La contaminación en México de cultivos tradicionales de maíz con variedades transgénicas prohibidas es más amplia de lo que se sospechaba, según un estudio realizado por ambientalistas y agricultores asistidos por biólogos.
"Ahora vemos que la contaminación se ha diseminado al menos por las regiones sur, central y septentrional del país", dijo la experta del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam), Ana de Ita.
El informe indica que algunas plantas de maíz contenían elementos de dos, tres y hasta cuatro genes modificados distintos, todos ellos patentados por corporaciones biotecnológicas transnacionales.
Científicos estadounidenses publicaron hace dos años la primera prueba científica de que los cultivos de maíz de México, país del que es originario el grano, estaban contaminados con material genético del vegetal manipulado.
México prohíbe el cultivo de maíz transgénico en todo el territorio nacional, con el fin de proteger las variedades tradicionales.
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La contaminación es, al parecer, resultado del cultivo de cierta cantidad de semillas contenidas en los entre cinco y seis millones de toneladas de maíz estadounidense comprado por México o enviado al país como ayuda alimentaria, según la activista Silvia Ribeiro, de la organización ambientalista ETC Group.
"Ha estado muy seco en algunas áreas del país, y los agricultores que no tienen semillas usaron el maíz estadounidense", dijo Ribeiro a IPS desde su oficina en Cancún, México.
La activista calculó que entre 50 y 60 por ciento del maíz estadounidense enviado a México es transgénico, dado que los mercados de Asia y de Europa se niegan a aceptar esas variedades para evitar que contaminen los cultivos naturales, fenómeno denominado flujo genético.
Las organizaciones de agricultores y ambientalistas que efectuaron el estudio con instrumentos de detección de transgénicos de venta libre y aplicaron la prueba en unas 2.000 plantas de 138 haciendas y comunidades indígenas.
Con ayuda de biólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se detectó la presencia de genes manipulados en el maíz tradicional cultivado en 33 comunidades (24 por ciento del total) de nueve de los 31 estados de México: Chihuahua, Durango, Estado de México, Morelos, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Tlaxcala y Veracruz.
En los nueve estados se halló maíz con trazas de la proteína Bt- Cry9c, que identifica al maíz transgénico Starlink, desarrollado por la filial estadounidense de la empresa transnacional francesa Aventis y prohibido para consumo humano en Estados Unidos.
También se encontraron en todos esos estados genes de Bacillus thuringiensis (Bt) presentes en el maíz transgénico Bt —de las empresas Monsanto, estadounidense, y Novartis, suiza— y de la proteína CP4-EPSPS, presente en maíz transgénico resistente a herbicidas producido por Monsanto.
StarLink tiene en su material genético una proteina que, a desarrollarse la planta, produce toxinas para matar insectos que se alimentan de maíz. Su uso en Estados Unidos está restringido a la alimentación animal, por temor a que la toxina origine reacciones alérgicas en seres humanos.
Pero Aventis se vio obligada a retirar el producto del mercado luego de que se detectaran trazas de StarLink en productos alimenticios hace dos años.
Ribeiro aseguró que cuatro informes patrocinados por el gobierno determinaron la presencia de transgénicos en el maíz nativo mexicano, pero que ninguno de esos estudios fue publicado.
"El gobierno (mexicano) no ha hecho nada para detener" la contaminación con transgénicos, mientras "más maíz genéticamente modificado sigue entrando desde Estados Unidos", agregó la activista.
En el estudio participaron Ceccam, el Grupo ETC (Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración), el Centro Nacional de Apoyo a Misiones Indígenas, el Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular, la Unión de Organización de la Sierra Juárez de Oaxaca y la Asociación Jaliscience de Apoyo a Grupos Indígenas.
Los cultivos transgénicos cuentan con genes procedentes de otras especies, animales o vegetales, introducidos en laboratorio con el propósito de mejorar su rendimiento, su resistencia a factores climáticos o herbicidas, u otras características.
"La introducción de los transgénicos es irreversible en el mundo. Ahora lo importante en América Latina es controlarlos, usarlos y desarrollarlos, a la par que otras tecnologías, para no depender de firmas extranjeras", dijo el científico mexicano Luis Herrera, quien trabajó en el sector a inicios de los años 80.
En México existen en la actualidad 56 razas y 16.000 acepciones de maíz. Cada región tiene diversas variedades y continuamente son diversificadas.
Para cuidar el origen, diversidad y domesticación del maíz mexicano es que el Comité de Biodiversidad estableció en 1998 un margen de plazo para la experimentación y liberación con fines comerciales de transgénicos, ante la confirmación de que Estados Unidos trabajaba desde 1996 en variedades al respecto.
Indígenas y agricultores solicitaron la semana pasada, en una conferencia de prensa en México, que se prohíba y reprima la importación de maíz estadounidense que, por otra parte, es objeto de elevados subsidios de Washington.
El agricultor indígena Baldemar Mendoza aseguró a la prensa que en su estado, Oaxaca, se encontraron plantas de maíz deformadas y con trazas de transgénicos.
"Hemos visto muchas deformidades nunca antes vistas por los viejos de nuestras comunidades, y una de las plantas contenía tres materiales transgénicos diferentes", dijo Mendoza.
Representantes del gobierno visitaron la comunidad y les recomendaron no alarmarse, porque los cultivos transgénicos están presentes en algunos países desde hace cinco o seis años sin evidencias de daños a la salud humana, indicó el agricultor.
"Pero nosotros tenemos nuestra propia evidencia: 10.000 años en que nuestro maíz ha sido bueno para la salud. Contaminarlo con transgénicos es un crimen contra todos los pueblos indígenas y comunidades agrícolas que lo han cultivado por milenios en beneficio de la humanidad."