a que la zona es la más baja de la superficie terrestre, las aguas dulces subterráneas escurren hacia el mar, lo cual constituye un verdadero desperdicio en Medio Oriente, donde este recurso es escaso.
La zona del lago se encontraba en 1945 a 392 metros bajo el nivel del mar. Hoy está a 416,5 metros, y cuando alcance el esperado equilibrio, en una centuria, se habrá hundido hasta 520 o 550 metros.
El futuro del mar Muerto como recurso natural mundial puede correr peligro, dijo la ministra de Ambiente israelí Yehudit Naot, quien dispuso crear comisiones de expertos que estudian el tema.
Aquí no se crean equipos para enterrar las soluciones prácticas. Aquí se siente la urgencia del tema y el estudio es concienzudo, aseguró Cohen a Tierramérica, en un intento de despejar el escepticismo popular.
La eventual solución es la construcción del llamado canal de los mares, que vincularía al mar Mediterráneo o al Rojo con el Muerto, pero no está resuelta pues deben analizarse los efectos de la mezcla de aguas.
En un mes, Cohen deberá presentar al gobierno un informe completo.
Debemos ser conscientes de que la situación no cambiará en 20 o 30 años, ya que lleva tiempo hacer todos los estudios, aplicar soluciones y preparar cambios drásticos. Hay que adaptar el desarrollo regional a la situación existente, con trabajos de ingeniería especiales que permitan proteger los sitios en peligro, sostuvo la funcionaria.
Pero esto no cambiará de la noche a la mañana, advirtió.
* La autora es colaboradora de Tierramérica. Publicado originalmente el 22 de noviembre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (