Los gobiernos ponen como ejemplo de cooperación el acuerdo alcanzado en la OMC para facilitar el acceso de países pobres a fármacos a bajo precio, pero grupos civiles presentes en la cita ministerial de México dicen que no hay motivos para alegrarse.
El problema de fondo no está resuelto, lo único que hizo la OMC (Organización Mundial del Comercio) en materia de medicinas es abrir una puerta muy pequeña y de difícil acceso, dijo a IPS Michael Bailey, portavoz de la organización no gubernamental británica Oxfam.
Argumento similares expuso Ellen Hoen, del grupo Médicos sin Fronteras. El acuerdo indica que los países podrán acceder de forma fácil a medicinas genéricas de bajo precio, pero en los hechos todo será más difícil, pues lo acordado tiene reglas muy complejas, expuso.
El acuerdo sobre medicinas se logró a fines de agosto, poco antes de que se iniciara la Conferencia Ministerial de la OMC en el sudoriental balneario mexicano de Cancún, que finalizará este domingo luego de cinco días de sesiones.
Los observadores indican que el consenso fue buscado de forma desesperada para intentar demostrar al mundo en desarrollo que sí pueden obtener beneficios de la OMC.
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Ese convenio permite a un país afectado por alguna epidemia, como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida) o malaria, acudir a otra nación certificada como productora de genéricos, que son los medicamentos identificados sólo por el nombre de su principio activo, mucho más baratos que sus equivalentes con marca registrada.
El potencial exportador tendría a su vez que anular la patente de la medicina que pertenece a la casa farmacéutica y que, según normas vigentes, puede durar 20 años, luego darle una licencia a una empresa para que la produzca y al final entregar el producto.
Para hacer la compra, el país solicitante, con algunas excepciones, deberá someterse a la supervisión y aprobación del secretariado de la OMC y del consejo del llamado Acuerdo de Propiedad Intelectual en Relación al Comercio, instancia encargada de tratar el tema de medicinas y otros.
Entre otros requisitos, para lograr la importación, las medicinas deberán tener especiales presentaciones y etiquetados distintos respecto de otros productos.
Es muy complejo el acuerdo, pero además tiene candados en cuanto al tiempo de vigencia de las patentes y abre la puerta a enfrentamientos con las empresas farmacéuticas, que no quieren dejar sus patentes ni aceptan los genéricos, sostuvo Bailey.
Los activistas de la sociedad civil afirman que tantas puertas cerradas y limitaciones son producto de la presión de los grandes laboratorios, renuentes a ceder sus patentes con el argumento de que son el producto de sus investigaciones e inversiones.
Lo principal debe ser la salud de la gente no el negocio, expresó Hoen.
Las 10 más grandes firmas farmacéuticas del mundo son Pfizer+Pharmacia, Glaxo Smith Kline, Merck & Co., Bristol-Myers Squibb, AstraZeneca, Aventis, Johnson & Johnson, Novartis, Wyeth y Eli Lilly, que juntas acaparan 58,4 por ciento del mercado mundial de medicamentos, que mueve unos 322.000 millones de dólares.
Los portavoces de Eli Lilly argumentan que, sin medidas de protección comercial, no podrían recuperar los cerca de 500 millones de dólares que invierten cada año en el descubrimiento y desarrollo de nuevos medicamentos.
Un estudio de la Oficina de Evaluación Tecnológica de Estados Unidos, que abarcó 25 años de producción farmacéutica, mostró que 97 por ciento de los productos medicinales lanzados al mercado no eran más que copias de remedios ya existentes, a los que se le hicieron arreglos cosméticos.
En cuanto al resto, la investigación indicó que 70 por ciento había sido fabricado por laboratorios públicos, mientras que la mitad de las pocas medicinas realmente nuevas elaboradas por el sector privado tuvieron que ser retiradas del mercado debido a sus efectos secundarios.
Los países pobres deben tener total libertad para decidir qué medicinas genéricas importar y en qué momento, sin que eso provoque conflicto alguno con nadie ni la enfrente a las empresas transnacionales, sostuvo el portavoz de Oxfam.
No obstante, la organización Médicos sin Fronteras, con sede en Francia, sugiere a los países en desarrollos poner el nuevo acuerdo sobre medicinas a prueba, aprovechando todas las flexibilidades que pueda tener, aunque no son muchas.
En la reunión de Cancún, la mayoría de los representantes de gobiernos dijeron que el acuerdo sobre medicinas demuestra que sí se puede concertar, a pesar de las diferencias entre países.
Además, en diversas intervenciones indicaron que el espíritu con el que se concertó ese acuerdo debería contagiar a las difíciles negociaciones sobre agricultura, que son la que concitan la mayor atención en Cancún.
La conferencia ministerial de la OMC, la quinta de su tipo, pretende encarrillar los acuerdos alcanzados en 2001 en Qatar, donde los ministros de Comercio definieron un ruta de apertura comercial que debería concretarse a fines de 2004 y que tiene como objetivo central atender los problemas del desarrollo.
El director de la OMC, Supachai Panichtpakdi, declaró que el acuerdo sobre medicinas prueba de una vez por todas que la OMC puede encargarse de temas humanitarios tan bien como de temas comerciales.
Pero para las organizaciones sociales, el acuerdo sobre medicinas no es el adecuado y no merece celebraciones, por lo que deberá modificarse por el bien países más pobres, que son los que más necesitan medicinas baratas.