IRAQ: Duro de ocupar

Hasta ahora, Estados Unidos ha seguido en la ocupación militar de Iraq el ejemplo de Israel en Cisjordania y Gaza, pero se apresta a tomar medidas para mejorar su imagen ante la población y las posibilidades de supervivencia de sus soldados.

Medios de prensa informaron que las tropas estadounidenses cuentan ahora con programa informático israelí que les enseña qué deben esperar en el territorio ocupado. Y hace algunos meses, circularon versiones sobre cursos presenciales en Israel a los que habrían asistido uniformados del país norteamericano.

Lo primero que puede interpretarse de estos informes es que Washington debe estar bastante desesperado si pretende aprender algo de las técnicas de ocupación israelíes.

Al margen de los detalles éticos o de derechos humanos, la ocupación de Cisjordania y Gaza no ha sido un gran éxito militar ni político. Todo lo que puede decirse es que Israel permanece allí. Y ésa no es, presumiblemente, la intención de Estados Unidos en Iraq.

El resentimiento de los iraquíes contra la presencia militar estadounidense ha aumentado de manera remarcable desde la invasión iniciada el 20 de marzo y concluida formalmente el 1 de mayo. Ese resentimiento aún no ha llegado al nivel del de los palestinos hacia Israel, pero se le acerca.
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La sensación predominante en el Iraq árabe y musulmán dominado por fuerzas occidentales y cristianas es de desagrado ante la ocupación militar, sea cual fuere la potencia ocupante.

La gran mayoría de la población resentida no tomará las armas contra los invasores, pero constituye una reserva de apoyo tácito a la resistencia combativa. Cualquier facción armada —sea del derrocado partido laico Baath, de la red terrorista Al Qaeda o de organizaciones islámicas— podrá disponer de ese respaldo.

Las fuerzas armadas estadounidenses parecen haberse dado cuenta de ello. El diario The New York Times informó esta semana que la inteligencia militar y el Departamento de Estado (cancillería) hicieron sonar la alarma en el Pentágono, sede en Washington del Departamento (ministerio) de Defensa.

”Factores culturales” alimentan el resentimiento y la hostilidad, entre ellos el tratamiento que soldados estadounidenses brindan a las iraquíes, admitieron oficiales militares al diario The New York Times. El registro corporal de un hombre a una mujer es indecoroso, según el Islam.

De hecho, esta es apenas una en la plétora de críticas frecuentes que surgen en diálogos entre extranjeros e iraquíes. Fuera de Bagdad, dentro del denominado Triángulo Sunita —donde se registraron muchos de los ataques contra soldados ocupantes—, el tratamiento a las mujeres es el principal motivo de queja.

En numerosas ocasiones, soldados estadounidenses tiraron abajo la puerta de una casa, dieron vuelta las camas y arrestaron mujeres.

Otros cuestionamientos se refieren al incumplimiento de las promesas de democratización y de mejora —incluso de restauración— de las redes de electricidad, agua potable y teléfono, así como la persistente falta de seguridad en buena parte del territorio iraquí.

Las organizaciones de la resistencia parecen contar con un núcleo de experimentados ex oficiales del ejército o de milicias de Baath. Muchos iraquíes que carecen de tales antecedentes se les han unido o les brindan apoyo logístico a causa del resentimiento.

El jefe civil de la ocupación, Paul Bremer, dijo no avizorar un plazo límite a la presencia militar estadounidense en Iraq, una especie de admisión de que la situación militar continúa siendo volátil. También significa que la reconstrucción de un ejército nacional iraquí tomará tiempo.

Y esa declaración tal vez suponga la intención de permanecer indefinidamente a través de la instalación u ocupación de bases militares.

Estados Unidos tomó medidas para mejorar la seguridad de sus soldados y todavía procura un involucramiento de la comunidad internacional para aliviarle la carga militar y financiera de la ocupación.

A la luz de los ”factores culturales” de la hostilidad, el Pentágono expresó un interés especial en que países musulmanes participen en una fuerza militar multinacional de mantenimiento de la paz en Iraq.

De todos modos, las gestiones ante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se han enlentecido.

Mientras, cinco facciones que se resistieron en su momento al régimen del desaparecido Saddam Hussein ofrecieron sus milicias para sustituir a los soldados estadounidenses que hoy tratan de controlar la seguridad y que, en ese caso, deberían retirarse de las bases que ocupan.

Esas facciones —el Congreso Nacional Iraquí, el Acuerdo Nacional Iraquí, el chiíta Consejo Supremo para la Revolución Islámica y dos organizaciones kurdas— participan en el Consejo Provisorio de Gobierno establecido por la ocupación estadounidense y pretenden continuar cooperando con Washington.

Estados Unidos afinó esta semana un nuevo plan de despliegue militar que, en parte, coincide con la propuesta de los cinco grupos.

Su implementación permitirá, entre otras cosas, la retirada de las tropas extranjeras del centro de algunas ciudades donde el control de la seguridad quedará en manos de las autoridades locales, dijo el general Ricardo Sánchez, comandante de las fuerzas estadounidenses en Iraq.

Además, la presencia militar extranjera será más discreta y el toque de queda que hoy rige en Bagdad de las 23 a las 4 horas podrá acortarse.

Estas medidas podrían aliviar el resentimiento y reducir los riesgos que hoy pesan sobre las tropas ocupantes. Desde el 1 de mayo, cuando el presidente George W. Bush declaró el cese de los combates, murieron más de 160 soldados estadounidenses en Iraq.

Siempre existen posibilidades de que el resentimiento hacia los estadounidenses se desvanezca a medida que mejoran las condiciones del país.

Una encuesta realizada por la firma estadounidense Zogby International reveló que, a pesar de las quejas, la mayoría de los iraquíes prevén una mejora en la situación personal y nacional en los próximos cinco años. Pero, por cierto, hay espacio para las desilusiones.

(*) El periodista Ferry Biedermann ha escrito informes para IPS desde Jerusalén y también desde Bagdad.

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