La confirmación de que Brasil es también rico en gas natural parece dejar vetusto el acuerdo de compra a Bolivia firmado hace 10 años y puede alterar el impulso de integración energética de América del Sur.
La empresa petrolera estatal Petrobrás divulgó que una nueva medición elevó a 419.000 millones de metros cúbicos el volumen de gas existente en un yacimiento de la cuenca oceánica de Santos, cerca de la meridional ciudad de Sao Paulo. La estimación anterior hecha en abril había dado sólo 70.000 millones.
Con ese aumento se triplican las reservas gasíferas potenciales de Brasil, hasta unos 650.000 millones de metros cúbicos, lo cual permite a ese combustible pasar de tres a 12 por ciento de participación en la matriz energética nacional. Esa meta, fijada para 2010, se alcanzaría sin mayores importaciones.
De ese modo Brasil puede dejar de ser el gran mercado importador, cercado de países proveedores como Argentina, Bolivia, Perú y Venezuela, y cuyas compras promoverían la integración regional, con muchos gasoductos cruzando fronteras.
Sin embargo, el director de Exploración y Producción de Petrobras, Guilherme Estrella, aseguró que el descubrimiento del gigantesco yacimiento de Santos no afectará las negociaciones en curso con Bolivia para modificar algunos términos del acuerdo y abaratar el gas importado.
El precio del gas boliviano, dolarizado y calculado en base a valores de los mercados internacionales, quedó muy alto y a 30 por ciento más caro que el producido en Brasil o el ofrecido por Argentina. El gas de Santos acentuará esa diferencia.
El nuevo yacimiento se encuentra en el subsuelo del océano Atlántico, pero a sólo 130 kilómetros de la costa y cerca de los mayores mercados del sudeste brasileño, por eso puede costar un tercio menos que el producto boliviano, estimó Ildo Sayuer, director de Gas y Energía de Petrobrás.
Es que en el costo de la importación se incluye el transporte por el gasoducto de 3.150 kilómetros que va de los yacimientos bolivianos a Sao Paulo, con ramificaciones para el centro y el sur de Brasil. Su construcción exigió inversiones de 2.150 millones de dólares.
Además, el contrato en discusión establece el sistema denominado "take or pay" (toma o paga), por el cual el comprador paga un volumen establecido, aunque consuma menos. En este caso, Brasil está pagando por 24 millones de metros cúbicos diarios, aunque sólo aprovecha en la actualidad 14 millones, elevando así los costos.
El acuerdo suscripto a comienzos de los años 90 con Bolivia prevé importaciones crecientes, alcanzando el máximo de 30 millones de metros cúbicos diarios desde 2007 al final del contrato en 2019.
Para colmo Brasil pagará cada día más caro el gas boliviano, debido a que la expansión prevista del consumo se frustró.
No se cumplió el programa de construcción de decenas de centrales termoeléctricas que hubieran representado una gran demanda y el precio alto desestimuló también a la industria en su intención de sustituir combustibles tradicionales por el gas.
El contrato en la época de su firma obviamente no denotaba la imprudencia hoy evidente, señalan los expertos.
"Parecía un negocio fantástico", que permitiría a Brasil diversificar sus fuentes energéticas, supliendo su escasez de gas natural e impulsando la anhelada integración sudamericana, recordó a IPS George Hawrylyshyn, creador y director de la revista Brasil Energía hace 24 años.
El método "take or pay" es usual en esa área, como una garantía para los proveedores y las inversiones necesarias, pero quizás "faltó hacer un estudio del mercado más profundo", para prever mejor la demanda futura, apuntó.
Petrobrás, recién privada del monopolio de la exploración, producción e importación de petróleo, "no tenía la cultura de gas, despreciado hasta entonces por esa empresa, y tampoco experiencia en negociaciones de ese tipo", acotó.
Pero, en su opinión, el gran problema fue el precio fijado en dólares. La importación se hizo cara desde el inicio de las operaciones del gasoducto Bolivia-Brasil, en junio de 1999, porque la moneda brasileña sufrió una fuerte devaluación justo en enero de aquel año.
Eso trabó la expansión del consumo que permitiría reducir el costo.
El acuerdo con Bolivia es un estorbo para la política sectorial, pero será cumplido hasta el final, aunque Brasil seguirá buscando condiciones menos desfavorables, aseguró Mauricio Tolmasquim, secretario ejecutivo del Ministerio de Minas y Energía, en la práctica viceministro.
Hasta ahora no hubo avances en las cuatro reuniones negociadoras realizadas.
El presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, señaló la resistencia de su país en revisar el contrato, al visitar Brasil en abril, argumentando que el precio se debe principalmente al alto costo del transporte a través del gasoducto controlado por Petrobrás.
El gas natural permitió a Bolivia aumentar sus exportaciones a Brasil de 23 millones de dólares en 1999 a 396 millones el año pasado.
Mientras, Estrella explicó que el gas de la cuenca de Santos aún demorará cerca de ocho años para llegar al consumidor. Es un tiempo suficiente para evaluación en definitiva el rendimiento del yacimiento y de otros cuatro para poner en marcha la producción y el transporte.
De todos modos, sus efectos son inmediatos. El notable aumento de reservas encontrado estimula el desarrollo de un gran mercado para el gas natural, con las expectativas de su abaratamiento. A partir de ahora se abre el camino para una nueva política nacional de gas, anunció la ministra de Minas y Energía, Dilma Roussef.
Además del nuevo impulso a las centrales termoeléctricas y al consumo industrial y residencial, crecerá el uso del gas en automotores en sustitución de la gasolina y del combustible para motores diesel, por ser mas barato y contaminar menos. En Brasil ya existen cerca de 600.000 vehículos movidos a gas.
Aunque no lo admitan las autoridades, la cuenca de Santos es una nueva carta fuerte en la negociación con Bolivia y con los vecinos exportadores de petróleo y gas. ***** + Petrobras, en portugués (http://www.petrobras.com.br) + Organización Latinoamericana de Energía (http://www.olade.org)