El temor a una intervención militar de Estados Unidos en Irán crece a medida que se extingue el plazo impuesto por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) para que el gobierno de Mohammad Jatami brinde información detallada sobre su programa nuclear.
Una cosa está clara: más allá de lo que decida la AIEA cuando termine el plazo, nuestra política exterior, sin contar la guerra con Iraq (1980-1988), afronta el mayor desafío desde que se creó la República Islámica en 1979, escribió el analista Sadeq Ziba, de la Universidad de Teherán, en el diario reformista Sharq.
La AIEA le dio plazo a Irán hasta el 31 de este mes para que suspenda sus operaciones de enriquecimiento de uranio, abra todas sus instalaciones a los inspectores y entregue pruebas de que sus actividades son parte de un plan energético y no para crear armas de destrucción masiva.
La semana pasada, Irán comenzó a dar detalles sobre los componentes que importó para su programa, a pedido de la AIEA, pero todavía se resiste a cumplir con todas las exigencias.
No vamos a permitir que nadie nos prive de nuestro legítimo derecho de utilizar tecnología nuclear, como el enriquecimiento de uranio, para proveer combustible a nuestras centrales energéticas, dijo el canciller Kamal Jarrazi la semana pasada.
La preocupación de la Organización de las Naciones Unidas creció luego de que inspectores de la AIEA encontraran a inicios de este año muestras de uranio enriquecido en territorio iraní. Teherán asegura que, de alguna forma, llegaron desde otro país.
Rusia está construyendo la primera central nuclear de Irán en el meridional puerto de Bushehr y tiene un acuerdo para proveerle uranio por un periodo de 10 años a partir de 2005.
Teherán también es presionado para que firme a fines de este mes un protocolo adicional al Tratado para la No Proliferación de Armas Nucleares, que permitirá nuevas y más amplias inspecciones de la AIEA, incluyendo la toma de muestras de aire y suelo iraní.
Todo esto, y en especial las advertencias de Estados Unidos y la Unión Europea, pusieron a los iraníes en guardia.
El gobierno iraní considera la actitud de la AIEA, y en especial su resolución del 12 de septiembre que lo insta a poner fin a sus actividades de enriquecimiento de uranio, como una nueva señal de animosidad de parte de Occidente.
Casi todos los días, las autoridades iraníes hacen comentarios sobre el protocolo que la AIEA le pide firmar a Teherán.
La AIEA intenta socavar la soberanía nacional de la República Islámica de Irán, dijo el asesor de Jatami sobre asuntos legales y de seguridad, Mohammad Alí Abtahi.
En las calles de Teherán se puede constatar el temor por lo que muchos consideran la antesala de una ofensiva militar de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Si Irán no firma el protocolo adicional, de seguro Londres y Teherán se enfrascarán en una serie de batallas diplomáticas y económicas, dijo Alí Kamel, propietario de una casa de cambio frente a la embajada británica.
Jatami aseguró que su gobierno seguirá cooperando para garantizarle al mundo que no está procurando armas nucleares, aunque aclaró que Teherán nunca firmará un documento que socave su soberanía nacional.
Uno de los mayores temores es que, si Teherán no firma el acuerdo con la AIEA, Israel ataque sus centrales nucleares, como hizo con Iraq en 1981.
El presidente del poderoso Consejo de Conveniencia, Hashemi Rafsanjani, advirtió: Irán responderá a cualquier ataque israelí a la central nuclear de Bushehr con una explosión inolvidable.
El líder supremo de la Revolución Islámica, ayatolá Alí Jamenei, dijo en varias ocasiones: Con la gracia del Dios todopoderoso, la nación iraní continuará preparándose para resistir a los enemigos.
Jamenei llamó este lunes a que los países musulmanes tomen una postura conjunta contra Estados Unidos e Israel.
Si los 57 países de la Organización de la Conferencia Islámica se mantienen unidos en su próxima cumbre en Malasia (este jueves), todas las tramas urdidas por Estados Unidos contra el mundo islámico serían neutralizadas, afirmó.
Por su parte, el mulá reformista Moshen Kadivar cree que el gobierno de Jatami firmará el protocolo adicional, pues no cuenta con el necesario respaldo popular para resistirse a Occidente.
Otros sostienen que el gran desafío para Teherán es convencer a otros países en los próximos días de que en verdad tiene intenciones pacíficas con su programa nuclear.
El problema es cómo un régimen con un negro legado de extremismo, que apoya abiertamente al Hamas (Movimiento de Resistencia Islámico) en Palestina, y al Hizbolá en el sur de Líbano, podrá convencer a la AIEA de que sólo tiene objetivos pacíficos con su tecnología nuclear, dijo el sociólogo Amir Hormoz Bozorgmehr.