La comunidad internacional celebra este jueves un nuevo Día Mundial de la Alimentación dividida sobre la mejor estrategia para acabar con el hambre, principal causa de muerte y enfermedades del mundo.
Todos los días, cerca de un millón de personas en Africa dependen de la ayuda alimentaria internacional para sobrevivir, y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) prevé que esa cantidad en todo el planeta aumentará a 110 millones en los próximos años.
Más de 3.500 millones de personas en el Sur en desarrollo se ven afectadas por la falta de hierro, cuya carencia es causa de 100.000 muertes maternas en el primer año después del parto. En el mundo, 4,4 millones de niños tienen graves problemas de vista y 500.000 de ellos van camino a la ceguera por falta de vitamina A.
El martes, activistas celebraron el préstamo por 25 millones de dólares que la Fundación Bill y Melinda Gates entregaron a la iniciativa HarvestPlus, un proyecto para distribuir alimentos en el mundo.
HarvestPlus es organizada por el Centro Internacional de Agricultura Tropical y el Instituto para la Investigación de Políticas Alimentarias Internacionales.
"HarvestPlus es un nuevo paradigma de la agricultura, que la considera un verdadero instrumento para la salud pública", dijo el director de Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), Joachim Voss.
"En el pasado, veíamos a la agricultura como un producto. Ahora estamos empezando a ver cómo mejorar el contenido de micronutrientes en los alimentos de primera necesidad", explicó.
El trabajo de HarvestPlus en "biofortificación" de alimentos se concentará en seis alimentos básicos, los ingeridos por la mayoría de los pobres del mundo: arroz, trigo, maíz, tapioca, papa dulce y frijol.
"La biofortificación es diferente de la biotecnología, pues se concentra en el uso de tecnologías alimentarias tradicionales para seleccionar variedades con contenido nutricional aumentado", dijo a IPS la profesora de Nutrición de la Universidad de California Barbara Schneeman.
"La ventaja de la biofortificación es que se trata de un enfoque más sustentable para hacer los alimentos más nutritivos, en lugar de darle a la gente vitaminas y suplementos", agregó.
La nueva donación, sumada a tres millones de dólares aportados por el Banco Mundial y dos millones procedentes de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) permitirá una gran expansión de las actividades de HarvestPlus.
"Una cosa es seleccionar y cultivar una planta, y otra es demostrar en realidad qué es lo que funciona en la población por la que nos preocupamos. Ese es el desafío. Con los 25 millones de dólares, HarvestPlus podrá poner a prueba el concepto eficazmente y determinar si esto funcionará", sostuvo Schneeman.
Por otra parte, Voss sostuvo que el cultivo de transgénicos "debe ser puesto dentro de un contexto social", pues "las propias sociedades deben decidir si están cómodas o no con los alimentos genéticamente modificados".
Pero activistas y expertos de la sociedad civil consideran que el dinero gastado en tecnología podría ser más útil si se asignara a otras actividades.
"El hambre es un fenómeno complejo. Concentrarnos en la tecnológía desvía la atención de las causas del hambre", dijo la directora del Instituto de Políticas sobre Alimentación y Desarrollo, Anuradha Mittal.
India, donde 300 personas sufren desnutrición, es el tercer productor de cereales del mundo, recordó Mittal. "Los indios tienen hambre porque no pueden comprar alimentos nutritivos. ¿Podrán comprar los biofortificados?", preguntó.
Mittal consideró que los alimentos biofortificados son un paso hacia los alimentos transgénicos, y que son "promocionados como el Viagra del sistema digestivo", pero "son el caballo de Troya que se vende a los ricos de las sociedades ricas".
El Programa Mundial de Alimentación (PMA) afronta este año la mayor demanda de asistencia alimentaria de los últimos 40 años, y le faltan más de 600 millones de dólares de los 4.300 millones que necesita para solventar sus proyectos el año próximo.
