Edward Said, uno de los intelectuales más encumbrados de la causa palestina, murió este miércoles en Nueva York luego de un decenio de lucha contra la leucemia. Tenía 67 años.
La pérdida de Edward Said será sentida por millones de personas. Para los palestinos, cuya tragedia y cuya historia él contribuyó tan elocuentemente a explicar al público mundial, ha caído un árbol, dijo el director ejecutivo de la organización Musulmanes Estadounidenses por Jerusalén, Khalid Turaani.
Pero los intensos escritos de Edward Said y su apasionado espíritu seguirán viviendo como un poderoso legado y un llamado a la acción para las generaciones venideras, agregó.
El polifacético Said era crítico literario y musical, profesor de literatura inglesa y comparada en la neoyorquina Universidad de Columbia, autor de 15 libros, experto en ópera, pianista y, con seguridad, el portavoz más elocuente de la causa palestina en Occidente.
Ganador de muchos premios, incluido el Owais por logros culturales y el primer Spinoza holandés, Said también fue profesor visitante en grandes universidades estadounidenses como Yale, Havard y Johns Hopkins.
La situación de los palestinos es la de víctima. Son los desposeídos, y lo que hacen por medio de la violencia y del terrorismo es comprensible, dijo en 1989, entrevistado por la revista New York.
Pero lo que hacen los israelíes al matar palestinos a una escala mucho mayor es una continuación de la horripilante e injusta desposesión del pueblo palestino, agregó entonces.
Repudio totalmente el terrorismo, en todas sus formas. No sólo el terrorismo palestino: también estoy en contra del israelí, del bombardeo de campamentos de refugiados, dijo.
Said desató en 2000 una controversia cuando arrojó una piedra a un guardia israelí en la frontera libanesa. La Universidad de Columbia no lo censuró, pues sostuvo que su profesor no dirigió la piedra contra nadie, no violó ley alguna y estaba amparado por la libertad de cátedra en ese tipo de acciones.
Hace dos años escribió, luego de visitar Jerusalén y Cisjordania, que los esfuerzos israelíes hacia la exclusividad y la xenofobia contra los árabes habían fortalecido la determinación palestina por sus legítimas causas.
Palestina y los palestinos resisten, a pesar de los esfuerzos de Israel para deshacerse de ellos o de restringirlos hasta la ineficacia, observó Said en una columna para la revista egipcia Al-Ahram.
Cuando el hoy presidente palestino Yasser Arafat firmó en 1993 los acuerdos de paz de Oslo con el entonces primer ministro Isaac Rabin, Said remó contra la corriente al afirmar que dos estados separados, uno palestino y otro judío, serían inviables, y postuló, en cambio, la creación de un estado binacional único.
No veo otro camino que comenzar a hablar ahora sobre compartir la tierra que nos ha encontrado juntos, y compartirla de un modo verdaderamente democrático, con derechos iguales para cada ciudadano, anotó en un texto publicado por el diario The New York Times.
No podrá haber reconciliación a menos que ambos pueblos, ambas sufridas comunidades, resuelvan que su existencia es un hecho secular y que debe ser afrontada como tal, advirtió.
Said integró el parlamento en el exilio durante 14 años, hasta su renuncia en 1991.
Nacido en 1935 en Jerusalén, entonces dominada por Gran Bretaña, y educado en instituciones de Palestina y El Cairo, Said se radicó en Estados Unidos a comienzos de los años 50. Se graduó en la Universidad de Princeton en 1957 y obtuvo en Harvard la maestría, en 1960, y el doctorado, en 1964.
Luego de acumular una abultada obra escrita, Said se dedicó a redactar sus memorias luego de saber que sufría leucemia. Decidí que era posible vivir con una espada de Damocles encima de tu cabeza. Se puede, por acto de la voluntad, no pensar en ello. Es afue, creo, mi mayor victoria. No pienso en la muerte, dijo.