POLITICA-ASIA: China y EEUU a la misma altura

Estados Unidos y China ya tienen la misma estatura política, a los ojos de Asia oriental. Y, mientras el gigante asiático hace gala de una refinada diplomacia, la potencia norteamericana quedó fuera de juego en varias ocasiones.

Cuando el presidente estadounidense George W. Bush visitó la semana pasada seis países asiáticos, con seguridad pensó que reforzaría su posición en la región. Pero la gira terminó con signos inequívocos de que la imagen del hombre más poderoso del mundo había perdido vigor frente a la de su par chino, Hu Jintao.

”Estados Unidos trata de volver a interactuar con el sudeste asiático. Nos beneficiaremos con esta competencia entre China y Estados Unidos”, dijo el primer ministro de Malasia, Mahathir Mohammed, la semana pasada, luego de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) a la que asistió Bush.

El impacto de los gestos de Beijing se siente en toda la región desde que el mes pasado participó en el Grupo de los 20, expresión de los países en desarrollo que hicieron frente al Norte industrial en la conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comercio celebrada en Cancún, México.

”Hay un nuevo respeto por China en toda Asia. Los últimos acontecimientos, incluida la participación del país en la cumbre de APEC, contribuyeron claramente a ese cambio”, dijo el experto en relaciones internacionales Panitan Wattanayagorn, de la Universidad Chulalongkorn de Bangkok.

Al mantener firmeza ante los reclamos de Estados Unidos para que elevara el precio de su moneda, China demostró a la región que ”tiene confianza en sí misma y que se siente cómoda manejando la presión internacional”, agregó Panitan.

”China trata de ser el centro del poder económico en Asia, y le ha demostrado a Estados Unidos que tiene su propia agenda”, concluyó.

El viernes 24, Bush recibió un recordatorio de que los países de la cuenca del Pacífico le depararían al presidente Hu tanto respeto como a él. Y fue nada menos que en Australia, uno de los principales aliados de Washington, cuando Hu fue el primer jefe de Estado asiático en pronunciar un discurso ante el parlamento.

El presidente chino mostró entonces gran independencia de criterio, pues comentó ante los legisladores que Canberra, aliada en la guerra lanzada contra Iraq por Washington, tiene un papel que cumplir en el mantenimiento de la paz en la cuenca del Pacífico.

”Estamos preparados para ser socios estables y de largo plazo, dedicados a una cooperación más cercana basada en la equidad y en el beneficio mutuo”, dijo Hu a los legisladores, en el segundo de sus cuatro días de visita oficial a Australia.

Un día antes, Bush había pronunciado un discurso en el mismo ámbito, para agradecer el apoyo australiano en la invasión a Iraq y en la guerra contra el terrorismo.

Pero la señal más clara del nuevo poderío diplomático de China relumbró pocas horas antes, en los corrillos de la cumbre de APEC en Bangkok.

Bush no logró entonces avanzar en sus presiones para que China abandonara su política de cambio fijo del yuan respecto del dólar. El fracaso fue flagrante, pues, según la prensa, Bush preveía formular sus exigencias a Hu en persona.

El yuan se cotiza a 8,28 por cada dólar desde 1994, lo cual, según Washington, da a Beijing una ventaja desleal en el comercio mundial y causa la desaparición de empleos en la industria manufacturera estadounidense.

Hu afirmó varios días antes de su reunión con Bush, en un discurso pronunciado ante empresarios de APEC en Bangkok, que China mantendría incólume su política monetaria. Después de eso, fue poco lo que el presidente estadounidense pudo hacer.

”Bush había perdido la batalla aun antes de que comenzara”, escribió el periodista William Pesek Jr. en un comentario para la agencia de noticias especializada en economía Bloomberg News.

Hasta la primera misión espacial tripulada china fortaleció este mes la imagen de la potencia regional. China se convirtió el día 15 en el tercer país en enviar fuera de la atmósfera un astronauta, luego de la hoy disuelta Unión Soviética y Estados Unidos.

”Esto dejó a países como Japón, Corea del Sur e India, que quieren ingresar en la competencia del sector de la tecnología espacial, con algo serio en qué pensar. China alcanzó este logro por sí sola, utilizando aparatos que ella misma construyó”, comentó en un editorial el diario Bangkok Post.

Y también se inscribe en este cuadro la participación del primer ministro chino Wen Jiabao en la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), a comienzos de mes en Bali, Indonesia.

China, que tiene disputas territoriales con varios países de ASEAN, se convirtió en la cumbre en el primer país ajeno al bloque en firmar su Tratado de Amistad y Cooperación, suerte de código de conducta que descarta el uso de la fuerza para la resolución de disputas.

Brunei, Birmania, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam temían en el pasado a los objetivos territoriales y la fuerza económica de China, pero en los últimos años aumentaron los compromisos económicos entre ambas partes.

En 2002, incluso, acordaron formar una zona de libre comercio para 2010, que sería la mayor de su tipo.

La economía de China creció 8,2 por ciento en el primer semestre de este año, ante 7,2 en todo 2002, lo cual marca una impresionante recuperación. Eso, según Wen, podría permitirle alcanzar un intercambio con ASEAN de 100.000 millones de dólares para 2005.

China se ubicaría, de ese modo, casi a la par con Estados Unidos, que en 2001 tuvo un intercambio con el sudeste asiático de 120.000 millones de dólares.

En oposición a esa agenda de cooperación y comercio, Bush presentó en su gira por china tres preocupaciones principales: la ocupación de Iraq, la armonía con el Islam y la guerra contra el terrorismo.

En cuanto a Iraq, Estados Unidos se anotó algunos puntos: Japón, Corea del Sur y Singapur aportaron apoyo material para la ocupación militar, mientras Australia, Filipinas y Tailandia ya habían comprometido soldados.

En cuanto al Islam, Bush no fue convincente con los más de 190 millones de musulmanes de la región, pues sus acciones parecían entrar en contradicción con sus dichos, como observó la prensa asiática.

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