La reapertura a los no musulmanes de la Explanada de las Mezquitas, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, volvió a aumentar la tensión entre árabes y judíos en una de las zonas más explosivas de Medio Oriente y del mundo.
Esta superficie de 14 hectáreas, llamada Monte del Templo por los judíos y Noble Santuario (Haram al Sharif) por los musulmanes, había permanecido cerrada a visitantes no islámicos desde el estallido de la segunda intifada (insurrección) palestina, hace casi tres años.
Pero desde hace más de una semana, los turistas pueden volver a fotografiarse ante la mezquita de la Cúpula de la Roca, entre otras.
La policía mantiene una fuerte presencia en el sitio. Las visitas están limitadas a dos horas en la mañana de los días hábiles, y el acceso a las mezquitas, que estaba permitido antes del estallido de la intifada, ahora está prohibido.
Una visita a la explanada de las mezquitas es mucho más que una cuestión de turismo.
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No queremos que los judíos vengan aquí. Ellos quieren destruir nuestros santuarios, dijo Mohammed Mura'i, un fiel musulmán que fue a orar en la mezquita de Al-Aqsa.
No nos importan otros visitantes, pero sí los judíos, y no queremos que vengan en los momentos de plegaria, agregó.
Para los judíos, el Monte del Templo es su lugar más sagrado, donde se erigieron el primer y el segundo templo hasta que fueron destruidos por los babilonios en el año 536 antes de Cristo y por los romanos en el 70 de esta era, respectivamente.
Este es el centro viviente de nuestro pueblo, por eso vine a visitarlo, dijo Gabi Botbol, un judío israelí que visitó el sitio junto con su esposa. Botbol es profesor de filosofía en una nueva universidad religiosa judía en la Ciudad Vieja.
Para los musulmanes, Al-Haram al-Sharif es su tercer sitio sagrado después de las ciudades saudíes de La Meca y Medina.
La visita a ese lugar en septiembre de 2000 por el actual primer ministro israelí Ariel Sharon provocó la segunda intifada o insurrección palestina, que dejó hasta ahora más de 3.300 muertos, 80 por ciento de ellos palestinos.
Desde entonces, el Waqf (organismo musulmán encargado de la custodia del lugar santo) había suspendido las visitas de no musulmanes a ese lugar de la Ciudad Vieja de Jerusalén, e Israel acató la decisión para evitar más derramamiento de sangre.
La explanada contiene las mezquitas de Al-Aqsa y de la Cúpula de la Roca, también llamada mezquita de Omar, construidas en el lugar donde antes se erigían los templos judíos.
La mezquita de Omar se levanta sobre la roca que forma la cima del monte Moira. Los musulmanes creen que desde ella su profeta Mahoma ascendió al cielo hace 1.400 años.
Según la tradición hebrea, sobre ese monte Abraham iba a cumplir con el mandato divino de sacrificar a su hijo Isaac; el santuario del templo de Salomón y el palacio de Herodes estuvieron sobre el mismo lugar.
Cuando Israel conquistó Jerusalén oriental el 7 de junio de 1967, el complejo pasó a control judío por primera vez desde la destrucción del segundo templo, algo inaceptable para la mayoría de los musulmanes.
Decenas de miles de musulmanes rezan cada viernes en las mezquitas del lugar, aunque desde el comienzo de la última intifada Israel limitó el número de visitantes para evitar choques entre los fieles y la policía.
La apertura de Haram Al Sharif a los turistas es para Israel una forma de permitir que colonos (judíos) extremistas y otros fanáticos vengan a rezar aquí, se quejó el administrador del Waqf, Adnan Al Husseini.
Por supuesto que no se debería permitir a los judíos que recen aquí. Todo el complejo es una gran mezquita. ¿A nosotros no nos dejan rezar en sus sinagogas, no?, preguntó.
Esta reapertura es para ellos (los israelíes) una forma de afirmar su autoridad y reivindicar su soberanía sobre el complejo, afirmó Husseini.
Esta afirmación provocó una respuesta predecible de un funcionario del Ministerio de Seguridad Pública de Israel. Nosotros tenemos soberanía sobre el Monte del Templo y no precisamos demostrar nada, dijo.
El funcionario, que no quiso ser identificado, explicó que la decisión de reabrir el sitio a los visitantes no musulmanes fue tomada después de una cuidadosa consulta con los servicios de seguridad.
Consideramos absurdo que en Egipto, Turquía y otros países islámicos las grandes mezquitas estén abiertas a los turistas, pero no en el Monte del Templo, señaló el funcionario.
Los servicios de seguridad habrían advertido que mantener el sitio cerrado a turistas extranjeros e israelíes creaba un mal precedente y otorgaba todo el poder al Waqf.
El Ministerio de Seguridad Pública sostiene que el Waqf fue consultado y que hubo un acuerdo silencioso para reabrir el lugar a los visitantes.
No hubo acuerdo, desmintió Husseini. ¿Nos resistiríamos a las visitas si lo hubiera?, preguntó, en referencia al arresto esta semana de tres funcionarios del Waqf que intentaron bloquear la entrada a turistas, acompañados de un grupo de fieles.
El funcionario del Ministerio replicó que sí hubo acuerdo, pero extremistas palestinos presionan al Waqf para que se retracte.
Muchos consideran creíble este argumento, dado que Husseini no se opuso tanto a la reapertura al principio. Antes de la reanudación de las visitas, había declarado a un diario palestino que el turismo sería beneficioso para los comerciantes palestinos de la Ciudad Vieja de Jerusalén.