El argentino Diego Maradona, considerado en encuestas de FIFA el mejor futbolista de la historia, tiene a los 43 años su propio museo itinerante con más de 600 objetos de su pasada vida deportiva, valuados en más de 10 millones de dólares.
El Museo Itinerante Diego Armando Maradona (M-10) ya permite en Buenos Aires observar premios, zapatos de fútbol, equipos deportivos y otros objetos usados por el jugador a lo largo de su carrera, desde sus comienzos en el club Argentinos Juniors y los casi 20 años con la camiseta número 10 de la selección argentina.
En principio, la exposición se proponía recorrer unas pocas ciudades del mundo en los próximos tres años, pero las muchas invitaciones llegadas de Japón, Italia, Corea del Sur, Kuwait, Noruega, Irlanda, Vietnam y China, obligan a los responsables del museo a agendar compromisos para prácticamente una década.
La muestra ya fue visitada por más de 45.000 personas desde su inauguración este mes en el centro de exposiciones de la Sociedad Rural, en Buenos Aires, y el 15 de noviembre comenzar una gira por cinco ciudades del interior del país.
En marzo será llevada a México para ser presentada en la capital de ese país y las ciudades de Guadalajara y Veracruz, y luego a Europa para sumarse a la celebración de los 100 años de la FIFA (Federación Internacional del Fútbol Asociado) y los Juegos Olímpicos de Grecia.
Los organizadores se sorprenden del éxito del M-10 en Argentina, pues tenían algunos temores dado que en los últimos años Maradona había estado en el centro de varias polémicas por admitida adicción a la cocaína, sus choques con dirigentes del fútbol local y mundial, opiniones radicales y otras actitudes.
Sin embargo, un recorrido por el museo permite reconocer enseguida que ”El 10”, como le llaman muchos, sigue siendo objeto de fervorosa idolatría.
Maradona hace tres años que está radicado en Cuba, donde sigue un tratamiento médico y de rehabilitación, luego de que se le diagnosticara deficiencias cardíacas severas.
La mirada de adultos y niños ante las imágenes en pantalla gigante de sus más recordados momentos en los estadios del mundo son una prueba de ello. Parecen estar mirando hacia un altar.
Los primeros en visitar la muestra se peleaban por quedarse con la primera entrada y por eso debieron ponerla a sorteo, comentó a IPS un empleado de boletería. Uno de ellos tenía tatuada la firma de Maradona en el brazo.
También hay grupos de seguidores que van todos los días al museo, que ”se escapan del trabajo un rato a la hora del almuerzo”, y otros que aprovechan el fin de semana, como ocurrió con ”uno de ellos que pasó aquí 12 horas y tuvimos que atenderlo en la enfermería porque no había comido”, narró un encargado de la seguridad.
El director de la exhibición, Oscar Goldadler, reveló a IPS cierto impacto por el resultado.
”No pensábamos inaugurarla acá, íbamos a hacerlo en Barcelona, pero no nos pusimos de acuerdo y entonces largamos aquí”, indicó Goldadler, quien también comparte la financiación del proyecto con Claudia Villafañe, la esposa de Maradona, la cual aportó 99 por ciento del material que se exhibe en el museo.
Goldadler y Ernesto Texo fueron los mentores de muestras célebres que llegaron a Buenos Aires, como las colecciones de los pintores españoles Pablo Picasso y Salvador Dalí, los tesoros del Kremlin y el Oro del Perú.
En 2002, cuando estaban en Egipto en busca de montar una nueva exposición, surgió la idea del museo del 10 con los miles de objetos que Villafañe —va todos los días a la muestra— guardó con paciencia y puntillosidad a lo largo de la carrera de ”El Diego”, como también le gusta que lo llamen.
Fotos, videos familiares o premios tienen su ”código M” en el inventario de recuerdos que albergó Villafañe como legado para las hijas del matrimonio con Maradona, Dalma y Gianina.
Goldadler aseguró que el valor de los objetos es ”inestimable”, aunque calcula que el costo de la colección no baja de los 10 millones de dólares.
No obstante, otro de los organizadores confió a IPS que un grupo de inversores japoneses intentó saber si podrían obtener sólo un par de ”botines célebres” por el doble de esa cifra.
Villafañe comenzó a juntar ”recuerdos” desde los años 70, cuando Argentino Juniors le dio la oportunidad al todavía niño Maradona de mostrar sus habilidades futbolísticas. De esa época atesoró el carné de socio del club del jugador con la foto de su rostro de apenas ochos años.
