INFANCIA-PAKISTAN: No me quiero casar

El gobierno de Pakistán convirtió el caso de Baby Pathani en una propaganda de sus esfuerzos para proteger los derechos de la infancia, pero la acción contra el matrimonio precoz debe ir mucho más allá de un caso notorio, instaron activistas.

Víctima de las tradiciones tribales, Pathani, de 13 años, fue obligada por su abuelo a casarse con un hombre de 65 años como pago de una deuda familiar de 100.000 rupias, equivalentes a 1.725 dólares.

El matrimonio fue decisión de la ”jirga” (el máximo órgano de decisión de tribus y clanes pakistaníes) de la aldea donde reside la familia de la niña en la localidad de Dadu, en la meridional provincia de Sindh.

En un caso excepcional, Pathani desafió a la tradición y a la jirga y huyó de su marido para volver con sus padres a los pocos días de su casamiento forzado.

Temiendo por la vida de su hija y solidario con su sufrimiento, el padre de Pathani, Mohammad Amin, y otros familiares la llevaron a Islamabad y buscaron ayuda del gobierno.

”No podíamos permitir que nuestra hija viviera el resto de su vida sufriendo”, dijo.

Antes de viajar a la capital, Amin hizo anular el matrimonio ante un tribunal local, en virtud de una ley que prohíbe el casamiento de las niñas y adolescentes menores de 16 años y de los varones menores de 18.

Ya en Islamabad, Pathani fue llevada a un refugio gubernamental para mujeres en crisis, y fue desde allí que su historia trascendió a la prensa.

La publicación de la odisea de Pathani y su fotografía, aparecidas por primera vez en el diario de lengua inglesa The News el día 15, llevó a muchas personas a donar dinero para saldar su deuda familiar.

Nilofer Bajtiar, asesora de asuntos de la mujer del primer ministro, tuvo palabras de solidaridad hacia la niña.

Bajtiar anunció que el gobierno realizaría todos los esfuerzos posibles para hacer aplicar las leyes contra el matrimonio precoz, la esclavitud por deudas y otras que Pakistán aprobó en cumplimiento de sus obligaciones en virtud de la Convención sobre los Derechos del Niño.

”Estamos haciendo lo mejor que podemos para mejorar la situación de las mujeres y niñas pakistaníes en particular”, dijo a IPS.

Por otra parte, Tracey Wagner, de la Sociedad para la Protección de los Derechos de la Infancia (SPARC), señaló que ”el matrimonio precoz es un problema extendido y miles de niñas son obligadas a casarse cada año”.

Por ese motivo, la respuesta del gobierno no debería limitarse a este caso, que no es para nada raro en un país donde las tradiciones pasan por encima de los derechos de las mujeres, exhortaron los críticos.

Además, aunque Pathani está libre ahora, fue liberada a cambio de un precio y no por derecho propio, de modo que la tradición prevaleció al final, observó Wagner.

”Para empezar, la deuda familiar y la libertad de Pathani nunca debieron vincularse. El hecho de que la niña sólo fuera liberada tras el pago de la deuda de su familia muestra el grado de decadencia de la sociedad”, destacó la activista.

”Aparte, el hombre que se casó con la menor y el abuelo están libres y no han sido castigados por violar las leyes que prohíben tanto el casamiento de menores como la esclavitud por deudas. Los miembros de la jirga que decidió el destino de la niña también deberían ser llevados ante la justicia”, instó.

La Ley de Restricción de Matrimonios Precoces de 1929 establece una pena de prisión de hasta un mes, una multa o ambos castigos para quien se case con un menor de edad. La norma establece penas similares para quien solemnice la boda y para los padres o tutores involucrados.

Funcionarios de la Comisión Nacional para el Bienestar y el Desarrollo Infantil admitieron que los matrimonios precoces son muy comunes en Pakistán, pero señalaron que es muy difícil detenerlos.

”Casarse con un menor es un delito, pero la aplicación de la ley es casi imposible en comunidades que se rigen por sus propias tradiciones, con siglos de antigüedad”, reconoció un funcionario que pidió no ser identificado.

Además, ”no muchas víctimas presentan denuncia”, añadió.

Aun en casos en que las menores se resisten al matrimonio, la ley no siempre se aplica.

El año pasado, un tribunal anuló los matrimonios de dos hermanas de 13 y 14 años, pero no castigó a quienes solemnizaron los casamientos ni a sus padres.

Según la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán, la práctica de vender mujeres y niñas está muy extendida en este país sudasiático.

”En Swat (localidad de la provincia de la Frontera Noroccidental), se puede comprar una mujer por 10.000 rupias (172 dólares). En Sindh y Balochistán, se han vendido niñas de apenas 10 años por 30.000 a 40.000 rupias”, dice el Informe sobre el Estado de los Derechos Humanos/2002 de la Comisión.

Los expertos advierten que estos problemas continuarán hasta que el gobierno aplique plenamente la Convención sobre los Derechos del Niño.

”El hecho es que estamos muy lejos de alcanzar los objetivos de protección de los derechos de la infancia”, declaró Zarghon Shah, que ha sido consultor del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

”Unas pocas leyes aquí y allá no cambiarán nada. El castigo a los violadores de los derechos de niños y niñas sería una medida disuasoria muy fuerte, pero más necesario todavía es un cambio social”, concluyó. (

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