Estados Unidos lleva adelante una campaña en Medio Oriente para cambiar regímenes hostiles por aliados, pero de ese modo despierta grandes resentimientos en naciones árabes con las que ha sido socio desde hace décadas, según un estudio.
La supuesta intención de Washington de impulsar la democracia en la región cayó en descrédito en países aliados, como Egipto y Arabia Saudita, debido a la ocupación de Iraq y al constante apoyo a Israel, indica un informe del Grupo Internacional de Crisis, un equipo de expertos con sede en Bruselas.
El presidente estadounidense, George W. Bush, había prometido que la invasión a Iraq sería el comienzo de una serie de reformas en la región para consolidar la democracia y garantizar la paz y la estabilidad de todas las naciones árabes.
Pero en el informe divulgado a comienzos de este mes se consignan los daños que esta política ha provocado en gobiernos árabes aliados, en especial el del presidente egipcio Hosni Mubarak.
Estados Unidos debe tomar en serio la evidencia del daño político en las relaciones con Egipto como consecuencia de sus políticas regionales, en especial su claro favoritismo por Israel, su decisión de derrocar al régimen en Iraq y sus amenazas de reforma en otros países árabes, señalaron los expertos.
El trabajo, titulado El desafío de la reforma política: Egipto después de la guerra en Iraq, sostiene que la actitud estadounidense en Medio Oriente consolidó la creencia de que los gobiernos árabes, en especial el de Egipto, son serviles ante Washington.
Las impopulares políticas de Washington en Iraq y en el conflicto palestino-israelí hicieron sentir incómodo a Egipto, un gobierno amigo, y redujeron la capacidad de Estados Unidos de promover una reforma democrática en la región, diuce el estudio.
Ahora hay una furia mucho mayor en Egipto contra el presidente Mubarak, quien gobierna el país desde el asesinato de su antecesor Anwar Saddat, en 1981.
Hay mucho más odio contra Mubarak por haber apoyado a Estados Unidos que contra Estados Unidos por apoyar a Mubarak, señaló el Grupo.
El estudio de 24 páginas sugiere que el fracaso de Egipto y de otros países árabes en sus intentos por evitar la guerra en Iraq, sumado a la creciente preocupación por asuntos económicos, motivó un creciente interés popular por cambiar el rumbo de su gobierno.
El impacto económico de la guerra despertó en Egipto numerosos pedidos para que Mubarak cambie su política exterior, lejos de los dictados de Washington.
La principal pérdida económica fueron las exportaciones a Iraq, que se realizaban de acuerdo con el programa llamado petróleo por alimentos, de la Organización de las Naciones Unidas, que le permitía al régimen de Saddam Hussein vender su crudo para obtener productos alimenticios.
Las exportaciones egipcias a Iraq llegaban a sumar 2.000 millones de dólares anuales.
El gobierno de Mubarak anunció días atrás que, para afrontar esa pérdida, analiza un proyecto para que firmas constructoras egipcias participen en el proceso de reconstrucción de Iraq, a pesar de que muchos consideran la idea como un tácito apoyo a la ocupación estadounidense del país árabe.
Por otra parte, el Congreso legislativo de Estados Unidos aprobó un plan de ayuda económica directa a Egipto por 300 millones de dólares, y 2.000 millones de dólares en garantías de préstamos este año.
El informe señala que la guerra abrió una brecha de confianza entre el pueblo egipcio y el gobierno de Mubarak, que se podría ampliar aun más si empeoran las condiciones económicas.
Yo creo que este gobierno es un peligro para la seguridad nacional, porque su decidida negilgencia ante las preocupaciones del pueblo y su negativa a afrontar los problemas económicos despierta la ira popular, dijo el dramaturgo egipcio Wahid Hamed, cuya opinión está consignada en el estudio.
Desafío a cualquiera de los que aplauden al gobierno a que nieguen o refuten la verdad diaria de que en las calles de las ciudades egipcias las personas están cada vez más molestas, añadió.
El estudio indica que muchos jóvenes, aunque no integran grupos políticos, organizan manifestaciones contra de la amistad entre El Cairo y Washington. Una de las más grandes fue realizada en marzo, en contra la invasión estadounidense en Iraq, en la que también exigieron cambios en la política económica de Mubarak.
Pero algunos expertos expresaron sus reservas con las conclusiones del informe, como lo hizo el politólogo Nathan Brown, de la estadounidense Universidad de Georgetown.
En Egipto mismo, los pedidos de cambio no son motivados por la presión o por la política de Washington en la región. Eso es sólo una excusa. Egipto ha sido siempre un país con una atmósfera política apasionada, señaló.
El informe reconoce que el gobierno de Mubarak, pese al fuerte malestar popular, no está en riesgo de ser desestabilizado.
Pero los expertos del Grupo Internacional de Crisis indicaron que si Estados Unidos quiere ganar la credibilidad ante Egipto y los demás países árabes como un promotor de la democracia, tiene que cambiar sus políticas regionales.
A Washington le iría mejor si buscara una solución al conflicto palestino-israelí y terminara con la ocupación de Iraq, señalaron.