IRAQ: Ministerios nuevos, ¿vida nueva?

La comunidad chiíta de Iraq, mayoritaria en el país, es por primera vez la hegemónica en el gobierno, pero en esta oportunidad integrando cuestionados órganos designados o avalados por las autoridades de la ocupación estadounidense

Además de tener un poder recortado, deben hacer frente a una crisis de seguridad y a la falta de servicios públicos, que parecen agravarse con rapidez.

Los 25 ministros investidos el miércoles se dividen en 13 chiítas, cinco sunnitas, cinco kurdos, un turcomano y un cristiano.

La misma proporción determinó la integración en julio del Consejo de Gobierno, también de 25 miembros designados por la Autoridad Provisoria de Coalición que dirigen Estados Unidos y Gran Bretaña. Su presidencia es ocupada hoy por un chiíta, pero se rotará entre todas las comunidades.

La tarea del Consejo de Gobierno y de los ministros no será fácil, dados los cuestionamientos a su legitimidad.
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El Consejo decidió no ceder espacios de poder. Por eso, no designó un primer ministro ni determinó que los ministros operen como un gabinete. ”El propio Consejo es el gobierno, no los ministros”, dijo el chiíta Mowaffak al-Rubaie, miembro del órgano.

Por eso, la mayoría de los ministros son tecnócratas, mientras el Consejo de Gobierno se encarga de dirigirlos en la faz política y de coordinar con la Autoridad Provisional de la Coalición que dirige el diplomático estadounidense Paul Bremer.

Al-Rubaie defendió la composición del Consejo y pronosticó que el reparto religioso y étnico se repetirá en otras instituciones. ”Al fin y al cabo, elegir representantes de cada grupo fue brillante. Nadie está realmente feliz, pero, por esa misma razón, nadie se opondrᔠa la composición, dijo.

Los ministros dirigirán los ministerios, pero el poder político del lado iraquí continuará en el Consejo de Gobierno, al que deberán informar regularmente. La Autoridad Provisional de Coalición tendrá la última palabra y decidirá cuánto poder cederá al Consejo.

En principio, Bremer pretende evitar cualquier enfrentamiento con el Consejo, en especial sobre cuestiones como el presupuesto y la redacción de una constitución. Aunque aún restan por afinar muchos detalles.

Muchos en Bagdad valoraron el carácter tecnócrata del equipo ministerial, el cual, al contrastar con los amiguismos y nepotismos de otrora, es considerado una rúbrica más en el certificado de defunción del partido Baath, gobernante durante el régimen del desaparecido Saddam Hussein.

Pero muchos también critican la abrumadora mayoría de antiguos exiliados iraquíes en los órganos dirigentes. La mayoría de los ministros recibieron educación o trabajaron en Estados Unidos y en Gran Bretaña, entre ellos el de Petróleo, Ibrahim Bahr al-Uloum.

La única mujer entre los ministros es la kurda Nisreem Mustafá Siddiq Barwari, que tiene un título de la estadounidense Universidad de Harvard, a cargo de la cartera de Obras Públicas. En el Consejo de Gobierno hay tres mujeres.

La mayoría de los ministros son desconocidos para el público iraquí. Y, para algunos entrevistados, no conocen el sentir de los iraquíes que pasaron 35 años bajo Saddam Hussein y los últimos 12 bajo sanciones internacionales.

La principal tarea de los ministerios será restaurar los servicios públicos, la seguridad y la estabilidad.

Bremer dijo el miércoles que aspira a que los ministros asuman mayores responsabilidades. La Autoridad Provisoria de la Coalición cree que darle espacio a los iraquíes en la administración del país aventará las críticas internas y externas a la ocupación.

Si la población percibe mejoras en el suministro de electricidad, agua y telefonía, la seguridad también se estabilizará.

Pero los ministros han sido designados en un momento de gran volatilidad. La situación de seguridad amenaza la restauración de los servicios públicos. Instalaciones de agua y electricidad han sido objeto de sabotaje. Los equipos a cargo de la reparación son blanco de atentados.

La Autoridad Provisoria de la Coalición ha sido incapaz de restaurar los servicios, a pesar de que contó con todo el apoyo de la fuerza militar estadounidense y británica. Resulta una muestra de voluntarismo creer que un equipo de tecnócratas iraquíes desconocidos pueda alcanzar ese objetivo.

Pero la tarea se hace difícil, pues los costos financieros de la reconstrucción están cada vez más fuera de control, y no hay perspectivas de que los ingresos petroleros solucionen el problema.

El Consejo de Gobierno y los ministros necesitan también apoyo internacional para poder funcionar, pero, hasta ahora, son rechazados consistentemente por los países árabes vecinos, fundamentales para obtener apoyo comercial y logístico en el corto plazo.

La creación de una fuerza multinacional de paz por parte del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas abriría el camino a un mayor involucramiento internacional en respaldo de los órganos de gobierno iraquíes. Pero no hay señales de que eso vaya a suceder por ahora.

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