La cantidad de residencias con un solo habitante en Brasil aumentó 67 por ciento del censo nacional de 1991 al de 2000, en el que se registraron 4.085.568.
Eso ubicó al país entre los 10 que más contribuyen a una inconveniente proliferación de viviendas, según indicaron en un estudio investigadores de la estadounidense Universidad de Michigan, quienes identificaron 76 naciones en que los domicilios aumentaron más que la población de 1985 a 2000.
En esos países y en promedio, la cantidad de viviendas se incrementó 3,1 por ciento, y la población 1,8 por ciento.
Los investigadores sostienen que eso es perjudicial porque implica creciente presión sobre los recursos naturales, al aumentar el consumo por individuo de agua, energía, materiales de construcción, equipos domésticos e infraestructura urbana.
En 2000, el promedio de personas por residencia registrado en Brasil fue 3,73, considerado razonable por especialistas y muy superior al de países ricos como Estados Unidos, pero también muy por debajo del de 1991, cuando el promedio era 4,19.
Cuando se realizó el censo de 1991, las viviendas con un solo ocupante eran 6,9 por ciento del total, y nueve años después pasaron a ser 8,98 por ciento.
Eso es producto de varios factores, entre ellos el aumento de los divorcios, la creciente independencia de las mujeres, la mayor proporción de viudez en una población que envejece, y el nuevo estilo de vida que estimula el individualismo, dijo a IPS la demógrafa Ana Amelia Camarano, del Instituto de Investigación Económica Aplicada, que depende del Ministerio de Planificación.
Pero el fenómeno prevalece en las capas de ingresos medios y altos, mientras hay, como siempre, altos promedios de habitantes por vivienda entre los pobres, a menudo hacinados.
Hay dos movimientos opuestos, el que conduce a la morada individual por opción de vida y el que trae de vuelta el hijo a la casa paterna, para formar a veces familias de tres generaciones, padres, hijos y nietos, a fin de compartir gastos, observó Camarano.
La tendencia a vivir sin compañía no es predominante pero ha crecido, evaluó el arquitecto Alfredo Britto, basado en sus observaciones en Río de Janeiro, donde vuelven a construirse departamentos con un solo dormitorio, antes abandonados en favor de los de dos o tres, ejemplificó.
Britto mismo vive solo por opción, en una gran casa de 270 metros cuadrados de área construida, después de varios matrimonios en los que tuvo cuatro hijos que ya son adultos, vive solo
Muchos amigos de su generación, cercana a los 60 años, eligieron vivir solos en apart-hoteles, departamentos con todos los servicios hoteleros, después de que sus hijos se independizaron. Es una novedad acentuada en los últimos 10 años, dijo a IPS.
Eso no significa aislamiento, ya que cada vez más parejas eligen vivir en hogares separados, como es mi caso, y la ciudad ofrece muchas oportunidades de convivencia social, que uno frecuenta cuando lo desea, arguyó.
También hay jóvenes que se juntan en las llamadas repúblicas, casas grandes que ofrecen a cada uno su espacio propio y son pagadas en conjunto, por personas que a menudo no podrían afrontar un alquiler solas o con sus parejas, destacó el arquitecto.
En la tendencia contraria, aumentan los casos de hijos adultos que permanecen con padres liberales, que les permiten una vida sin restricciones, apuntó.
Alba D'Almeida, profesora de artes y terapeuta, de 48 años, dijo a IPS que se siente bien sola en su departamento en Río de Janeiro, aunque no haya llegado a esa situación en forma voluntaria, tras el fin de su casamiento de 12 años.
D'Almeida explicó que se casó muy joven, a los 21 años, sin experiencia de vida, y que temió no ser capaz de vivir sola al separarse.
Logré lidiar con la situación y veo eso como una conquista, una victoria, confesó. Vida colectiva no significa pareja, señaló para decir que ahora es más exigente, y que sólo una persona muy interesante la atraería a un nuevo casamiento.
En Brasil se manifiesta una tendencia que comenzó a registrarse hace muchos años en países de Europa, indicó a IPS Kazuo Nakano, urbanista del Instituto Polis, de Sao Paulo.
Es un fenómeno netamente metropolitano, y en París casi la mitad de los domicilios tienen un solo habitante, explicó.
En las últimas décadas, aumentaron en Brasil el promedio de edad de la población, la caída de la natalidad y la proporción de nuevos arreglos familiares, que se han sumado para contribuir a que haya menos habitantes por vivienda, afirmó Nakano.
Pero el impacto de esa nueva realidad sobre el ambiente depende de los patrones de producción y de los arreglos domiciliarios, ya que hay alternativas que pueden optimizar los recursos, con soluciones para uso colectivo de equipos, adujo.
Arquitectos y urbanistas tienen ideas que aportar en esa materia, y un grupo de la Universidad Federal de Sao Carlos, a 240 kilómetros de Sao Paulo, se dedica a investigar posibles respuestas, informó el experto.
La tendencia al aumento de las residencias unipersonales se mantendrá por muchos años en el país, evaluaron Camarano y Nakano.