Intelectuales y políticos reformistas de Irán darán la bienvenida este martes en el aeropuerto de Mehrabad a Shirin Ebadi, la nueva premio Nobel de la Paz, pero la recepción de los conservadores islámicos será muy otra.
A juzgar por la prensa conservadora de Irán, el galardón concedido el viernes a Ebadi por su trabajo a favor de los derechos de la infancia, las mujeres y la no violencia no es motivo de orgullo para este país, y en el mejor de los casos es una noticia menor.
La televisión estatal otorgó escasa importancia al premio, mientras los periódicos alineados con poderoso clero conservador no mencionaron la noticia o lo hicieron para criticarla.
Entre líneas, esos medios sugirieron que el premio de Ebadi le fue otorgado por ser partidaria de los homosexuales, el aborto y las relaciones sexuales premaritales, dijo Bahram Rouzbahani, un disidente que tiene un puesto de periódicos en la avenida Engelab, cerca de la Universidad de Teherán.
Por otra parte, en círculos universitarios el premio de Ebadi fue motivo de festejos.
¡Una mujer iraní ganó el premio Nobel de la Paz! Esto es otro clavo en el ataúd del régimen islámico, celebró Narges Khordadi, una estudiante de la Universidad de Teherán de 23 años, tras enterarse de la noticia.
Shirin Ebadi nació hace 56 años en la histórica ciudad de Hamadan, en el oeste de Irán, pero se mudó a la capital cuando tenía cuatro años. Tiene una maestría de la Facultad de Derecho de la Universidad de Teherán, y su esposo, Javad Tavassoliyan, es ingeniero civil.
Ebadi fue la primera mujer en llegar a juez en Irán, pero perdió su cargo con la Revolución Islámica de 1979, que impidió a las mujeres ejercer la magistratura.
En lugar de quedarse en casa, Ebadi se dedicó a dar clases en la Universidad de Teherán y siguió ejerciendo la abogacía en defensa de familias de intelectuales y disidentes asesinados.
Su época de mayor actividad coincidió con los disturbios estudiantiles en 1999. En ese entonces, Ebadi y otros colegas grabaron la confesión de un antiguo vigilante, Amir Farshad Ebrahimi, quien afirmó que funcionarios gubernamentales, entre ellos el ex presidente Hashemi Rafsanjani, habían ordenado ataques contra manifestaciones de disidentes.
Ebadi fue acusada de distribuir el vídeo y recibió una condena de prisión suspendida. Además, se le prohibió ejercer la abogacía por cinco años.
Ahora, el premio del Comité del Nobel de Oslo a Ebadi demuestra que la comunidad internacional está concentrada en el movimiento reformista de Irán, en especial la Unión Europea, que respalda la reforma y la emancipación de la mujer en este país, destacó Elaheh Kolaee, un legislador del Partido de la Participación Islámica.
Algunos miembros del gobierno reformista de Mohammad Jatami consideran a Ebadi como una nueva figura internacional para promover su causa, pero esperan que agradezca a la Revolución Islámica por elevar la condición de la mujer.
El analista disidente Behrouz Ahmadi no está de acuerdo.
Si Shirin Ebadi debe agradecer a la Revolución Islámica y al gobierno posrrevolucionario, entonces el ayatolá Jamenei (el líder islámico supremo) y otros líderes religiosos deberían agradecer al antiguo régimen monárquico por haberlos encarcelado, dijo.
Shirin Ebadi fue arrestada varias veces, y luego de documentar la conspiración del régimen islámico para reprimir a grupos disidentes, fue puesta en confinamiento solitario 22 días, recordó el profesor Faribouz Reisdana.
Ella no tiene nada que ver con el presidente Jatami ni sus socios. Sólo defiende los derechos de los niños y niñas, las mujeres y los prisioneros políticos, agregó.
Otro disidente que no quiso dar su nombre sostuvo que los reformistas no tienen ningún mérito en el galardón de Ebadi.
El presidente Jatami se deshace en elogios a Ebadi, pero cabe recordar que fue bajo su gobierno que ella fue arrestada, sentenciada, puesta en confinamiento solitario y privada del derecho a ejercer su profesión, recordó el crítico.
Al anunciar la candidatura de Ebadi para el premio Nobel de la Paz, el Comité de Oslo emitió un mensaje no sólo sobre Irán y los derechos de las mujeres, sino también sobre el Islam y la democracia.
Ebadi es una musulmana consciente. Para ella, no hay conflicto entre el Islam y los derechos humanos fundamentales, destacó el Comité.
El premio Nobel de la Paz para Ebadi fue el primero otorgado a una mujer musulmana.
Pero ni siquiera ese mensaje es bien recibido en los sectores conservadores.
Shirin Ebadi debería dividir el premio de 1,3 millones de dólares en mitades, según la tradición islámica, ironizó el satirista Mohammad Lombak Jorasani, en referencia a la probable actitud de los clérigos islámicos.
Según los preceptos islámicos, las mujeres sólo pueden recibir la mitad de la herencia que reciben sus hermanos varones.
No sé exactamente cuál será el impacto del premio en la política doméstica. Pero algo es seguro: es un honor para los iraníes tener una compatriota como ella, comentó Parvin Saremi, director de la revista Jandani. (