Los compromisos de asistencia al Sur en desarrollo asumidos por Estados Unidos están en tela de juicio por los gastos de las operaciones militares en Afganistán y en Iraq, los recortes de impuestos y la recesión económica.
El gobierno de George W. Bush anunció la semana pasada que solicitará al Congreso legislativo 87.000 millones de dólares adicionales para financiar las operaciones militares y la reconstrucción de Afganistán y de Iraq.
Este pedido se suma a los 79.000 millones de dólares ya aprobados por el Congreso a comienzos de este año. Así, el gasto de las dos guerras llegaría a 166.000 millones de dólares que saldrán del bolsillo de los contribuyentes estadounidenses y que, por lo tanto, engordarán el déficit fiscal.
El origen del déficit es el recorte de impuestos para los contribuyentes más ricos y, antes, el gran aumento del gasto militar a causa de la guerra contra el terrorismo declarada por Bush a raíz de los atentados que el 11 de septiembre de 2001 dejaron 3.000 muertos en Nueva York y Washington.
Economistas estadounidenses manifiestan alarma por la carga presupuestal que en el futuro representará el envejecimiento de la generación del baby-boom, como se denomina a la nacida en el periodo de altísima natalidad de 1946 a 1964, es decir entre el fin de la segunda guerra mundial y el desarrollo de modernos métodos anticonceptivos.
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El retiro de esa inmensa masa humana supondrá una presión mayor al sistema de seguridad social y al de salud, que es financiado por el Estado.
Según diversos cálculos, todos estos factores elevarían en 2004 el déficit fiscal a 540.000 millones de dólares, el mayor en la historia del país más rico del mundo.
Y en el mejor escenario pronosticado por la Oficina Presupuestal del Congres (CBO) a comienzos de mes, el déficit acumulado entre 2001 y 2011 saltaría a 2,3 billones de dólares. La CBO estimó también que el déficit de este año sería de 401.000 millones, 155.000 millones más que lo calculado inicialmente en marzo.
El déficit del año próximo fue estimado en 480.000 millones de dólares, pero, con el nuevo pedido del gobierno para Afganistán e Iraq, se elevará a 540.000 millones o más. Así, el déficit fiscal se acercará al cinco por ciento del producto interno bruto que muchos economistas consideran el límite de la zona de peligro.
El Centro de Preocupuesto y Prioridades Políticas, organización de investigaciones con sede en Washington, advirtió que la situación podría ser mucho peor.
Si la nación sufre grandes contingencias —otra recesión, un gran desastre natural, otro ataque terrorista u otra ronda de operaciones militares—, el déficit será, al parecer, aun más elevado que lo proyectado, indica un informe publicado por el Centro la semana pasada.
Pero nadie en el gobierno parece capaz de hacer los deberes de matemáticas.
¿Cómo se solventa un recorte de impuestos de dos billones de dólares con un déficit de 525.000 milones de dólares y un pedido de 87.000 millones más para Iraq?, advirtió la semana pasada la usina de ideas izquierdista Centro para el Progreso de Estados Unidos.
Pero éstas no son solo malas noticias para Estados Unidos, sino para otros países, en una economía mundial caracterizada por la interconexión.
Otras áreas de gasto se verán en verdaderos aprietos, dijo la experta Lael Brainard, del académico Instituto Brookings, quien se preguntó si Estados Unidos podrá cumplir con sus compromisos de asistencia en materia de VIH/sida y desarrollo.
Por ejemplo, la Cuenta del Desafío del Milenio (CMA) para el desarrollo de países extranjeros, instituida por el gobierno de Bush, tiene el propósito de colaborar con naciones que muestren disposición a mejorar sus sistemas de justicia, salud y educación y a adoptar la economía de mercado.
Un recorte de gastos afectaría, en principio, a la CMA, sostuvo Brainard. Así, lo que parecía una mano muy fuerte hace un año quedará cada vez más en tela de juicio, afirmó.
El déficit dejará sin efecto otras promesas de ayuda, como los 15.000 millones de dólares asignados en mayo por ley a la lucha contra el sida en Africa y el Caribe.
Bush anunció en marzo el mayor incremento en la asistencia al desarrollo desde el gobierno de John Fitzgerald Kennedy (1961- 1963), al proponer un aumento de 10.000 de dólares a la dotación de la MCA. Pero ese aumento será dejado sin efecto por el Congreso a causa del déficit, según observadores.
La organización humanitaria Catholic Relief Services (CRS) pidió el martes a Bush que asegure la entrega de toda la asistencia prometida a la lucha contra la pobreza, el sida, la tuberculosis y la malaria y al CMA. La vida de muchas personas dependen de una acción presidencial, dijo Bill O'Keefe, de CRS.
La política fiscal estadounidense es irresponsable. Son hormigas en los cimientos, amenazas serias de largo plazo para nuestra economía y para la economía mundial, afirmó said Ralph C. Bryant del Brookings Institute.