La exhibición narra la vida de Maradona a través de videos musicalizados de sus mejores y peores momentos.
Allí aparecen imágenes del climax de su carrera en 1986, cuando recibió en carácter de capitán y emblema de la selección argentina la Copa del Mundo obtenida en ese torneo de FIFA, del momento en que es detenido por la policía en 1991 en Buenos Aires luego de haber consumido drogas, y el regreso a la práctica del fútbol en el club español Sevilla.
El repaso incluye el caso de dopaje con un fármaco contra la gripe en el Mundial de FIFA de Estados Unidos, que le cortó la posibilidad de volver a ser campeón mundial según especialistas, fotos de sus orígenes en el barrio marginal de Villa Fiorito y su retorno a jugar en Boca Juniors, el club del que es simpatizante desde la infancia.
El museo contiene cientos de medallas, plaquetas, copas y balones de oro de todos los tamaños acumulados en años gloriosos. Entre los galardones se destaca un sable de oro de 1,30 metros que recibió en 1987 por su participación en el partido exhibición por los 50 años del club árabe Al-Ahli.
Existen además más de 150 camisetas, suyas y de jugadores que se las obsequiaron a lo largo de su carrera profesional. Una de las que concentra la mayor atención es la que usó en 1977, cuando el técnico César Menotti lo hizo debutar en la selección argentina con apenas 16 años en un partido frente a Hungría.
La camiseta de ese juego y la dedicatoria a su esposa —”para vos, mi amor”— se exhibe junto al telegrama amarillento de convocatoria a la selección argentina que luego obtuvo la Copa del Mundo en 1978, pero de la cual finalmente no formó parte.
”Maradona es, por lejos, el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos y no creo que haya en el futuro uno como él”, comentó a IPS Rubén Martínez, un joven que miraba fascinado las remeras que usó ”el 10” en Argentinos Juniors de 1976 a 1981, antes pasar a Boca Juniors.
Martínez, acompañado por un amigo que visitaba la muestra por segunda vez, aclaró que le reconocía a Diego ese mérito sin dudarlo a pesar de ser simpatizante de River Plate, el tradicional rival de Boca. ”Maradona está más allá de todas las diferencias”, añadió convencido.
Cerca suyo, una pareja de turistas australianos ratificaba la definición. ”Un jugador fantástico, el mejor del mundo”, comentaron luego de mirar una escenografía que recrea la humilde casa de la familia Maradona en Villa Fiorito, donde nació Diego en 1960.
Los menores de 10 años, que nunca lo vieron jugar, recorren la muestra de la mano de sus padres para ilustrar las historias que escucharon incrédulos una y otra vez.
Los niños miran absortos los zapatos de fútbol gastados del héroe como si trataran de descubrir un secreto.
Se exhiben en la muestra los pares más gloriosos. Villafañe guardó el par con el que debutó en Boca en 1981 y los utilizados cuando hizo el inolvidable gol a Inglaterra en el Mundial de México de 1986, elegido el mejor tanto de todos los campeonatos mundiales según una encuesta del multimedio británico BBC.
Entre los obsequios que guardó Diego, además de infinidad de casacas, sobresale una gorra verde oliva que le regaló el presidente de Cuba, Fidel Castro, el 30 de octubre de 2001, cuando cumplió 41 años.
”Con deseos de que estos 41 los tripliques con salud y energía”, escribió Castro.
También se exhibe el cinturón con una hebilla de oro y brillantes que le regaló el brasileño Pelé, con quien se disputa el primer puesto en el olimpo futbolístico, y una corbata roja del fallecido cantante Freddie Mercury, con quien Maradona se dio el gusto de cantar a dúo.
”No creo que haya muchos casos en los que un museo tan valioso como éste se abra en momentos en que el homenajeado está vivo, pero es bueno que así sea porque nos permite revivir la felicidad que nos regaló Maradona en estos años y agradecérselo en vida”, dijo a IPS Elsa Vivas, de 67 años, seguidora del deportista.
Pero el receptor del homenaje hasta ahora no visitó la muestra. Con expectativa y ansiedad, los encargados de la entrada esperan que el destino les regale ese momento en que el héroe cruce el umbral del centro de exposiciones, les estrecha la mano y multiplique de nuevo la cantidad de objetos de su culto.